Día 26

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Querida Olivia,

Hoy viniste a casa y no doy más de la emoción. Fue algo muy poco planificado y que si lo hubiésemos querido hacer a propósito, seguro no nos salía.

Tu mamá le mandó mensaje a mi papá preguntándole si podían venir así te cortaba el pelo y justo mi papá había puesto la carne en la parrilla, así que vinieron a almorzar y llegaron justo cuando la comida estaba lista. Comimos debajo de la enredadera en el patio y podría jurar que nuestra bisabuela, ya fallecida, nos acompañó en espíritu.

Fue un rato donde tus papás la pasaron bien y vos estuviste al aire libre en la sombra. Lloraste un rato y, aunque parezca increíble, el ruido de la máquina para raparte no te asustó en lo más mínimo y te mantuviste calmada. Apenas terminó mi papá de cortarte el pelo, hiciste caca, después de tres días sin hacer. Y volviste a hacer al rato. Y al rato de nuevo. Para esta altura ya no tenías ropa limpia y mi mamá rescató un mameluco mío. 

Sí, usaste un mameluco mío que tiene dieciocho años y te quedó pintado. 

La verdad que no pudimos haber pasado un día más hermoso.

Y después de todo eso, te quedaste dormida en mis brazos, con tu cabecita pegada a mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón. Supongo que los latidos te calman, te relajan. Sos luz Oli y de a poco nos vamos dando cuenta de las cosas que te gustan y las que no.

Te gusta la luz, no dormís si está todo oscuro. Te gusta que haya bullicio, es como que te relaja, y si el silencio se hace presente, llorás. Te gusta que te tengan en brazos para dormir o, en su defecto, en la cama o en la cuna, para estirarte toda y tener todo el espacio posible. Cuando dormís haces mil muecas que son tan tiernas que en algún momento las voy a filmar para tenerlas de recuerdo y mostrartelas de grande.

Estoy inmensamente orgullosa de tu presencia en la familia mi amor. 

Te amo mi pequeña mariposa.

Con amor,

Tu tía/prima.

Querida OliviaWhere stories live. Discover now