La casa King era un burdel en el cual no había ni una pizca de bondad, y era un sueño pensar en que fueran caritatitivos con alguien. Rubí King era la anfritiona del lugar y su marido, si es que así se le puede llamar a los hombres que se unen a mujeres como Rubí, era el encargado de realizar las cuentas y repartir los tragos en el lugar.
Una noche tormentosa en la cual el burdel estaba en silencio, ya que los grandes niños de elite no llegaron a realizar otra de sus épicas fiestas, se escucho un golpe estrepitoso, ansioso y furioso que llamaba a la puerta...
La bella anfritiona pidió a una de sus niñas que abriera la puerta y ordenó a las demás que se prepararan para trabajar toda la noche ya que si estos hombres se habian adentrado a la lluvia es porque realmente necesitaban la compañia de las niñas.
El golpe se repitió por un momento y Rubí en medio de tanta histeria exclamó:
-Crytal abre esa puerta de una vez, acaso no ves que los hombres piden la presencia de las muchachas más bellas de Londres.
- Ya voy señora, su esposo pidió que lleve las copas a los mesones-se quejó Crystal al no poder a basto con la tarea.
- Niña, niña vives quejándote y no puedes realizar una simple tarea- dijo ofuscada Rubí.
- Yo iré mi vida- dijo Albert; el único que tuvo el coraje de casarse con una mujer como Rubí.
- Gracias cielo- dijo Rubí un poco más calmada
El golpeteo se había detenido y algo se escuchaba en la entrada, no eran las voces de los caballeros de siempre, sino que era algo muy lejano a una voz. Lo que se escuchaba era un llanto infantil, algo que jamás imaginarian escuchar en ese lugar.
Al abrir la puerta Albert no vio nada de manera inmediata. Al sentir el llanto de la criatura bajo la cabeza y levantó del suelo a una niña mojada y recién nacida, con hambre voraz y casi morada por el frío...
Albert no daba crédito a lo que sus ojos veían, no sabía si cerrar la puerta o devolver a la niña en su lugar y esperar a que los perros de la calle se la llevaran. Albert vió cómo la niña se calmaba entre sus brazos y como empezaba a sonreir al sentir el calor de su cuerpo...
-¿Quién era amor mío?- dijo Rubí un poco impaciente al notar que la puerta se encontraba abierta pero ningún caballero había ingresado por ella.
-Rubí será mejor a que vengas a ver esto, porque si te lo digo no me creerías- dijo Albert con una voz suave y tranquila.
Rubí se acercó despació, mientras Alfred cerraba las puertas del lugar. Una vez que Albert dejó ver lo que tenía en sus brazos vio como Rubí empezaba a hablar no se sabía si con alegría o con emoción, pues Rubí, a pesar de su alegre vida deseaba profundamente formar una familia con su Albert y esa niña le daba la oportunidad...
-Albert es una niña y es preciosa-dijo Rubí- mírala es como la noche... como si fuese... como si fuese creada por la noche que tanto nos ampara
-Rubí- dijo Albert con tristeza- No es nuestra y este lugar no puede brindarle nada a esta pequeña
-No empieces, podemos darle educación y comida... su educación sería la mejor de toda la ciudad, sería una dama hecha y derecha. Sería mi niña Albert, mi niña. Mi Azul.- dijo Rubí a Albert mientras se la quitaba de los brazos.
-Tu ganas, sabes que te quiero hacer feliz. Si este es tu deseo me parece bien que sea nuestra niña, pero no vueles alto. Sabes de sobra que una niña por más dama que sea no tendrá buena reputación porque es educada y criada en un burdel. De hecho condenas a esa niña a que sea tarde o temprano parte de este lugar- advirtió Albert inútilmente.
-No me importa porque a partir de hoy Azul King será mi niña y heredera del Imperio de las joyas- dijo Rubí
-Que mujer testaruda, pero que hermoso nombre para nuestra niña- sentenció Albert mientras abrazaba a su nueva familia.
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Azul-Zafiro
RandomAzul King es una muchacha heredera de las deudas de sus familiares y decide comenzar a trabajar en el negocio familiar ya que ha sido solicitada por la clientela de sus padres. Azul cree que su destino esta sellado y no desea luchar por un cambio ya...