Capítulo 5.

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Hermione se había largado con una rapidez que no parecía humana cuando su parte racional volvió a la vida y recordó a quién estaba besando. La jornada laboral de la castaña había transcurrido, para su sorpresa, con normalidad después de ese beso. Aunque no pudo evitar rodar los ojos cuando vio el guiño que le dedicó la tal Pansy cuando salió del reservado junto al resto de hombres y Draco.

A las cinco y media, Hermione suspiraba con cansancio mientras cerraba el local y bajaba la reja. Se giró y aguantó el grito que quiso escapar de su garganta cuando vio a Draco a dos pasos de ella. Y vestido de paisano. Sin trajes de diseñador caro y mierdas de esas.

—¿Qué haces aquí?

—Acompañarte a tu casa.

Hermione puso los ojos en blanco y comenzó a caminar pasando de largo al rubio. Éste no tardó en ponerse a su lado, caminando con tranquilidad mientras encendía un cigarro y comenzaba a fumar.

—No necesito que me acompañes, gracias. Soy lo suficiente mayorcita como para ir sola a mi casa.

—Ya —dijo él y Hermione lo miró con una ceja arqueada. Sabía que el rubio no había terminado de hablar—, pero me da igual.

Rodó los ojos una vez más y apresuró sus pasos, maldiciendo por lo bajo al ver la facilidad con la que fue alcanzada. Seguramente por las piernas largas y fuertes que tenía el hombre. «Normal», pensó con amargura. «Como mide casi dos metros mis pasos deben ser de pingüino para él».

Draco comenzó a reír de repente y ella se paró en seco, mirándole una vez más con una de sus cejas arqueadas.

—¿Qué es tan gracioso? —inquirió.

—No es por nada —comentó él con una sonrisa petulante—, pero pasamos delante de tu casa hace cinco minutos. A no ser que quieras ir al veinticuatro horas que hay bajando la calle creo que deberíamos dar la vuelta.

—¿Deberíamos? —cuestionó y se cruzó de brazos—. ¿Cómo que deberíamos?

—¿No pensarás dejarme a la intemperie a las cinco de la mañana, no? Con lo buena que parecías en el bar —dramatizó el hombre y Hermione se cuestionó si ese rubio era realmente el jefe de una mafia o el de una guardería.

—Mira, campeón, me pillaste desprevenida en el bar —se quejó y comenzó a caminar a su casa—, pero ese beso no cambia nada. Sigues sin caerme bien. Eres un prepotente que se cree un dios o algo parecido. Y, deja que te lo diga, pero no lo eres.

—Eres la primera mujer que me compara con un dios —dijo tras comenzar a caminar detrás de ella y Hermione lo miró incrédula—. Pero sí que me han dicho que soy demasiado perfecto para pertenecer a este basto mundo de mortales.

—¿Tú te escuchas cuando hablas? —inquirió ella—. ¿Puede existir alguien más narcisista?

—Claro que me escucho cuando hablo, no estoy sordo —contestó el rubio—. Y sí, seguro que hay alguien más narcisista, pero como tus posibilidades de conocerlo son prácticamente nulas soy la persona con más amor propio que vas a encontrar.

Hermione suspiró y buscó las llaves en su mochila para abrir la puerta de su bloque de apartamentos, trató de cerrar con rapidez pero no consiguió dejar al rubio fuera. Suspiró una vez más y se subió al ascensor con el hombre demasiado cerca de ella. Rodó los ojos cuando vio la sonrisa orgullosa dibujada en los labios ajenos.

—Eres idiota.

—Sí bueno, pero este idiota te pone —comentó el rubio y Hermione se giró para replicarle.

—No te inven...

El resto de palabras murieron cuando los labios de Hermione se encontraron con los de Draco. El rubio rodeó su cara con sus manos y tiró de su labio inferior con los dientes hasta que Hermione abrió loca y dejó entrar la lengua de Draco.

Dark paradise [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora