Capítulo 4

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Como de costumbre me pasé toda la noche en vela. Cogí una navaja mariposa que conseguí robar en uno de los otros orfanatos, me vestí y puse la navaja en el bolsillo derecho de mi chaqueta. Hoy me iba con ese tipo, el qual ni siquiera sabía su nombre. Además, ¿qué otra elección tenía? No podía escaparme, eso implicaría que me echaran del orfanato y entonces se encargarían los asistentes sociales otra vez del asunto, y no me apetece volver a ver sus caras de falsedad.

La verdad, no me importaba si era un psicópata o un narcotraficante. Solo quería justicia para mis padres y esta era la mejor elección para conseguirla. Algo me impulsaba a creer que me estaba diciendo la verdad. Lo mejor es que iba a ser libre otra vez. Sea por las buenas o por las malas.

En caso de que todo fuera mentira, podía usar la navaja y años de experiencia con peleas callejeras. Ahora bendigo al amante drogadicto de mi ex-directora por haberme enseñado todo lo que sabía de pelear. El nos entrenaba para las peleas clandestinas, para conseguir dinero rápido y fácil. Salir invicta de todas esas peleas me da suficiente confianza para creer en mi misma y de lo que soy capaz.

Me levanto de la cama y voy a preparar mi maleta. Antes, me visto con un jean negro rasgado por las rodillas, una camiseta blanca, mis viejas deportivas y una chaqueta de lana. Voy hacia el baño, me lavo los dientes y ato mi largo cabello negro en una cola alta.

Solo queda un cuarto de hora para las 8 de la mañana, la hora acordada para irnos a donde sea que me va a llevar. Salgo del dormitorio y me dirijo hacia la entrada principal. A estas horas hay algunos internos despiertos así que no fue raro encontrarme con alguno, ya era normal que bajaran la mirada cuando pasaba por delante.

Tampoco creo volver a ver a Katherine despues de lo de ayer. Ya me dejó claro que no me quería por aquí.

Espero sentada en el recibidor de brazos cruzados, perdida en mis pensamientos, hasta que siento que alguien se sienta a mi lado. Giro mi cabeza y veo al chico con quien tropecé ayer. Ruedo los ojos.

- Estas invadiendo mi espacio personal, idiota- musito fulminándolo con la mirada.

- Ayer fuiste tú quien invadió el mío cuando tropezaste conmigo, ¿recuerdas chica gótica?- Levanta la voz. No sé si ya lo dije pero este tipo es insoportable.

- No me caes bien y por lo que veo tampoco te caigo bien así que mejor no malgastamos saliva, ¿de acuerdo? Ahora lárgate – rebato.

- Antes, ¿Puedo hacerte una pregunta?- Dice calmando el tono de su voz.

- Ya me la estás haciendo. – Lo miro a los ojos

- Chica estúpida ¿puedo o no?- suplica.

- Ahí va otra- lo miro con una mueca en mi cara desvelando el disgusto que me da cada vez que una palabra sale de su boca.

- Joder, ¿sí o no? – contesta aparentemente molesto.

- Házmela y lárgate, rápido- mando mirándolo sin quitar mi mueca.

- ¿Por qué estás aquí?- pregunta verdaderamente intrigado.

Este tío aparte de irritante es idiota.

- ¿Me lo estás diciendo en serio? – Respondo mirándolo con incredulidad – eres realmente estúpido, ¿qué crees que hace una menor en un horfanato? Yo te puedo preguntar lo mismo, ¿eres un trasladado?

- Ni en broma, vengo a buscar un paquete.

¿Paquete? Seguro que se refería a drogas. Ya sabía que su estupidez no era normal, ahora comprobé que es lo que le está derritiendo las neuronas.

No era nada raro, la señora Lewis no era una persona decente, muchas veces la pillé drogada y con sustancias de procedencia desconocida en su nariz. Ahora también puedo comprar que es el orfanato tiene doble función como lugar de narcotráfico.

- Así que eres camel...- el ruso interrumpe nuestra conversación entrando por la puerta principal.

Hoy no lleva traje, va más informal. Con unos pantalones negros y una camisa a cuadros. Una sonrisa se implanta en su rostro cuando me ve. Su sonrisa se intensifica cuando ve al rubio a mi lado. Mi ceño se frunce.

- Buenos días Heather, Jared – el rubio ahora conocido como Jared asiente con la cabeza en modo de saludo. Mi ceño se frunce todavía más.

- Buenos días tío, ¿ya tienes el paquete?- ¿tío, tanta confianza se tienen? ¿El ruso también trafica?

- Espera, ¿sois camellos? – pregunto recordando lo del paquete.

- ¿Camellos, tengo joroba? – contesta Jared mirando su espalda.

- Heather, ¿qué te hizo pensar eso? – dice el ruso con cara de confusión.

- Jared dijo que iba a buscar un paquete – el ruso se pone una mano en la cara cambiando su mueca de confusión a una de diversión.

- Te veníamos a buscar a ti- dice el moreno soltando una carcajada.

- ¿Ella es el paquete? – pregunta también confuso Jared. El moreno le da una colleja.

- Sí ella es el paquete.

- ¿Pueden dejar de hablar de mí como si fuera un objeto? Gracias. – suelto moviendo mi mano delante de sus rostros.

- Bueno, ¿nos vamos?- dice el ruso haciendo el ademan de abrir la puerta. Meto mi mano en el bolsillo y aprieto con fuerza la navaja.

- ¿Antes puedes decirme cómo te llamas? - la curiosidad ya va saliéndome a flote.

- Nikolay, Nikolay Petrov.

Oh Dios, no podía ser verdad.

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Tenemos dos orejas y una boca, justamente para escuchar más y hablar menos.- Zenón de Citio

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