Diosa de Chocolate

Epílogo

Dos años después

Perfecta

Esa era la palabra. Ella estaba vistiendo un hermoso vestido blanco, largo, muy largo, la parte de arriba era casi completamente encaje y tenía unas preciosas mangas largas cubiertas también de flores en encaje. Su cabello chocolate estaba recojido en un moño bajo, despeinado de una forma elegante y algunos mechones sueltos enmarcando su rostro apenas maquillado.

Max la miraba fascinado, completamente enamorado de aquella mujer. Sí, ya era una mujer, la pequeña chocolate seguía allí, sin embargo, ahora se podía decir que su autoestima había aumentado considerablemente, luego de haber sacado de sí todo aquel dolor que había sufrido. Había sido un día bastante triste, ella le había contado a Max todo lo que había escuchado, todo lo que tuvo que soportar. Pero aún así algo que él siempre admiró es que ella se mantenía agradecida. Ella no había vivido en carne propia semejantes maltratos y violaciones. Sí la habían golpeado, la habían drogado alguna vez en esas semanas que estuvo allí, pero nunca la violaron. La tenían a ella y a las dos chicas rubias "reservadas" para un comprador al cual le gustaban las adolescentes y niñas vírgenes. Cuando la habían visto tan pequeña sus secuestradores le habían preguntado cuantos años tenía y si era virgen, luego de responder se había enterado de que era exactamente lo que ellos estaban buscando para ese viejo asqueroso, y tuvo miedo, claro que lo tuvo. Pero entonces, el mismo día en que la habían llevado a ella y a las otras dos chicas para al fin entregarlas al comprador, había aparecido Max para salvarla. Ese día si no la hubieran sacado de allí su historia sería otra.

Sin embargo ahora había terminado el primer año de su carrera. Maestra de preescolar. Había descubierto que amaba a los niños y su dulzura era algo que los cautivaba a todos ellos. Así que a los diecinueve comenzó a estudiar y hoy con veinte había terminado el primer año

Algunas veces Agar le dejaba a sus mellizos y junto con Max el total de niños a cuidar no eran dos si no tres. Él se transformaba en un niño más cuando se trataba de sus sobrinos, aún así ella nunca perdía la paciencia y siempre tenía ideas en mente de cómo mantenerlos entretenidos sin que corran el riesgo de morir.

Sonrió al ver a los dos pequeños en brazos de Agar y Gale. Los trillizos se habían convertido en grandes amigos tanto de ella como de Max, lo que era sorprendente para todos. Pero junto con Radley, Rainee y Allen habían formado un grupo sólido que casi todos los fines de semana se juntaban a hacer algo relajante. Cómo días enteros en la piscina, mientras algunos se volvían locos corriendo detrás de los niños, y otros sí se relajaban.

Miró al frente, el hombre de su vida estaba allí. Muchos dirían que era demasiado joven para casarse, pero ella estaba completamente segura de su decisión. Además Max ya tenía veitisiete y ella no quería esperar más.

La mirada en los ojos negros del amor de su vida le decía que eso era lo que quería para toda la vida. Quería ver a ese hombre y a sus hermosos ojos negros por el resto de su vida cada vez que despertara. Lo amaba tanto. Todavía no olvidaba el día en que se comprometieron. Fue en la playa, hace dos años, el mismo día en que él le había dicho que la amaba por primera vez. Él le pidió que se casará con él entre beso y beso, cuando ella dijo que sí él la llevó casi corriendo en busca del anillo más hermoso y enorme que había encontrado. Claro a ella le pareció exagerado el tamaño y él había sido contundente al decir que quería que todos lo vieran brillar, aún estando a kilómetros de distancia. Ella se rió aceptando la enorme piedra en su pequeño dedo. Un mes después había aparecido con otro anillo un poco más pequeño de color rosa y con forma de corazón diciendo que podría cambiar los anillos según a donde fuera a ir para no sentirse incómoda, cosa que ella misma le había dicho al ver que a veces el gran anillo no encajaba con su vestimenta de adolescente.