Desde aquel febrero lluvioso

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¿A qué sabe la lluvia? si no es por tus poros en que las gotas se enredan y desploman suavemente en mi boca, a nada, si tan solo después de recorrer tu piel se convierte en agua cristalina. ¿Hasta allí habrá quedado mi inspiración al encontrar el deleite que gobernaba su suplicio? o quizás existe algo más hermoso que el amanecer de tus ojos reflejado en el cielo porque el viento toma fuerza cuando se cruza en tus cabellos, porque nacen más estrellas cada vez que me miras y sólo en ese momento existe mi sonrisa. No, no creo encontrarme con la nada al seguir por tus horizontes, no creo que exista alguien quien pueda desprenderme del pecho el corazón, creo que ni los números podrían contar y terminar tu amor. Porque si amanece y sale sol y no es porque despertaste entonces qué es lo que anuncia mi día. Porque si nada de lo que te digo es cierto y real qué es entonces lo que me hace escribirte con tan solo ver las estrellas, oler la lluvia, tomar café, sentir el sol y probar tu mirada.

La mayoría de cosas; sino es por decir todas, han cambiado o tienen un sabor diferente desde aquel febrero lluvioso donde se quedó mi corazón y se volvió un refugio al que escapa mi memoria cada vez que se agota un recuerdo. Por allá, por aquel febrero lluvioso en el que nos dimos un beso por primera vez y desaparecimos en un idilio. Supe, al sincronizarnos y vibrar en el mismo plano que te había encontrado.



100 Poemas Para Marte (Construyendo La Nave)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora