Epílogo

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Epílogo.

      Mientras mis ojos vagan por el largo correo electrónico que mi madre ha enviado, mis labios se curvan en una sonrisa al escuchar el tumulto en el piso de arriba. Es muy difícil concentrarme en lo que ella ha escrito cuando todo lo en lo que me puedo concentrar, es en el ruido que hace eco por toda la casa.

       Cuando una gran risa resuena, me doy por vencida y cierro esa ventana, dispuesta a releer el correo cuando tenga más tiempo y mi cabeza esté de acuerdo conmigo. En este momento, solo me puedo enfocar en la felicidad que parece estar sumergida mi familia. Si bien en estos últimos años estuve llena de trabajo, también he podido disfrutar sin muchas restricciones y con eso me eh conformado, y aún lo hago.

       El fondo de escritorio de la computadora queda frente a mí y es inevitable que mi sonrisa se ensanche. Ellos detestan que tenga esa foto allí, pero a mí me encanta y nada de lo que ellos me digan me hará cambiar mi opinión. También cuento con que mi sesión en la computadora es privada y nadie más que Derek y yo sabe la contraseña. Tengo suerte de que ninguno de ellos haya querido ser jacker.

       Apagando el artefacto, me levanto y salgo de allí, caminando escaleras arriba hacia mi habitación. Sentándome frente a mi espejo, me maquillo rápidamente y recojo mi cabello rubio en un rodete. Cuando siento que esa etapa esta cumplida, entro a mi armario y me enfundo en el vestido gris perla que me llega apenas unos centímetros arriba de la rodilla y deja mitad de mi espalda descubierta. Calzando mis pies en zapatos de taco negro, estoy lista. Ahora, solo me queda ver si ellos están listos.

       Cuanto más me acerco hacia las habitaciones del lado contrario de la casa en el segundo piso, más escucho risas y murmullos, aunque todos rebotan contra las paredes, así que me resulta imposible entender lo que están diciendo. Es allí que me doy cuenta que no están en sus respectivos cuartos, sino en el común.

       Acercándome a la puerta abierta, me apoyo en la pared y saco mi cabeza solo un poco; lo suficiente para poder espiar. Y mi corazón se derrite al verlos a los tres juntos sentados en el sillón, sus ojos pegados en la televisión que está frente a ellos. Son tan diferentes y al mismo tiempo tan iguales...

       Belle se ha puesto un vestido corto crema con pequeños triángulos negros esparcidos por toda la tela y sandalias negras tipo griegas. Algo que nunca pensé que usaría, hace poco estaba convencida que los vestidos largos eran mejores, ya que cubren la extremidad de sus piernas. Sí, ella ha heredado la altura de Derek. Y los ojos verdes. Y el cabello. Aunque sí hay una diferencia, solo tiene rizos en la puntas y siempre las alisa. Hace unos meses, tiñó las puntas de su cabello de rubio. Belle tiene diecinueve.

       Bart, a quien llamé así por mi padre, no está vestido tan formal como a mí me gustaría, pero estoy agradecida de que sepa vestirse solo. Tiene las mangas de la camisa blanca arremangadas en los codos, los primeros botones están desabrochados, no la está llevando dentro del pantalón —como se debería— y la corbata bordó está bastante desajustada alrededor de su cuello. Además puedo ver el estampado de la remera que tiene debajo. En lugar de llevar pantalones y zapatos de vestir, tiene pantalones beige normales y zapatillas Vans bordó. Bueno, por lo menos sabe combinar, ¿Verdad? Él también heredó la estatura de Derek, si bien aún no es tan alto como Belle. Su cabello es castaño y siempre lo lleva despeinado. Lo que heredó de mi familia, son los ojos azules. Bart tiene dieciséis.

       Creo que Sharleen es la más formal de los tres. El vestido blanco con adornos en dorado, sus sandalias muy parecidas a las de su hermana pero doradas, su cabello lleno de tirabuzones rubios-casi-blanco y sus ojos marrones, la hacen parecer un ángel. Creo que ella es la única que salió mas como yo, de baja estatura, con mi cabello —excepto por los rizos— y mis ojos. Aunque es bastante insegura de sí misma, es un pequeño ángel. En el último tiempo no le ha gustado sonreír porque le han colocado tirantes en sus dientes y odia mostrarlos. Sharleen tiene doce.

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