Capítulo 4

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Después de arduas discusiones y reuniones entre todos los dirigentes mundiales para tratar lo que sería el mayor acontecimiento de la historia de la humanidad, la Tierra en su conjunto daría al fin su respuesta a la proposición alienígena: Sí.

Si algo caracterizaba al ser humano era la confianza en cuanto a sus capacidades, avances tecnológicos y progresos. ¡Por supuesto que estábamos preparados para conocer extraterrestres! Si la Tierra no estaba preparada para algo así, entonces ningún otro planeta lo estaba. El tiempo diría si esa confianza estaba justificada.

Esto significaba que era el momento de que me preparara para decir adiós a mi planeta y embarcarme en el primero de muchos viajes por el cosmos. Tenía sentimientos encontrados respecto a ello. Estaba emocionado ante la premisa de los nuevos conocimientos que adquiriría, las cosas que probablemente ningunos ojos humanos salvo los míos iban a ver... Pero naturalmente, iba a echar de menos terriblemente a todas las personas que hasta entonces había querido. Nadie podría irse conmigo, y lo más seguro sería que no volviera a verlos en mucho, mucho tiempo.

La partida fue pronta y las despedidas dolorosas. Antes de que pudiera arrepentirme de nada, Floyd, Miguel y yo estábamos a bordo de la nave con la que ellos habían aterrizado por primera vez, listos para el lanzamiento. Cadenas de televisión de todo el mundo inmortalizaban el momento con esa pasión que sólo los reporteros podían mostrar. Francisco García, artífice de la alianza entre la Tierra y los extraterrestres, Viajero Espacial, embajador del planeta. Lo único que les faltaba era ponerme un nombre de superhéroe, o algo así...

Una vez habíamos despegado y dejado atrás la atmósfera, la humanidad, dando paso a un infinito paisaje de estrellas, me invadió una extraña paz. Después de tanto tiempo rodeado de cámaras de televisión, tentáculos alienígenas toqueteando en mi cerebro, salas de conferencias, papeleo e informes que firmar, ceremonias varias, horarios que seguir... todo estaba de repente tranquilo y solucionado. A esas alturas ya casi me había olvidado de lo que era el silencio, así que encontrarme sentado en aquel silencio absoluto, casi antinatural, mis compañeros de viaje ocupados pilotando nuestra embarcación; era como una bendición para mí. Ya me ocuparía de aprender a ser un viajero espacial cuando hubiéramos llegado a... donde quiera que nos dirigíamos. En ese momento sólo quería disfrutar de las vistas y olvidarme de todo. Una vez estuve concentrado únicamente en la lenta sucesión de estrellas ante mis ojos, noté cómo mis párpados empezaban a cerrarse poco a poco. Al final se lo permití. Incluso siendo la primera vez que viajaba fuera del planeta, en el abrigo del espacio exterior me sentía extrañamente seguro. Pensando en mi madre, ahora tan lejos de mí, dormí como no había dormido en casi dos años.


Un salto por agujero de gusano después, desperté con una sonrisa en la cara, un sabor dulce en la boca y el pensamiento de que todo iba bien en el mundo. Para mi sorpresa, cuando levanté la vista no encontré a nadie pilotando el vehículo. Me sobresalté por un momento, levantándome repentinamente y dando trompicones hasta los asientos vacíos, lo cual me dejó algo mareado y casi hizo que consiguiera mi primer chichón espacial. Estaba bastante oscuro, por lo que en unos segundos me di cuenta de que la nave estaba probablemente apagada. De hecho no notaba ningún movimiento por parte del motor... Aunque sí mío. Me sentía extrañamente ligero a pesar del traje, probablemente por el cambio en la gravedad. Además, no podía ver las estrellas a través de las ventanas. De hecho no veía nada a través de las ventanas. Sin embargo después de unos segundos completamente quieto me di cuenta de que notaba un suave temblor bajo mis pies. ¿Dónde estábamos?

"¿Qué...?" Caminé lentamente por el reducido espacio de la nave, tratando de encontrar a Floyd y Miguel con la mirada y evitando flotar demasiado. "Eh... ¿amigos?" Siendo sincero, no tenía ni idea de si tenían capacidad auditiva más allá de la que adquirían conectándose a mí. Si no estaban ahí, eso sólo podía significar... que habíamos aterrizado.

¡Paco, Viajero Espacial!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora