SUSURROS DESDE EL PASILLO

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No puedo dormir. No puedo pensar con claridad. Las gotas discretas que se escapan del grifo de mi baño y el tic tac del reloj de pared me estan sacando de mis casillas. De las pocas que me quedan. Pero lo que más me molesta es ella. Esa maldita bruja que a ocupado mis pensamientos durante estas últimas semanas. Algo que sofoca y empieza a molestar de verdad.
Me retiro con los dedos el sudor que ha empezado a surgir en mi frente.

¿Qué diablos pasó en ese pasillo?

Decido levantarme de las calientes mantas de mi cama y salgo de mi habitación. Me alegro de que la torre siempre esté tan fría.

Me acerco a la nevera y saco una botella de agua para ponermela sobre la frente. No sabía que la temperatura corporal pudiese subir tan rápido.

De ponto oigo a alguien hablar. En susurros casi interceptibles. Realmente no los habría escuchado si no estuviese todo tan silencioso. Al fin y al cabo, solo son las tres y media de la madrugada.

No alcanzo a escuchar todas las palabras. "Muerte, desgracia, deshonra, sangre, oscuridad" es lo único que entiendo. Una voz femenina un tanto extraña que llega a mí desde el pasillo.

Decidido saber de donde proceden los susurros, dejo la botella, ahora no tan fría, en la encimera, y calculo mis pasos hacia el pasillo, con postura de ataque por si alguien se ha colado en la torre.

Mi corazón se para unos segundos y mi respiración se corta al pararme frente a la puerta de la persona causante de mi frustración.

"¿Pero qué...? "

-Raven. Voy a entrar- subo el tono. Puede estar en peligro.

-Vete, Damian - responde una voz frágil y derrumbada antes de que alcance el pomo.

-¿Te pasa algo?

-...no... solo vete...

-Vale. Es evidente que sí.

Nada. Silencio de nuevo.

-...está abierto... -suspira.

Realmente tiene pinta de estár mal.

Cuando entro me encuentro a Raven, sentada en la orilla de la cama, con la cara más pálida que de costumbre y color morado al rededor de sus ojos apagados. Ahogo un gemido al verla.

Se sorbe la nariz con disimulo antes de desjuntar sus pálidos labios.

-¿Qué quieres...?- da igual las condiciones, Raven siempre será fría y cortante. Y espero que no cambie.

-Te he oído susurrar- giro la cabeza para mirar a mi alrededor- por que aquí no hay nadie más ¿no? - me cruzo de brazos para mirarla de nuevo serio.

Se lleva la mano a la frente y cierra los ojos para dejar escapar aire por la boca.

-Hey, ¿te encuentras bien? - cambio mi tono y me acerco a al cama.

No me responde. Veo por debajo de su mano como la cubre una luz roja y chasqueo la lengua. Ensimismado por ella.

-¿Puedes abrir ese cajón? - me pregunta de sobresalto. Dudo un poco antes de dirigirme a la mesita de noche oscura que me ha indicado y abrir el cajón.
Velas en paquetes, un caja de cerillas, plantas secas, un cuadernillo negro y una caja roja y blanca de cartón.

"¿Pastillas...? "

Entiendo lo que quiere decirme. Pero estas pastillas...

-Estás pastillas son demasiado fuertes, Rachel. No puedo...

-Lo sé. Y es lo que necesito... dame una por favor.

Me muerdo la lengua y a regañadientes cojo una cápsula y se la tiendo a Raven, que se la toma sin agua.

Pone una expresión de alivio y algo parecido a una sonrisa.

-Gracias - toma aire - este dolor de cabeza me estaba matando...

-¿Cuántas te tomas al día? - pregunto. Gira la cabeza para mirarme alzando una ceja antes de contestar.

-Unas cuatro o cinco

-¡Rachel, eso es demasiado! ¡Te estás metiendo droga en el cuerpo! ¡A este paso podrías morir por sobredosis! - pierdo mis estribos y le grito alterado bajando la voz. Pero es que no podría soportar que a Rachel le pasara algo.

Relajo el rostro a uno confundido al verla sonreír y apartar la cabeza con los ojos cerrados. ¿Piensa que estoy bromeando?

-Eres adorable cuando te preocupas por alguien, niño rico... - se ríe.

"Está de coña, ¿no?"





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