NUESTRA SEGUNDA DESPEDIDA

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21 de noviembre.
Aquél día me levanté a las 6:00 AM para alistarme e ir a dejar a mi novia a la terminal de autobuses.
Era la primera vez que Molly me visitaba después de haber regresado a su estado de origen, su estado era vecino al mío pero eran 5 horas de viaje en autobús.
Habíamos pasado juntas el fin de semana en la ciudad, nos quedamos en un hotel al que ya habíamos ido dos veces antes.
Ella regresaba a su casa aquélla mañana. Regresaba porque tenía trabajo, era maestra y apenas era su segundo mes dando clases en una escuela primaria y estaba en turno vespertino. Yo me iría al trabajo también, después de ir a dejarla.

Nos levantamos al momento de escuchar la alarma. Entré a la regadera para abrirle a la llave del agua caliente, pues a pesar de que ese hotel era agradable y económico, los baños tenían un defecto, el agua caliente tardaba un poco en salir.
Ella preparaba su maleta y ponía mis cosas sobre el tocador para después empacarlas.
Después de unos minutos entré al baño para checar el agua de la regadera, ya estaba caliente. Me asomé por la puerta para llamar a Molly, ella estaba de espaldas frente a la cama y en ropa interior empacando sus cosas. Antes de llamarla me quedé observándola, se me iba por segunda vez, tendría que esperar dos meses más para volver a verla. Tenía una braga y un brasier, ambos de color negro, era hermosa, sin duda la amaba, me volvía loca.
-Amor, ya está lista la ducha, te espero, no tardes -le dije mientras le mandaba un beso, ella asentía y me miraba sonriente.
Yo estaba bajo el chorro de la regadera mojandome el cabello, Molly abrió el cancel, me miró de frente, sujeto mi cara y me besó. Sus brazos recorrían mi cintura y yo recorría su cuello con los míos mientras el agua caliente recorría nuestro cuerpo.
Al salir de bañarnos ella me ayudaba a secar mi espalda que aún estaba un poco mojada, la recorría con la toalla desde mis hombros hasta mis glúteos, se sentía tan bien, pero a la vez tan mal porque tendrían que pasar unas semanas para volver a sentir sus caricias.

Antes de salir del hotel, ella me abrazó mientras yo metía la llave en el picaporte para abrir la puerta de la habitación.
-Nos vemos en mi cumpleaños, cuídate mucho Mayita -me dijo, mientras me estrechaba entre sus brazos.
El autobús de mi Molly partía a las 7:30 de la mañana​, salimos del hotel, pedimos un taxi y nos marchamos camino a la terminal de autobuses.
Yo sentía mucha nostalgia, despedirme de mi novia era la parte más difícil después de haberla tenido ocho meses conmigo.
-Me escribes en el camino y me llamas cuando llegues a tu casa -le dije mientras la estrujaba con un abrazo.
-Está bien, cuídate mucho y esperame, son solo 6 semanas -me dijo Molly.
Ella subió al autobús y detrás de la ventanilla me decía "adiós" mientras yo sentía ese dolor de garganta y las lágrimas empezaban a resbalar por mis mejillas.

Llevaba dos maletas, en una llevaba mi ropa y en otra unos regalos que me había dado Molly con motivo de mi cumpleaños el cual había sido un par de semanas atrás.
Me senté en la banca de la parada del autobús, había mucha gente esperando su ruta para dirigirse al trabajo, tal vez a la escuela, al supermercado o a su casa, no sé.
Una señora de estatura media que llevaba en brazos a un bebé, se me quedaba mirando mucho, probablemente era porque tenía los ojos rojos, consecuencia de ir llorando camino a la parada después de despedir a mi novia.
Quería salir de dudas y saber que tan mal me veía, saqué de la bolsa lateral de una de mis maletas una cajita de maquillaje con un espejo y efectivamente era eso. Regresé a la terminal de autobuses para entrar al baño y darme un retoque, no podía llegar así al trabajo.

Eran las 8:20 de la mañana, había tardado un poco en el baño y solo tenía 40 minutos para llegar al trabajo. Me apresuré de regreso a la parada, tuve suerte, apenas llegué y mi ruta estaba ahí.

Llegué a mi destino, bajé con mucha dificultad del autobús porque había mucha gente de pie y muy poco espacio para caminar por el pasillo.
Para llegar al trabajo tenía que caminar cuatro calles a partir de dónde me dejaba la ruta, aquel día era mucho para mí, tomando en cuenta que llevaba cargando dos maletas pesadas en pleno sol de la mañana y a pesar de que estaba cerca el invierno se sentía un poco de calor.

Iba un poco tarde al trabajo, lo ideal era pasar antes a la pensión dónde rentaba para dejar mis cosas, estaba dos calles atrás de mi trabajo pero a pesar de eso no tenía mucho tiempo.
Cuando llegué, ya se encontraba abierta la tienda, era una tienda de comida gourmet. Petra, la dueña, se dedicaba a vender salsas picantes, jaleas, mermeladas, bocadillos y snacks, todo "gourmet", ese era mi trabajo, preparar la mayoría de esos productos.
Entré, dejé mis maletas abajo de la barra del mostrador, le dí los buenos días a Petra y así empecé un día más, lejos de Molly.

Molly (Primera Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora