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Apenas eran las 5:37 a.m de aquel día. Las cosas parecian marchar bien por el momento, sobretodo para Min YoonGi. Apenas despertó, lo primero que sus ojos -algo cerrados aún- pudieron ver, fueron al bajito pelinaranja aferrado a su cintura y reposando en su pecho, como si se tratara de una almohada para él.

¿Era necesario levantarse de inmediato?

Quería disfrutar de aquella situación un poco más, alargar ese cosquilleo que sentía en su estómago no era pecado, quería sentirse como un adolescente enamorado. Porque se sentía bien, se sentía tan malditamente bien para él, que el simple hecho de querer privarse de aquella sensación era simplemente egoísmo de su parte.

Decidió quedarse quieto y no cambiar su posición, no solo porque se sentía lo suficientemente cómodo estando de esa manera, sino también por el chico que se aferraba a él como un koala. Su cabello era suave, olía a vainilla y su cuerpo era cálido, le gustaba darle caricias, recorrer su rostro y explorarlo con sus dedos, o hacer un pequeño viaje en su espalda, bajando y subiendo poco a poco, sintiendo lentamente su respiración constante.

Lamentablemente no podía quedarse así todo el tiempo. Tenía en mente algo, por lo general la comida nos sube el ánimo a todos, y JiMin aún no le había contado el motivo de su llanto de la noche anterior. Algo dulce tal vez ayudaría con esa pena o sentimiento negativo de ayer.

Seguía sobredormido y parte de él se negaba a salir de esa cama por lo cómodo que se sentía, pero ya lo había decidido. Quiso levantarse pero no lo logró. No se trataba de su culpa, al parecer la cadena de JiMin se había atorado a la de él, cosa que le impidió avanzar.

No quería mirar el posible enrredo que tenían ambos objetos colgantes.

-Debe ser una broma...

¿No quería acaso prepararle un bocadillo a JiMin?, se rindió y puso sus manos sobre ambas cadenas. Tal vez fue porque aún seguía algo dormido, pero tardó en percatarse de la situación.

Un balde de agua fría le cayó encima. Quitó el molesto nudo lo más rápido que pudo, evitó movimientos bruscos y aunque sus torpes manos le complicaron la tarea, lo logró.

Temblaba y todo su cuerpo se llenó de un sentimiento que ni él mismo podría explicar. Tomó el dije de JiMin y luego vió el suyo. Dudó por un momento ante el miedo, pero aún así los unió, haciendo que ambos calzaran a la perfección.

La luna y la clave de sol. Nuevamente se juntaban trás doce años de separación.

-Es mentira... Es mentira... No es real... No lo es. -¿Cuántas copias en el mundo existían de ese mismo dije?

Había tardado tanto en cerrar aquella herida y nuevamente era abierta como si nada. No quería creer que todo esto podía ser una posibilidad, su mente negativa -o tal vez realista- lo obligaba a mantener aún los pies sobre la tierra.

Fue suave pero rápido a la vez. Salió de la cama, fue hasta su armario y sacó lo primero que encontró. Un buzo, una polera holgada más un polerón y unos tenis.

Apenas eran las 6:07 a.m, claramente era el único despierto en la casa, todos los demás dormían tranquilamente y a su alrededor solo había silencio. Ni siquiera quiso tomar una taza de café o comer unas galletas, simplemente salió de casa y fue en busca de algo.

Mientras caminaba su cabeza se inundaba cada vez más, pensando y pensando. Las calles aún estaban algo vacías, el cielo estaba nublado y de un momento a otro todo parecía ser una paleta de grises.

¿Y si no es él?


Min siempre se caracterizó por ser alguien que pensaba las cosas con la mente fría. Su postura, más que ser negativa, era realista y sabía perfectamente que aquello que había sucedido minutos atrás, podía tratarse solamente de una coincidencia. Sin embargo, y por primera vez se permitió subir a las nubes un rato, no quería pensar eso, él no quería que solo se tratara de los sucios juegos de la vida.

Tu de nuevo | YoonMin [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora