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Sus ojos pesaban, se quejó y su garganta dolió, como si no tuviera voz. Intentó con esfuerzos abrir sus hermosos ojos, lo logró, pero ardió, la luz, la estúpida luz la estaba matando. Volvió a cerrar los ojos e intentó levantar una mano para cubrir su cara y así poder abrirlos de nuevo pero entonces se dió cuenta de lo débil que estaba

Abrió la boca, apenas despegando sus labios resecos, tenía sed, la garganta comenzaba a arderle y al intentar gemir o hacer algún sonido nada salió de su boca, al contrario comenzó a doler más

Respiró fuertemente recordando...esos hombres...se estremeció de pies a cabeza...no recordaba exactamente cuántos días había estado allí pero eran alrededor de una semana. Habían más, habían muchas chicas más, y no estaban hacía tan poco tiempo, esas chicas llevaban meses allí siendo drogadas, golpeadas y violadas. Ella reconoció a unas cuántas porque eran famosas, y otras le habían contado que eran simples chicas sin hogar o muy pobres y que nadie haría nada por buscarlas, que nadie las lloraría... exactamente como ella, nadie notaría su ausencia

Cada día vio como muchos hombres pagaban miles para acostarse con la "hija de alguien" o con alguna de las tres modelos jóvenes que estaban allí

La puerta de la habitación se abrió haciendo un pequeño ruido, ella abrió bruscamente los ojos y se quejó de la luz una vez más. La persona que entró lo notó y la apagó, corrió un poco las cortinas para que entrara algo de luz sin dañar los ojos de la pequeña en la cama

- Hola- susurró acercándose a ella- Ya puedes abrir los ojos- sonrió y se sentó junto a la cama en una silla, ella abrió los ojos con lentitud y enfocó su vista en el hombre que la había salvado

- Ho...la- susurró con esfuerzo, Max rápidamente tomó el vaso y el popote, se lo acercó a la boca y la ayudó a beber un poco- Gracias- susurró con un poco más de voz

- No es nada- le sonrió él

- Me refiero a lo que hiciste por nosotras, gracias por sacarnos de ese infierno- Max tomó su mano y la acarició para luego llevarla a su boca y besarla

- Es mi trabajo cariño. Y no te preocupes por eso ahora, concéntrate en recuperarte- ella sintió sus palabras hasta lo más profundo de su corazón, nadie se había preocupado así por ella antes- cariño- la llamó, esa palabra se estaba haciendo un lugar en su pecho y se sentía bien- ¿Me puedes decir tu nombre?- le sonrió, ella se sonrojó

- Freya- susurró con timidez, en los orfanatos en donde había crecido los otros niños se burlaban de su nombre porque decían que no era para ella, que ella era demasiado fea y estúpida para tener el nombre de una diosa

- Hermoso nombre- todos comenzaban diciendo lo mismo, ella esperó inconscientemente el insulto sobre que no le hacía justicia a su nombre pero nunca llegó- perfecto para tí, una de las diosas mayores de la mitología nórdica y germánica, diosa de la belleza, el amor, la fertilidad, la sexualidad y creo que algo sobre la magia y la naturaleza- ella se sonrojó una vez más pero ahora hasta su nariz estaba rosa de la vergüenza, Max se rió suavemente, la pequeña diosa de cabellos chocolates era realmente hermosa- hola pequeña diosa de chocolate, soy Max- ella frunció el ceño

- ¿Chocolate?- preguntó un poco tímida todavía

- Tu cabello...es hermoso, y de color chocolate

- Gracias- Max negó con la cabeza con una sonrisa en sus labios- ¿Maximiliano?- lo miró a los ojos mientras preguntaba y supo que podía perderse en esos ojos negros

- Máximo- respondió sin despegar sus ojos de los de ella, un extraño calor se estaba formando en ambos cuerpos, Max supo de lo que se trataba al instante pero Freya estaba un poco asustada por el repentino deseo de tirarse encima de ese hombre y dejarlo hacer con ella lo que quisiera. De pronto él sonrió- irás a casa conmigo- sin rodeos, así nada más para dejarla asombrada

- ¿Que?- jadeó casi sin aliento

- No tienes a donde ir chocolate ¿Cuántos años tienes?

- Diesisiete

- ¿Lo ves? No voy a dejar que te lleven a una casa de acogida ni esas mierdas de orfanatos- el sabía muy bien lo que era vivir en uno de esos lugares, sus padres biológicos no habían sido muy cariñosos dejándolo en un orfanato el mismo día que nació, pero estaba agradecido por haber sido adoptado por una pareja que le dio todo el amor que necesitaba. Por desgracia habían muerto cuando apenas cumplía los dieciocho años dejándolo a cargo de todos los negocios de su padre y además él en honor a ellos se dedicó a lo mismo, a ser un agente en la CIA

- Yo...yo tenía un trabajo y estaba estudiando- susurró

- ¿Cómo es posible que trabajaras si eres menor de edad?- el tono de Max ahora era uno enfadado. Ella, menor de edad y trabajando ¿Estaban todos locos?

- Solo era camarera en un bar

- ¡Peor todavía! Quien sabe lo que te pudieron hacer...

- Me secuestraron, y me tuvieron encerrada escuchando los gritos de otras chicas mientras eran violadas- Max la miró a los ojos, tan hermosos y tan perdidos recordando cosas horribles

- Oh cariño...- susurró mientras la envolvía con sus fuertes brazos, la lengua le picaban por preguntar que le habían hecho a ella pero sinceramente tenía miedo de la respuesta- ya está decidido, en cuanto te den el alta aquí te vienes conmigo- y entonces se dio cuenta de que ella lloraba, su camiseta ya estaba completamente mojada en su pecho

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Diosa de ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora