Susurros de un Árbol

Sabiduría doliente

Sentí en mi cara algo poco puntiagudo que golpeaba rápido y pausadamente, como si estuviera indeciso, empecé a escuchar la voz de un niño diciendo:

-Disculpe, disculpe, oye- diciendo esta última palabra más larga y graciosa después pareció que le pregunto a otra persona- ¿está viva Abuelo?

Supe en seguida que no estaba en cualquier lugar si no en un almacén de madera, abrí rápidamente mis ojos y me levante en sobresalto; cuando miré estaba un niño pequeño moreno de ojos oscuros y curiosos, en sus manos tenía una ramita, llevaba puesto una chamarra negra y desgastada, al lado de él estaba un anciano de cabellos plateados y su rostro arrugado, cansado con una expresión dura.

-Si está viva abuelo- dijo el niño con una radiante sonrisa

Inmediatamente le dije:

-Disculpe mucho la intromisión a su propiedad- dije muy apenada y bajando la mirada.

-No se preocupe- fue demasiada inesperado su repuesta, aún que su voz era rasposa y grave, tenía cierto toque de dulzura.

-¿Por qué estabas diciendo mucho "Evosh" mientras dormías? es una palabra muy rara- su abuelo volteo a mirarlo con algo de reproche, pero aun así le conteste.

-Es el nombre de la persona con la que estaba antes de perderme.- no sé qué en realidad sea, el anciano se quedó pensando unos segundos.

-Tengo algo de curiosidad, podría responder algunas preguntas.- asentí con la cabeza.

-¿Por qué una jovencita está en estos bosques perdida?-

-Mmm...este...es algo complicado de explicar, pero estaba con un conocido de viaje y fuimos asaltados en el autobús, así que escapamos y nos adentramos a este perdiéndonos, ahora no sé dónde está.- claramente le mentí con un poco de veracidad.

-oh vaya, ¿no quiere que le ayudemos a encontrarlo?

-No gracias- el niño se quedó mirando fijamente a mi mano vendada

-¿Qué te ocurrió en la mano?- pregunto el niño

- Ah, esto- volteando a ver mi mano y fingiendo que no me dolía el moverla- solo es una heridita.

-Sé cómo curar ciertas cosas, podría ver su mano- tragué algo de saliva, pero se notaba que sus intenciones eran buenas

-Sip!, mi abuelo puede curar de todo.

Me quité la venda y le mostré mi mano, el anciano se pasmó demasiado y me dijo preocupado:

-Esta es una herida muy grave, no debe de tener más de un día- me dijo con voz algo temblorosa y me miró con más curiosidad – ¿cómo se la hizo?

Me quede pensando durante unos segundos

-Con aceite caliente- intente que no se notara la inseguridad de mi respuesta

- No creo que se pueda sanar mucho ya que no es una herida hecha por una simple quemadura de aceite caliente.

Quité rápido la mano y me alejé un poco, temí que descubriera algo mínimo de la mentira que dije ya que empezaba el a dudar de mis palabras.

-Perdone

- N...no se preocupe, solo quería ayudarme.

- Me presento, mi nombre es Ehecoalt- dijo el anciano

-Y yo soy Atzin!- dijo el niño orgulloso, de su nombre

- Me llamo Heidi- repentinamente me llego la curiosidad -¿en qué dialecto está?

-Náhuatl- contesto Ehecoalt

-¿Saben hablarlo?

- Por desgracia no quise aprender a hablarlo preferí quedarme solo con un idioma-baje un poco la mirada, comprendiendo que así luego suele suceder.

-Me tengo que ir- parándome y tomando mis cosas podrían encontrarme fácil aquí e involucraría a estas personas.

-No es necesario que se vaya-dijo Ehecoalt

-Gracias, pero es necesario aprovechar el día.

-Solo déjeme hacer una cosa por usted-

Ehecoalt miró a Atzin y supo de inmediato lo que significaba, el niño salió rápidamente, no sabía que era. No puedo fiarme fácilmente de estas personas ya que no los conozco por completo, puse mi mano izquierda en la vaina de la daga, por cualquier circunstancia; la cubría mi chamarra y se confundía como si estuviese agarrando mi bolsa.

El anciano no dijo nada durante un rato, hasta que se levantó con bastante dificultad que no me tuve más opción que ayudarlo, el señor me agradeció con un gesto, este tomo un poco de leña, y sin voltear a verme.

-Sé que tiene una daga y comprendo que no confié en nosotros- aun sin voltear - pero ¿Por qué una señorita tendría un conjunto así? Sólo que sea cazadora.

Maldición, es muy astuto, tenía la daga debajo de mi chamarra y lo disimule muy bien, ¿qué hago? Si le sigo diciendo mentiras solo serán en vano.

Suspiré

-Sólo le podría decir cierta información ya que la mayoría no puedo decirla- este se conformó con mi condición.

-Se podría decir que estoy metida en un asunto extraño, entre una guerra y yo asesine para protegerme a uno del bando contrario de la persona con la que estaba, así que me buscan, se dieron cuenta de que escapamos y nos persiguieron en el bosque.

-Así que esta persona te dio esa daga para que te defendieras

-Sí

-¿Quiénes son los que la buscan?

-Disculpe pero por su seguridad sería mejor que no tuviera más información.

-Comprendo

-Y esa herida...

-Digamos que me arriesgue para que una persona no fuese carbonizada.- el anciano se me quedo mirando con aun más interés. Se guardó silencio.

-Hace dos años conocí a una persona que estaba luchando en una extraña guerra como tú, mi esposa y yo lo salvamos de una muerte trágica, él como agradecimiento, a mi esposa la curó de una enfermedad crónica, fue tan extraño como lo hizo, tan solo dijo unas palabras y como un milagro de dios se curó.- su voz sonó tranquila y en sus ojos se mostraba dulzura y delicadeza.

¿habrá sido un algersthem a quien conoció?

-¿Recuerda su nombre?

-Sí, era Alfred. Estoy muy agradecido con él, hubo un tiempo en el que él y yo fuimos amigos, pero después dejo de visitarme, mi esposa hace un año que falleció y hubiese deseado que hubiera estado en sus últimos momentos- en sus ojos se asomó un brillo solitario, ahogado en tristeza.

-Mis condolencias

-Gracias

Atzin regresó con falta de aire, parecía que corrió una larga distancia, nos acercamos en la entrada ya con mis cosas listas; tenía enlodado sus viejos zapatos y en su mano un pañuelo, con algo dentro. Se acercó a su abuelo, dijo:

-Aquí están- entregándomelo

-Me gustaría que aceptara esta comida.-dentro había bastante pan y de mis favorito "pan de queso" y "bocado de dama"; al igual que unas manzanas y una botella de agua.

-N...no, ya es suficiente el que me hayan ofrecido quedarme.

-Por favor- dijo el niño- es el que prepara mi mamá.

-Bueno, muchas gracias- acaricié su cabeza.

-Que tenga buen viaje.- asentí con la cabeza y cuando ya cerraba la puerta agregó- nueva esperanza, algersthem.

Di un vistazo rápido, y ya...ya no se encontraban ¿qué ocurrió? Desaparecieron sin dejar nada.