Capítulo 2

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-Hola señor White, ya es hora. Luz corre mucho peligro. Se encuentra muy débil y cada contracción se la lleva un paso más lejos de este mundo.-Dijo Sor Inés
- Hermana, gracias por el aviso- dijo White- ¿Cómo se encuentra el niño?
- No sabemos que será, aunque la madre le ha rogado a los cielos una niña blanca como la nieve con rizos dorados y la tez blanca como el mármol. Dios la bendiga, es una muchacha muy soñadora pero su bondad es inmensa- Dijo Sor Inés
El Sr. White se encontraba tras una puerta de roble sin pintar, se veían las imperfecciones de la madera, pero la oscuridad dibujaba en ellas figuras monstruosas que le incomodaban cada vez más. Observaba con atención la puerta y sus figuras monstruosas, aunque las horribles figuras eran producto de su imaginación y estas alucinaciones se intensificaban al oír a su niña sufrir.
Oía como Luz gritaba y pedía ayuda, sus alaridos llenos de dolor eran oídos por todos en el convento y ninguno podía hacer oidos sordos a su sufrimiento. Tras horas de esfuerzos el último dio resultado...
White impaciente iba y venía por el corredor ignorando la puerta cerrada a sus espaldas. Tras esa puerta estaba su niña sufriendo, de pronto se escucha un llanto entrecortado de un recién nacido y los gritos de su pequeña habían cesado.
Se dirigió hacia la puerta pero se detuvo, enseguida salió Ana la amiga de su hija. Ana tenía los ojos llenos de lágrimas y sus manos cubiertas de sangre cargaban a un bebé con el cordón umbilical recién cortado.
Al acercarse White pudo ver bien a la criatura y notó que era una niña con nariz diminuta, sus ojos cerrados y una boca pequeña. Pero White no quiso verla más y preguntó por su hija.
Ana contestó con más llanto y White corrió a la otra habitación,   entró y descubrió lo peor: su niña estaba más pálida que el mármol y más fría que la nieve. Su niña ya no tenía sus ojos abiertos y sus labios ya comenzaban a secarse. El silencio que estaba presente White ya no lo quería, prefería volver a la situación anterior y aguantar innumerables torturas con tal de volver a ver la luz encendida en los ojos azules de su niña. Con el dolor en el pecho cubrió el cuerpo de su hija y salió de la habitación.
Sin fuerzas ya se dirigió hasta el salón principal para ver a su nieta, ahí notó que la niña no se parecia a su madre. Era una niña de tez morena, tostada como la tierra de los bosques y campos. Vio abrir los ojos de la niña y noto que no serian claros sino oscuros como la noche cerrada. El cabello negro azabache lo único que tenia de los White era la nariz pequeña y el rasgo que poseía de los Black era el negro azabache de su cabello.
Ana sin saber que hacer se acercó a White y le entregó la niña, entre sollozos le preguntó-Señor, ¿qué hará con la niña?
-No es mi nieta este monstruo me arrebató lo que más quería. No voy a criar a esa alimaña- dijo White con desprecio
- Esa niña no tiene la culpa de nada y lo sabe de sobra. ¿Qué quiere que haga esa niña? ¡Responda por el amor de Dios!- exigió Ana
- Me llevaré esa cosa arreglela y preparen todo para velar a mi niña- dijo White enojado
Todo se hizo como White lo pidió y en dos días partió de esas tierras para volver a la ciudad. White llevaba a la niña en un moises y esperaba llevarla a un lugar en donde jamás se la volviera a encontrar y así poder estar tranquilo atormentandose por la muerte de su hija. Así que dejó a la niña en la puerta de la casa King y se fue sin mirar atrás.

Azul-ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora