No te pido que vuelvas.

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Lo que no sabes es que yo fui la que me quedé con un beso tuyo, de los miles que tenías, y que a cambio te llevaste una parte de mí. Lo que no sabes es que yo te esperaba desde hacía tiempo, y llegaste a última hora, cuando daba por seguro que ya no.

Lo que no sabes es que fuiste un oasis en mitad del desierto. Lo que no te conté es que tenía mil cosas que decirte, y que en todo este tiempo, no tuvimos tiempo.

Que por momentos, preferí que hubiese sido de otra manera, pero que prefiero que fuese como fue. Que es cierto que a veces lo que menos me importaban eran los 90 minutos. Que me quedé con mil palabras en la garganta que terminaron haciéndose nudo y no salieron. 

Ojalá que en algún momento te acuerdes de lo que dejaste aquí y que tu corazón sea consciente de donde realmente fue feliz y necesite volver no sólo a sus raíces, sino a donde sintió verdaderamente el calor. Ojalá que tu cabeza recuerde mi nombre en alguna publicidad de carretera, que conozcas a alguien con mis manías, mis gustos o que algún gesto te recuerde a mí. Que entres a cualquier lugar que use el mismo ambientador de mi casa. Y por eso, tan sólo por eso necesites saber cómo me va o qué fue de mí.

Todo lo que no sabes es aquello que no quise o no me atreví a decirte, y hoy me sale a modo de fuego, de rabia, de tristeza. Que no te estoy pidiendo que vuelvas, pero ojalá necesites hacerlo y entonces entiendas que no te lo mereces.

Esto no es poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora