Capítulo 11

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N/a. Toda la vida de Sonia está inspirada en el sountrack del contenido multimedia. Este capítulo, especialmente . Disfruten

Muchos años después de la época en la que actualmente estoy narrando podremos encontrar una mujer con fuerza de hierro, ingenio de diablo y corazón de piedra. Esta mujer inquebrantable poco tiene que ver con la joven e impresionable Sonny, pero aunque me cueste mucho creerlo son la misma persona. Una cadena de acontecimientos desafortunados y uno que otro que pareciera bastante feliz en su momento dieron paso a esta mujer. Pero no vayamos tan lejos, esa mujer de acero que pasaría a ser una leyenda no se dio únicamente por las decisiones y los hechos que marcaron su juventud, sino por lo que Victoria Natera, la venerable abuela de la familia Robles, llevaba años anunciándolo a los cuatro vientos: El fuego de la guerra y la revolución, que ardía ferozmente en las venas de Sonia Robles.

La cuestión es que cuando la pequeña Sonny era una niña, ese fuego se quedó ahí, en sus venas y arterias, conviviendo feliz y armoniosamente con sus glóbulos rojos, blancos, plaquetas y plasma, ese fuego se quedó oculto, lo que hizo de Sonny una persona un poco insegura y hasta cierto punto cobarde y conformista. El fuego estaba ahí, su abuela lo miraba en sus ojos, simplemente no se había manifestado. En cambio, en su edad adulta, era todo lo que podías ver, e incluso a veces, cuando estaba de muy mal genio, hubo quienes se quedaron paralizados al ver su ojos de miel, que parecían, y cito textualmente a su compañero de batallas: "dos bolas de fuego amarillas salidas del mismísimo infierno, conjuradas especialmente para tu destrucción"

Pero no es que de un día para otro ese fuego violento y atronador, ese poderío inquebrantable, apareciera así cómo así. No es que un día las llamas explotaron y se convirtió en esa persona. Fue lentamente, como todos los fuegos, se manifestó poco a poco con pequeñas llamas, hasta que se convirtieron en un incendio abrazador. Aunque más bien todo comenzó con chispas, unas pequeñas chispas escaparon de su torrente sanguíneo y comenzaron el tortuoso camino hacia la historia. Sonia amaba a historia, pero nunca se imaginó que su propio nombre pasaría a formar parte de las letras doradas en el libro de la guerra.

Sin embargo me estoy adelantando demasiado, porque lo que verdaderamente me importa a mi es narrar (por ahora) ese momento en el que esas chispas comenzaron a dejar en visto a esa leyenda, apenas un poco, lo suficiente para que los demás vislumbraran un atisbo de esa guerrera que más tarde pasaría a ser. Y esas chispas brotaron poco antes de la más larga, desesperante y (gracias a dios) única época de cobardía de Sonia Robles.

Eso fue dos o tres días después de la ida al cine, después de que Sonia supiera la terrible verdad sobre Snape, después de que tuviera que replantearse todo lo que había tomado como cierto a lo largo de toda su vida. Encontró muy pocas cosas de las que realmente dudaba, entre ellas estaba el amor que su madre pudiera sentir hacia ella, si J.K Rowling era una sádica por hacer sufrir a un hombre de ese modo y por matar a gente tan maravillosa (aunque fuera ficticia), tenía grandes dudas sobre si merecía llevar el apellido que tenía. Pero asombrosamente no dudaba del amor. Sabía que amaba a Rachel, así como se ama a una hermana mayor, así como se ama al aire que respiraba y a la sangre que corría por sus venas (que, como ya dije, dudaba merecer), sabía que amaba a Otis con todo su corazón, que daría sus dos ojos (la parte que más le gustaba de su propio cuerpo), los oídos (sin los que no podría escuchar música jamás), las manos, el corazón y los riñones en bandeja de plata si fuera necesario. Sabía que Alekséi era ese hermano que Cesar no quería ser, sabía que lo adoraba con una parte enorme de su propio corazón, que si algo llegaba a sucederle a él se sentiría como la muerte. Y Sabía, sobre todas las cosas, que amaba a Paula Betancourt mucho más de lo que podía describir, que las flores de verano sobre los cristalinos lagos de las tierras ancestrales de su familia parecían insulsos comparados con su belleza angelical, sabía que el roce de sus manos era mejor que la mas costosa de las sedas chinas, que sus labios carnosos eran el mejor manjar del planeta que hasta la Coca-Cola se quedaba corta (bueno, esa niña era una exagerada, todos sabemos que no hay nada mejor que la Coca-Cola), sabía que no le importaba dejar este mundo en medio de la devastación si los ojos verdes de su amada eran lo último que pudiera ver, sabía que no existía un mejor lugar en el planeta tierra que ese hueco entre sus brazos, y que nunca, nunca jamás querría escuchar otro sonido si no podía escuchar el latido de su corazón acelerado golpeando contra su pecho.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2018 ⏰

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El Peón Negro (Trebejos Negros Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora