MALDITA MÚSICA

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La ópera es aburrida. Me di cuenta nada más oír el primer do desafinado.

Intento resistir mis impulsos de girar mis ojos hacia mi izquierda. Hacia el niño rico que me ha estado sacando de quicio de una manera u otra últimamente.

Pero dejo de darle importancia a eso cuando mis impulsos y la pastilla empiezan a fallar. Las náuseas, el cansancio y la lucha interna han vuelto. 

Me clavo las uñas en mi mano derecha e intento reprimir una mueca de dolor. Parece que no lo consigo,  pues Damian me mira de soslayo preguntándome con esas esmeraldas qué me pasa.

Sacudo un poco la cabeza, 
titubeante, y vuelvo la mirada al escenario. Hacia los actores que dan vueltas por el escenario cantando algo inteligible.

Intento concentrarme en la maldita música. Pero mi mente está en otro sitio. Y no es un sitio bueno.

- "Sabes lo que va a pasar. No te resistas... "

-"Sal de mi cabeza"

Aprieto los dientes y cuando abro los ojos me encuentro a un Damian incorporado hacia delante mirándome.

-¿Estás bien...?

Su susurro apenas se cuela por mis oídos. Lo único que escucho es la maldita voz. 

Me vuelvo hacia él y cambio mi mirada desesperada por una fría y firme.

Asiento con la cabeza.

-Solo me he mareado... nada más.

Vuelve a su postura inicial y entrelaza las manos para volver la cabeza al escenario. Ya estabamos llamando la atención con solo hablar. Qué listo...

Pero sé que no se lo ha tragado. Damian no es tan fácil.

Para mí suerte, mi asiento está en una de las esquinas que da al pasillo. Me levanto sin hacer ruido y sigilosamente me escabullo por la salida. Hacia el cartel suplicante de los aseos.

Es el baño más pulcro que he visto nunca. Todo bien organizado. Incluso los distintos jabones de flores en los dispensadores están colocados en orden alfabético. Para ser unos mafiosos y asesinos son muy refinados.

Me trago las ganas de entrar en los cubículos y echarlo todo y me vuelvo al espejo grande junto a los grifos.

Como me imaginaba,  estoy más pálida que de costumbre. Y con solo mirarme se podría notar que no estoy bien.

-"No seas tonta, Rachel... "

Vuelvo a esbozar una mueca y me apoyo en el mármol de los lavabos para tomar aire y volver a abrir los ojos.

Abro mi pequeña billetera y saco la cápsula roja que ahora mismo es mi salvación.


En cuanto abrieron el telón y apagaron las luces noté que no estaba bien. No había que ser un genio para darse cuenta. Su rostro lo decía todo.  Y lo de que estaba mareada era una mentira tan mal hecha que me costaba creer que hubiese salido de ella. No creo ni que pueda pensar con claridad.

Su rostro me afirma cuando vuelve que está mejor. Se vuelve a sentar,  me hecha un vistazo rápido acompañado de una débil y pequeña sonrisa y vuelve la mirada hacia los actores con las bocas abiertas.

Definitivamente es muy mala fingiendo.

TODOS TENEMOS DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora