~EN UN MUNDO DE DRAGONES~

Confesiones.

Había pasado un mes desde que habían terminado las navidades, ya habían vuelto el resto de alumnos que abandonaron la escuela durante las fiestas.
Entre ellos se encontraba cierto rubio amigo de Daira, tras la vuelta de este al colegio la morena no se había separado de él, evitando a toda costa a Charlie, aunque el pelirrojo tampoco es que se acercara mucho a Daira, es más, también la evitaba y solo se le veía con sus hermanos o con cierta tejona que cambiaba su color de pelo dependiendo de su estado de ánimo.

Daira y Frank se encontraban en la biblioteca, la muchacha leía un libro sobre criaturas acuáticas y Frank simplemente la observaba analizando cada gesto de su amiga. Se había dado cuenta que desde las Navidades la morena estaba algo rara y él como buen amigo la hacía compañía esperando a que en algún momento esta compartiera con él su problema.

-Puedes parar de mirarme, me estas poniendo nerviosa y no me concentro.-

-Vaya, no sabía que te ponía de los nervios.-

-Sueles hacerlo muy a menudo.-

-Bueno, hablemos de nuestras navidades, estoy cansado de aguantar al pesado del marido de mi hermana, no entiendo porque se cree gracioso, si no lo es.-

-A lo mejor el problema eres tú que no entiendes sus chistes.-

-No creo que yo sea el problema, nunca soy el problema.-

-Quizás tú no seas el problema, pero estoy segura que si lo es tu egocentrismo.-

-Bueno mejor dejemos de hablar de mi, ¿qué tal las vacaciones en el castillo?¿Peeves ha vuelto a tirarte algún globo de agua?.-

-No, no me ha vuelto a tirar nada, ¿por que siempre tienes que recordarme ese momento?No es suficiente con que me lo recuerden Fred y George.-

-Sí, pero es que fue muy gracioso, ibas tan enfadada, maldiciendo a todos por el camino y de repente, ¡PLAF!, un globo enorme cayó en tu cabeza. Nunca olvidare ese momento.-

-Iba enfadada por tú culpa.-

-No tengo la culpa de que Flitwick estuviera en el lugar equivocado cuando intentaba levantar ese caldero.-