El Alba

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― ¡Heidi!

Wilthel le lanzó una mordida rápidamente, pero este la esquivó rasgándome el hombro y dejándome una herida en él. Evosh sacó su espada y se abalanzó contra el hombre agilmente; mientras él luchaba con este me paré inmediatamente y con dificultad. Con el hombro rasgado, el dolor en la mano y la débil respiración que tenía era el colmo de todo. Evosh gritó:

― ¡Ailuries! ― se produjo una gran esfera de luz, corrió inmediatamente hacia nosotros antes de que esta se expandiera por completo, apenas amanecía pero seguía estando obscuro. Me subí al lomo de Wilthel y salimos huyendo. A un par de metros se produjo una ráfaga acompañado de un sonido estrépito, el cual nos aturdió.

Miré al cielo por detrás y el primer alba se asomó en el cielo matutino, sólo faltaban unos minutos para que fuera completamente de día; en el terreno había una silueta agudicé la vista... esta era del hombre, ahora nos perseguía.

― ¡Chicos! Nos está persiguiendo

Unas punzadas en la cabeza me estaban irritando, no disminuía el ardor de la herida, ni el de la mano; aún podía sentir sus manos en mi cuello. Wilthel fue mucho más rápido que casi dejaba a Evosh.

― ¡¿Qué hay de Evosh?!

El cielo se iluminó por completo, que hasta la última estrella fue cubierta. Miré otra vez por detrás y noté algo extraño en este; se había quedado parado por completo.

― h...ha parado ― dije mascullando

―Eso ya no importa ― repuso Wilthel

Siguió corriendo mientras miraba la borrosa silueta del hombre, este se empezó a desvanecer poco a poco. Evosh nos alcanzó, comenzó a guiarnos el camino, pasamos por un claro enorme, pero Wilthel no quiso parar en ningún momento, su respiración era rápida y no hacía caso a mis gritos desesperados para que parara. Recorrimos todo el bosque hasta llegar al otro extremo, cuando Evosh gritó.

― ¡Deténganse!

Wilthel hizo caso a la indicación, me dejó bajar de su lomo, aún sentía los malestares y el profundo miedo de morir, el corazón me latía como un tambor que lo podía sentir en mi mano, temblaba un poco; al bajarme de él, perdí el equilibrio sin poder evitar caer. No logré levantarme enseguida, así que me erguí para no mostrar mi dolor.

¿por qué hemos parado?

― Hemos llegado

Susurros de un ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora