CAPITULO 8

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Nadamos un rato, hasta que comencé a notar que de vez en cuando dirigía su mirada hacia cierto punto, pero no quise voltear a ver de que se trataba supuse que era alguna chica llamando su atención y preferí ahorrarme de disgusto ignorando la situación. Cuando de repente me preguntó

-¿Deseas tomar algo?- a lo que asentí e inmediatamente llamo a un mesero y ordenó un par de bebidas. Estábamos aun dentro de la picina cuando de repente de me atrajo hacia él y comenzó a besarme el beso fue subiendo de intensidad y yo le respondí hizo que la piel se me pusiera de gallina nuca nadie me había besado de esa manera y la verdad besa muy rico, no daba crédito a lo que estaba pasando y el seguía besándome, me colgué de su cuello y el me cargo, yo rodee su cintura con mis piernas y él me recargo sobre la pared de la alberca; en ese momento llegó el mesero con las bebidas y nos separamos, entonces el volvió a mirar a ese lugar que tanto llamaba su atención y yo también decidí voltear, para ver que era lo que veía y me di cuenta que a quien tanto veía era a Julián quién también nos observaba. Sentí como si me hubieran clavado un puñal en el pecho pues caí en la cuenta que solo me había besado para que él nos viera, para que supiera que yo le pertenezco. La ira se apodero de mí en un instante y me retiré sin decir nada salí de la alberca y me recosté a tomar el sol tenía unas ganas inmensas de llorar pues me sentí usada pero me logré controlar; poco después le pedí que camináramos por la playa para tratar de olvidar lo sucedido a lo que el accedió pero lejos te tranquilizarme me sentía cada vez más incómoda viendo por el rabillo del ojo como Max tratando de disimular no dejaba de ver a todas las mujeres que se cruzaban en su camino y en ocasiones no dejaba de verlas hasta que salían de su campo de visión, cada vez que me daba cuenta sentía como si me a travesaran con una espada y fue cuando le dije:

- regresemos al hotel – él solo asintió y me siguió; odiaba ese silencio perpetuo entre nosotros que ya se estaba volviendo una costumbre, al llegar decidí quedarme en una de las mesas de ese bello y hermoso jardín que tenía el hotel, el decidió acompañarme y yo pedí una limonada.

_ ¿No tienes hambre? – me dijo

-No – respondí – si tú tienes hambre ordena algo- de pronto una chica de una excelente figura se cruzó por nuestra mesa y como de costumbre él no perdió la oportunidad de comérsela con la mirada, ya no soporté más esta situación le arrojé la limonada en la cara  diciéndole

_ Esto es para que te refresques esposito, para que no se te suba el calor y salí de ahí lo más de prisa posible, sin decir nada más, no sabía a donde ir pero cuando me encontré a un trabajador del hotel al cual le pregunté qué lugar me recomendaba para dar un paseo, este me sugirió ir a un lugar arqueológico que se encontraba muy cerca de la zona. Subí a la habitación a bañarme y cambiarme y salir a conocer ese lugar; pedí en el hotel un guía que me acompañará a ese lugar.

 Subí a la habitación a bañarme y cambiarme y salir a conocer ese lugar; pedí en el hotel un guía que me acompañará a ese lugar

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Cuando llegamos en verdad era un lugar hermoso esas edificaciones antiguas le daban un aire mágico a ese lugar y para complementarlo se observaba el mar desde ahí, sentí en ese momento una paz, una gran tranquilidad que me había hecho olvidar todo lo sucedido no me di cuenta como se pasó el tiempo y debía volver a el hotel y así lo hice. Al llegar a la habitación me recosté pues me sentí cansada, minutos más tarde Max se recostó a mi lado y me preguntó – ¿Pasa algo Vania? A lo que respondí

Esperando el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora