Capítulo 2

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Entramos en el despacho de Katherine. Mi vista esta fija en el suelo. No voy a mentir, tengo mucha curiosidad por saber quién es y no quiero mostrarme a alguien que pregunta por mi despues de nueve años débil, así que levanto la cabeza despacio y mis ojos grises chocan directamente con sus ojos azules. Es un hombre, debe tener unos treinta años. Tiene el pelo castaño oscuro, me saca como una cabeza en altura. Está enfundado en un traje que marca sus prominentes músculos. Su mirada extrañamente me transmite familiaridad y su sonrisa no era de esas socarronas a las que estaba acostumbrada a ver.

- Señora Lewis, podría ser tan amable de dejarnos solos por favor? - pregunta en un acento extranjero, ruso diría yo. Me hizo recordar mi infancia.

- Por supuesto joven- responde Katherine cerrando la puerta no sin antes darnos una última mirada.

- Bueno Heather, sé que estas confundida y seguramente estés deseando saber quién soy y qué hago aquí.

- Dios qué ingenuo, no me importa una maldita mierda que hace usted aquí, ya puede largarse, no voy ha hablar con nadie.- aprieto los puños y con la cabeza bien alta me dirijo a la puerta sin siquiera darle una última mirada.

Mi mano estaba a punto de tocar el paño de la puerta cuando siento sus rugosos dedos encima de los míos. Con un movimiento brusco los aparto.

- No te mientas a ti misma, sé que quieres saber quién soy, nueve años encerrada sin que alguien se preocupe por ti es mucho tiempo y además tengo información sobre la persona que mató a tus padres, además tú y yo tenemos más en común de lo que crees. - dice con una sonrisa.

Mis padres... ¿Qué podría saber él de ellos? ¿Tal vez fue él quién los mató?

-¿Qué quiere a cambio? - digo mirándolo con una ceja alzada e ignorando completamente su declaración. Tantos años rodeada de mala hierba me enseñaron que no puedes fiarte de nadie.

- Qué vengas conmigo, voy a adoptarte.

¿Me está tomando el pelo? ¿Adoptarme? No estaba en contra de este termino, pero para alguien de mi edad no sonaba para nada bien. Más bién me ofendió. Además no necesitaba a nadie. Me podía valer por mí misma y ya solo me faltaba un año, un año y podía tomar venganza.

- ¿Qué cree? ¿Qué soy un perro? No me voy a ir con usted. - contesto fulminándolo con la mirada.

- Si no vienes conmigo no hay trato. Es una información muy valiosa así que plantéatelo bien. Si aceptas mi propuesta mañana mismo te saco de este lugar. - me propone mirando a su alrededor con asco antes de salir por la puerta dando un fuerte portazo dejándome todavía más confusa.

Estoy tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me doy cuenta cuando Katherine entra en su despacho.

- Querida, sé que no llevamos una muy buena relación pero creo que lo mejor sería que te fueras con ese hombre. - declara andando hacia su silla.

- Lo que usted quiere es perderme de vista señora Lewis. No tengo porque irme con ese hombre. No lo conozco de nada, ni tan solo sé su nombre. Podría dejar de meterse en mis asuntos y empezar a preocuparse por los niños de este centro.

- Demasiado tarde, ya firmé los papeles por mí misma, hay mucho más tras esa información, pero yo no puedo desvelártelo, me pidió estrictamente que él esperaría el momento adecuado para contártelo, haz las maletas Heather.- Se levanta y camina hacia la puerta abriéndola y haciendo un ademán con la mano para que me retire de su despacho.

- No puede hacerme esto, no sin mi permiso, esto es completamente ilegal- me coge del hombro, clavándome su costosa manicura arrastrándome hacia la puerta.

- Mira como lo hago- me cierra la puerta en los morros.

Vieja momia estúpida.

Le doy una patada a la puerta, pego media vuelta y tropezo con alguien haciéndome caer.

- ¡Maldito bicho quítate de mi camino!- exclamo furiosa levantándome y sacudiendo mi pijama. Miro al chico, en mis dos años aquí nunca lo había visto. Tiene los ojos azules-verdosos. Su cabello es de color rubio ceniza y lo lleva bastante despeinado. Su musculosa deja ver que esta fuerte y para terminar era bastante alto. Debía tener mi edad.

- En ningún lugar esta escrito que ESTE sea tu camino y quién se ha tropezado conmigo has sido tú. La próxima vez no té distraigas patosa, por cierto ese pijama para góticos no te pega para nada.- contesta mirándome de arriba a abajo. ¿Qué les pasa a todos hoy? ¿Se convirtieron en máquinas de rayos X?

Le enseño mi dedo medio y suelta una carcajada.

-Hasta luego linda- me pasa de largo mientras se ríe entre dientes.

- Métete tus cursis palabras por el culo, imbecil.

Me voy corriendo hacía mi habitación sin que me importe volver a tropezar con otro cabeza hueca.

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No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones. - Steven Covey

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