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Cuando Namjoon y yo nos volvimos a reunir con tus amigos y tú, traté de buscar tu mirada, pero la apartabas entre avergonzado e incómodo.

No debías estarlo, esas cosas iban a ser normales muy pronto.

Esperé a que mi novio junto con tus amigos se emborracharan para así tener un momento a solas entre nosotros dos, porque así nadie se iba a dar cuenta de nuestra ausencia.

Y mi cometido se cumplió, era media noche y nadie estaba en buen estado excepto nosotros, ¿Por qué no tomaste ese día? Yo también me lo pregunto, ¿También esperabas un momento a solas para nosotros? Si era así, ese había sido un detalle muy lindo de tu parte.

Me agarraste del brazo y me llevaste hacia la cocina diciendo cosas sin sentido, poniéndote estérico en exceso, diciéndome cosas sobre lo que hacíamos, que Namjoon no merecía eso o que yo era una cualquiera y que no debía fijarme en ti.

Auch, me ofendiste y lastimaste por segunda vez, pero descuida, ibas a pagar por eso.

Traté de calmarte pero era como tratar de cortar una piedra, imposible. No me quedó otra opción que besar tus lindos labios para que dejes de hablar estupideces.

Me estaban empezando a irritar.

Correspondiste al beso de inmediato como si estuvieras hechizado por mí, bien, ya habías aprendido una regla.

Luego me miraste a los ojos, preguntándome si teníamos remedio y te respondí con un tierno no. Sólo eso bastó para que me vuelvas a besar.

Por fin te habías rendido a resistirte, por fin hacías caso a tu corazón. Al igual que yo.

Hasta ese punto, ya te tenía como quería.

Conforme pasaban los días, tratabas de saltarse algunas clases e incluso faltar a tu gimnasio exclusivamente para verme, que lindo eras. ¿Por qué simplemente no te quedaste así?

Por poco descarté el castigo que tenía para ti, hasta que te presentaste a mi casa mientras estaba con Namjoon junto a una chica, diciendo que era tu enamorada.

Oh cariño, no sabes en que te has metido.

Fingí mi mejor sonrisa y los invité a pasar, tú te extrañaste por mi reacción, pero recuerda, no todo es lo que parece.

Yo simplemente podía fingir alegría cuando en verdad era un mar de maldad por dentro, nadie se podría dar cuenta. Pero claro, eso es solo un ejemplo.

Seulgi se llamaba si mal no recuerdo, pobre de ella.

No olvides que siempre dije yo que te pertenecía, esperaba que entendieras la indirecta de que tú a mí también.

Niño tonto.

Te confundiste por la facilidad en la que me hablé con ella, tan calmada y animadamente. Sé que la habías traído con un propósito y no precisamente bueno, pero un juego se hace de dos, es una regla básica.

Y todavía no iniciaba mi turno.

Cuando terminó la cena, tú me dijiste en privado que querías hablar conmigo al día siguiente, juro que tuve ganas de reír por tu preocupación en tu tono de voz, pero de todos modos acepté.

Por favor no te molestes; pero he de admitir que esa misma noche, Namjoon me agarró y aprovechó el momento a solas para besarme e intentar algo conmigo. No quise porque no quería decepcionarte, mi cuerpo era tuyo y estaba mal que otra persona lo use ¿Cierto?

Debes de saber que Namjoon se molestó conmigo y empezó a sospechar de mí, me decía que había cambiado cuando en realidad no era cierto, la palabra correcta era que había dejado de fingir.

Todo lo hice por ti, pero no fuiste obediente.

Me llamaste muy temprano pidiendo de mi ayuda, a penas iba a dormir pero lo interrumpiste. Gracias.

Me dijiste que Seulgi estaba en el hospital y te encontrabas muy preocupado. No tenías porqué estarlo.

Le preguntaste que le pasó a los doctores, pero estos no te dijeron respuesta alguna y yo sonreí para mis adentros.

Siempre tuviste la duda sobre que le había pasado, y creo que es momento de decírtelo.

Mi turno estaba por comenzar.

prohibited  ➳  jiroséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora