2# Carta.

7.5K 1.1K 125
                                    

Respiró hondo. Abrió la puerta de aquel baño público y por millonésima vez se preguntó porqué había aceptado aquel juego. Estaba aburrido, bien. Estaba solo, bien. Estaba... en un mal momento, lo entendía. ¿Pero tan desesperado estaba como para empezar un juego con alguien que ni siquiera sabe su nombre?. Aceptaba que el tan solo hecho de haber leído la carta lo había invitado a reír, y le encantaba esa sensación.

¿Pero por qué?, no lograba comprender ni responder.

Espío en su derecha e izquierda, debajo de los baños e incluso esperó algunos minutos para ver si alguien entraba. Pero para suerte, estaba solo. Solitario. Y eso, ahora, lo agradecía más que nada.

Ya era el cuarto día que venía a verificar si aquel chico o chica—propietario del juego—, había respondido su "SI".  Y en todos aquellos días, volvía deprimido. Como si se sintiera vacío o decepcionado. ¿Cómo podría ser capaz de eso?. Es como si le hubieran dado un chocolate y luego se lo hubieran quitado... ¿Cómo se le podría llamar a eso?, bueno... Para él: se le decía romper esperanzas. ¿Y cuál esperanza le habían roto?, la de volver a reír.

Cerró los ojos, apretó sus puños hasta dejar sus nudillos blancos y con toda su fuerza de voluntad, se obligó a abrir sus párpados, comprobando su suerte.

Y allí estaba.

Un sobre blanco, nuevo. Con—seguramente—una carta dentro.

Su corazón brincó y su sonrisa deslumbró. ¿Qué era esta sensación?, emoción. Estuvo a punto de gritar eureka, de saltar y de gritar. ¡Era emocionante! Cuatro días. 96 horas. 5760 minutos. Todo ello había dado frutos. Y él, estaba agradecido.

Caminó con cautela como si el piso estuviera a punto de romperse y lo tomó en sus manos, tirando de aquel para que esté al descubierto.

Lo abrió. Sacó el papel. Lo leyó:

«Hola:

            ¡Estoy que brinco de la alegría! No pensé que alguien respondería, ya pensaba que me estaba volviendo loco, o que mi vida era una locura. Pero luego llegaste tú. ¡Eres mi jodido salvador! Bien, iremos al punto. ¿Qué tal si comenzamos?, como te he dicho, la meta es conocernos. Conocernos sin vernos, porque... Ya sabes el dicho: "Ver para creer" , ¿y sabes qué?. Yo no creo en aquel.

             Sé que puedo creer en ti, y tú en mi. Bueno, no en nosotros, sino, en nuestras palabras. ¿Tú crees en las mías?»

Asintió embobado. Y supo, que desde que había aceptado—aparte de todas las burlas de su rompimiento—, su camino había sido un poco mejor. ¡Ya! ¿Para qué seguir retrasando la lectura con los pensamientos?, a seguir leyendo, se había dicho:

           «Bien, luego me responderás en el mismo papel. Comencemos con lo psicológico: no estoy loco. Soy de ser una persona que cabrea a otras, amo un poco el deporte, amo los gatos, odio los perros... Odio historia y literatura, los juegos... Los adoro. Los monstruos, como todo chico: quiere que existan. ¡Ni me hables de los videojuegos! ¿Has oído hablar de la saga de God of War?, lo sé. ¡Pero en dos semanas pude terminarlos todos! ¿No crees que soy genial?. Y de preferencias sexuales... digamos que me gustan aquellas personas acorde a mi edad, soy un maldito adolescente. No te diré aún aquella, pero bueno...

              Habla de ti, al siguiente día contestaré. 

                                                                                                                                         Saludos, Mr. J.»

Sonrió. Sabía que esto le iba a hacer tipo una adicción, o algo para sacar su estrés. Tomó su pluma del bolsillo—oh sí, había traído su propia pluma—, y con su caligrafía más simple, comenzó a escribir:

«Yo... creo que tampoco estoy loco. Soy de aquellas personas a las cuales todos cabrean, pero también cabrea a otras. Adoro el deporte, es como mi segundo amante, amo los gatos, pero soy alérgico a ellos (lo sé, soy un maldito asmático). Adoro las leyendas, ¿has oído hablar de Slenderman?, es el tipo más genial que conocí hasta ahora en Internet. ¡Me he jugado todos sus videojuegos! Y esto es vergonzoso...»

¿Qué importaba si era directo?, total... Sólo es una maldita carta.

«Soy adolescente también, un maldito homosexual. Y mi edad es de dieciséis años, espero tu respuesta, tu juego me ha sido de ayuda en mi terrible vida

                                                                                                                       Saludos, Mr. T.»

Juego de letras (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora