MARCAS PERMANENTES

542 51 19
                                    

Tras casi cuatro horas después, cayendo casi las 11:30 de la noche, los chicos seguían sin volver, aunque no estuviese solo en la torre, lo parecía; había terminado todos los informes que tenía y ya me aburría.

Las cuatro tazas de café que me había tomado me impedían dormir.

Era casi la primera vez que me aburría. Siempre tenía cosas que hacer o resolver. Pero esta vez nada reclamaba mi presencia.

Un suspiró de fastidio se escapó de mis labios más fuerte de lo que quería.

-Aagg... - aparté la mirada del techo y me levanté de mi cama.

Me acerqué a la puerta y salí a paso rápido.

Aunque Raven estuviera en la torre, no se oía nada. Y eso era muy raro.

Anduve por los pasillos y sin darme cuenta, me detuve frente a la puerta de Raven.

Alcé una ceja curioso y sin pensarlo mucho, llamé.

Uno, dos, tres toques. Nada. Toqué más fuerte.

Silencio.

-¿Raven?

Nada.

-Raven. Raven, abre- lo mismo- Rachel, voy a entrar.

Mientras el nerviosismo empezaba a notarseme, tecleé rápidamente la combinación de su puerta que me sabía de memoria.

La puerta se abrió automáticamente.

Entré y entre cerré los ojos por la casi total oscuridad de la habitación.

-¿Estás ahí?-murmuré tensandome.

-¿Damian? ¿Qué haces aquí?

Encendí la luz a ciegas y el brillo me ciegó por unos segundos.

Cuando mis ojos se acostumbraron al ambiente, ví a Raven sentada en la cama con una mano apretando su muñeca cubierta por una sudadera negra.

Me acerqué con cuidado hasta sentarme a unos centímetros de ella.

-¿Por qué no respondias?

-No te había oído... - murmuró al aire.

Levanté una ceja sin creerle. Me estaba ocultando algo.

-¿Qué te pasa? - torné mi voz a un tono más serio.

-No me pasa nada, Damian- levantó un poco el tono. Podía notar el nerviosismo en su rostro.

-No me mientas Raven.

-No te miento...

-Me estás ocultando algo.

-¿Que-

-Dame la mano.

Sin darle tiempo para responder, le agarré la muñeca acercandola a mí y levanté la manga de su sudadera hasta casi el codo.

-¿Qué es esto? - abrí mucho los ojos ahogando un bufido.

Raven me apartó la mirada.

-Rachel- la llamé más alto- ¿te los has hecho tú?

Miré de nuevo las marcas de cortes de sus muñeca y antebrazo en múltiples direcciones.

-Lo siento.

Me levanté nervioso con el ceño fruncido.

-¿Por qué?

Raven se levantó también con rostro molesto.

-A veces la meditación no es suficiente. El dolor me calma.

-Te cortas a ti misma, Rachel. ¡Eso es una locura!

-¡No puedo evitarlo, Damian!

-¿Es por tu padre?

Asintió con la cabeza baja.

-Puedo ayudarte, Rachel. Pero tienes que prometerme que no volverás ha hacerlo- hice una pausa para que mis ojos chocaran con los suyos- dónde está el cuchillo.

Se mordió el labio inferior con un aire triste y sombrío.

-Primer cajón de la cómoda.

Me acerqué hacia donde decía y abrí el primer cajón.

Agarré el arma brillante que estaba oculta por varias velas e inciensos y la saqué.

-Me llevo esto- la miré y me acerque a la puerta- hablaremos mañana...








Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 29, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

TODOS TENEMOS DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora