Las olas al contraste con la arena, les acariciaban los pies descalzos. Dejaban las huellas en cada paso, un rastro que muere prematuro con el agua, cada vez que el mar viene y va. Dos cuerpos atados con sus manos, buscan un lugar perfecto para contemplar el adiós del sol. La playa está desierta, solo están estos visitantes esporádicos y unas aves que sobrevuelan el mar en busca de su alimento.
Él, señala hacia una pequeña loma de arena en la orilla, a poca distancia del agua. Se quita la camisa y coloca sobre la superficie, su compañera se sienta sobre ella. Y él, junto a ella. La envuelve con sus brazos y besa junto detrás de la oreja, entre el cuello y el cabello. En el horizonte está el Sol, gigante y anaranjado. Tocando las puertas del infinito, donde el cielo se une con el mar.
Ella llora. El sol ya casi se esconde, teme porque no regrese. Él, la vuelve a besar y calma su llanto con susurros cantados al oído. La brisa el mar le toca la piel y acompañada de los besos de Kaleb, esta se eriza. No quiere perder aquello, pero es inevitable parar el Sol cuando es llama a calentar otros suelos. Su Amado la esperará hasta el momento de su retorno.
El penetrante olor a sal, escénica de él entra a su cuerpo y arde por dentro. Él, marea sus ojos con caricias perdidas en el océano de sus caderas.
En su mente predominan los pensamientos de lo que fue y lo que es. Otras noches y sus locuras. Entre tanto, unas horas de pasión y sólo amor. Cómo está, a la orilla de una playa desolada, que está igual su alma. Pues quedará sin nadie que que pise las arenas que la forjan. Al pasar la noche, su flor quedará marchita a la despedida de la lluvia que le da vida. Una temporada de sequía se avecina, en cuanto amanezca. Su cuerpo sentirá la falta de ropa, de quien le abriga en las noches de frío. Cuyo ciclo son cada siete días.
La noche ya es madura. Pero, la pasión y la tristeza son jóvenes que se disputan por ratos, cuan más estar en sus cuerpos. Él descansa sobre ella, quien disfruta de su presencia y él va y ven de las olas que los mueve, tras ya haber subido la marea. Aún, tiene las nalgas pegada al suelo. Sienten la molesta arena en todo el cuerpo, en especial en sus íntimos rincones al descubierto que se besan sin cansar.
La Luna se refleja en sus ojos y una lágrima corre rápida, a encontrarse con sus labios pesados por el llanto.
Siente espuma entre sus piernas, la marea a hecho de las de ella. Está complacida más no feliz. Quería un romance en la playa, pero sin saber lo consiguió en el paso de un sol que se despide de su eterno amor: el día.
Ya se acerca el fin de esta séptima noche junto a su amado rey de los canes, y se niega creer que ya no podrá esperar siete días y sus atardeceres para el amor.
Se quedo dormida de tanta excitación y llanto. Él, la protegió y llevó a buen sitio: seguro y caliente.
Ya es de madrugada, casi amanecerá. La noche pasó lenta y rápida. En su almohada sueña, poder despertar y ver aquel cielo, que la dejó.
Amanece.. ya el sueño no la domina y con sus esperanzas y mente de su ayer, levanta la mirada hacia donde está Kaleb...
Pero, se da cuenta que es otro día más y que ayer ya murió.
Encuentra una flor, príncipe negro en aquel lugar donde en el día anterior estaba él. Y una fotografía de su amado. Al dorso con sus letras, le dejó el consuelo:
-Pronto volveré...
-Y Allí...
-"Siempre nos encontraremos: en el atardecer, de una noche que amanece".
Te ama, tu Kaleb!

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Sie7e Noches
Short StoryMarly y Kaleb, como ella le llamaba. Forman parte de un relato corto, narrado a lo largo de siete noches. Cada una es un juego diferente. Registrado en Safe Creative. Código de registro: 1801285607569