Capítulo 1

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Todavía recuerdo el día que se avistaron por primera vez los alienígenas como si fuera ayer. No nos pillaron por sorpresa, claro. Pudimos verlos acercándose muchos meses antes de su llegada, y aunque no pudiéramos ver exactamente cómo era su medio de transporte, estábamos seguros de haber captado frecuencias que sólo podían tratarse de conversaciones en un idioma extraño. Cada día que pasaba estábamos más seguros de que se trataba de vida extraterrestre inteligente. Oh, seguro que podéis imaginar las reacciones de la gente, cómo entraron en pánico clamando que el fin del mundo estaba cerca, cómo dieron una señal de alarma para movilizar a ejércitos y todo el armamento disponible en el planeta... Que era mucho, MUCHO, si se me permite opinar sobre el tema. ¿Un único barco espacial contra todo un planeta? Me parecía una lucha injusta, pero cada vez que alguien trataba de proponer la posibilidad de diálogo con los extraterrestres, alguien contestaba con un "¡Son extraterrestres! Nunca se sabe lo que podrían hacer."

En mi opinión, habíamos visto demasiadas películas. Esta era la realidad. No habíamos hecho nada a ningún planeta habitado, ¿qué razones iban a tener para querer destruirnos? Si realmente se trataba de vida inteligente, lo lógico sería llamar antes de entrar. Aunque, una vez más... eso era lo lógico en la Tierra. Nada podía confirmar que la lógica en otros planetas no fuera diferente. Pero lo más intrigante de todo era ¿por qué nos buscaban, y cómo nos habían encontrado? Su curso iba claramente en dirección a la Tierra, eso era inequívoco. ¿Habrían recibido alguno de los mensajes que enviábamos con la esperanza de encontrar vida?

Todo el planeta estaba expectante. En toda la historia de la humanidad jamás se había visto algo igual. Un momento realmente trascendente iba a llegar y no podíamos hacer más que esperar. Esperar... e intentar saber tanto como pudiéramos.

Expertos en traducción de todo el mundo se reunieron con el objetivo de tratar de descifrar las conversaciones escuchadas en la nave extraterrestre, sin éxito alguno. Enviamos nuestros propios mensajes impacientemente, sin obtener respuesta; sin embargo la nave seguía avanzando inmutable hacia nosotros, de una forma constante que nos permitía medir bien cuánto tardarían en llegar. Personas de todo el mundo se prepararon para el apocalipsis en búnkers subterráneos. Grandes pantallas mostrando la cuenta atrás para la llegada de los alienígenas empezaron a aparecer en las ciudades. Muchos abandonaron su religión, y otros, para no variar, se negaban a aceptar los hechos y tachaban toda la conmoción de los alienígenas de locura científica y/o herejía. Pero nada de eso cambiaba el avance extraterrestre. Los gobernantes mundiales iban de una actitud pasiva al pánico absoluto. Doy fe de que hubo muchas reuniones muy cómicas, aunque el tema fuese muy serio, por supuesto.

Por entonces yo ya me había olvidado por completo de mis sueños de la infancia, y aún sabiendo que la existencia de los alienígenas estaba a punto de confirmarse, me resultaba extrañamente difícil volver a sentir la ilusión de antaño. En mi mente sólo había números y, sobretodo, un miedo e incertidumbre que me impedía pensar sobre el tema con claridad. Una vez más, algo ordinario. Demasiado adulto. De haber sido aún un niño habría estado emocionado, impaciente por conocer a nuestros nuevos amigos espaciales... Pero quizá el pensamiento de que pudieran ser enemigos espaciales no desaparecería jamás de las mentes de los terrícolas.

Una noche, para mi sorpresa, me había sentado en la mesa de la sala de estar y por impulso me había puesto a dibujar alienígenas de nuevo. Hacía años que no levantaba un bolígrafo para dibujar así que empecé con algo de torpeza al principio, pero enseguida estaba haciendo retratos de alienígenas como si el tiempo no hubiera pasado. Recuerdo que al principio, en los dos primeros dibujos, plasmé todo el miedo y la inseguridad que sentía hacia la situación de los extraterrestres. Dibujé criaturas horribles, amenazantes, con un nivel de detalle que me sorprendió a mí mismo. Sin embargo, después de aquello me encontraba un poco más relajado y pude hacer trazos más sueltos, más agradables a la vista. Parecían las mismas criaturas anteriores, pero con un diseño más simple y más amigable, incluso adorable. No eran criaturas que hubiera dibujado antes alguna vez, pero sentía que esas imágenes habían estado en mi cabeza incubándose durante un tiempo...

¡Paco, Viajero Espacial!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora