6 Hürrem Hatun

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1520, Topkapi

Una hermosa joven era finalmente adornada.

Sus ojos verdes esmeralda capaces de hinoptizar a más de uno.

Sus labios capaces de conquistar el corazón de los hombres.

Su piel blanca como la leche capaz de deslumbrar las más bajas pasiones.

Fue guiada por un ağa al que ya conocía de años atrás, la vio con asombro y solo esbozo una sonrisa. Su verdugo estaba delante de ella. Hacı ağa iba a su lado, mirando hacia el frente.

La Hatun por fin hablo, era difícil.

— Estuve a punto de ordenar tu ejecución Aleksandra, pero solo eras una infante — dijo el ağa — No cometas ningún error, ahora tu futuro solo depende de ti. El sultán no es tan benevolente como yo lo fui ese día, no creas que fue Kemer ağa quien decidió salvarte. Fui yo, tuve compasión de ti.

Ella estaba agradecida, no había rencor.

— Mi amada y querida madre me enseñó a ser una joven risueña, a mi rendirme por más oscuro que fuera el camino — dijo Aleksandra — Esta no es la excepción, mi destino es este lo acepto. No tengo nada que reprocharle, al contrario su educación me sirvió para este momento, lo obtuve sin esperarlo. Si Allah es generoso le daré un hijo a ese hombre, y será mi boleto a la cima. Al principio dude, se lo confiezo pero... hay algo que me dice que no debo tener miedo. No quiero ser una criada toda mi vida. Gracias Hacı.

Lagrimas recorrían de sus mejillas, aquella chiquilla lo había echo sollozar como jamás nadie lo hizo.

— Confío en que no sufrirás — dijo Hacı ağa — Debes ser fuerte, a la Madre Sultana no le gustan las jóvenes tontas. Ella quiere que su hijo tenga una mujer fuerte a su lado, aunque no se si seas tú la indicada.

El pasillo se hizo más largo entre las palabras que se dedicaban uno al otro. Aleksandra recordaba en su interior a Hacı ağa como un hombre bueno y justo. Se despidió finalmente de él, solo recibió buenos consejos y una advertencia.

No lo mires a los ojos o quedaras embarazada

Rio.

Su momento había llegado.

Al cruzar esa puerta y entregarse a ese hombre dejaría de ser Aleksandra Lisowska, dejaría de ser la niña, la criada, sería solo una favorita más del harem. O eso creía ella.

— Aleksandra Hatun — la llamo un hombre, lo observó. Era un apuesto joven no mayor a los treinta. Estaba delante de ella, con una mirada seria y una postura rígida — Entre a los aposentos, el sultán la espera.

La puerta se abrió, observó la sombra de un hombre delante de ella a unos metros. Este veía la ciudad, juegos artificiales y el bullicio de la misma. Era alto, fornido, se veía bien.

Se acordó.

La reverencia

No lo mires a los ojos

Su Majestad — dijo Aleksandra Hatun mirando al suelo.

No lo veas, no lo veas

— ¿Cual es tu nombre? — le pregunto él, su voz era ronca y áspera. Le gustó.

El Sultán Süleyman la tomo del mentón.

Levantó su rostro, lo observó y la recordó. Era la misma joven que había visto en Manisa hace un tiempo.

Era ella.

Su cabello pelirrojo lo cautivo.

Sus ojos verde esmeralda.

Hürrem (EDICION) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora