10 Şehzade Mehmed

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Octubre 1521, Topkapi

Después de largos nueve meses Hürrem Hatun logró tener una panza visiblemente hinchada. La joven pelirroja solo pedía dulces todo el día y postres. La misma Valide le llamó la atención, tenía que cuidar su alimentación para no tener ningún problema en el embarazo. Tomó los cuidados, fue precavida y jamás comió algo ajeno. Nur Hatun era la encargada de probar antes lo que comería, para evitar envenenamientos.

Tras el nacimiento de su hijo la Valide Sultán ordenó que Gülfem Hatun fuera la daye de su bebé. Ella tenía amplia experiencia, además conocía muy bien las reglas del harem. Ella sería una buena compañía para la pelirroja.

— Hürrem — le llamo Kemer ağa — ¿Porque tan pensativa?

Ella esbozo una tenue sonrisa.

Sus pensamientos se disiparon dirigiendo su mirada al Kızlar ağa.

— Solo pensaba — expreso — No quiero que le pase lo mismo a mi hijo. Sería triste, Gülfem es fuerte. Yo sería débil.

— Allah sabe por que pasan las cosas — dijo él.

Ella negó.

— Esto lo hizo alguien — dijo ella, Hürrem probó un bocado. Se lleno la boca de postres y prosiguió — Allah mediante será castigado severamente.

Kemer rio, le daba gracia ver como la pobre Hürrem ni siquiera podía comer ya.

— El príncipe que nazca de ti tendrá un séquito de criadas — dijo — Hoy más que nunca es importante cuidarlo.

Hürrem dirigió su mirada a Mahidevran Gülbahar Kadin. Ella tenía a su hijo Mustafa, lo que significaba solo una cosa. Este príncipe sería el heredero en primer lugar. También tenía una hija para asegurarle un buen matrimonio político.

— ¿Él será sultán un día?

— Si no muere antes que el tuyo si — expreso Kemer ağa — He alli el futuro de la dinastía.

Hürrem esbozo una sonrisa.

— El futuro de este imperio se gestara en mi vientre.

Yo estaré en lo más alto

Allí estaré

Un día yo seré

Solo tal vez

                        <>°<>°<>

El amor es lo único que no convierte este palacio en una prisión, pensó.

Aquella cuya belleza nunca se desvanece lucía triste y abatida, pensó que el sultán la podría llamar a su encuentro pero no fue así. El monarca la dejo abandonada desde hace un año, desde que conoció a la serpiente rusa. Pensó.

Su corazón se afligio con el pasar del tiempo, la única forma de sobrevivir era acabando con quien se interpuciera en su camino, dijo.

Solo los jueves veía al sultán, ese día tan sagrado para ella.

Pero ni siquiera la miraba a los ojos, el solo se acostaba con ella por obligación.

Ni mi belleza me salvo del olvido

— ¿Estas bien mami? — pregunto Mustafa.

Ella negó, acarició su mejilla.

— Ninguna León — dijo — Mi cachorro.

Él sonrió triste.

Su corazón se había roto con la noticia recibida.

Sus hermanos murieron.

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⏰ Última actualización: Oct 30 ⏰

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Hürrem (EDICION) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora