Mi número favorito.

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Aquel diecisiete fue distinto. 

Nada importaba, nada dolía, excepto el tiempo que iba pasando hasta que llegaste.

Tenías prisa.

Aquella fría sala de espera nos llenaba de sueño, de incertidumbre, de miedos y de esperanza. Hasta que sí. Aquel llanto nos anunciaba que tú ya serías nuestro amuleto para siempre, nuestra fuerza y nuestras ganas, nuestro motivo por el que hacerlo todo. 

Aquellos ojos negros nos saludaron en silencio, observándonos uno por uno como quien saluda al entrar en algún sitio. En nuestras vidas, por ejemplo.

Lágrimas, de emoción, de ganas. Lágrimas de: por fín.

Desde entonces aprendimos a amar mucho mejor, nuestro mundo se hizo un poquito más grande, aunque todos lo veíamos en miniatura contigo. 

Nunca imaginé que algo tan pequeñito pudiese llenar tanto una vida. Jamás pensé que llegaras así, prácticamente sin esperarlo y con una fuera en el llanto desbordante, la fuerza del primer suspiro. 

Amor a primera vista que va creciendo con el paso del tiempo: tus ojos, tu boca, tú...

Que le jodan al mundo. Ahora tú eres lo primero en mi vida. 

Esto no es poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora