¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
tenés que saber que entre tus vértebras se oculta tímidamente el sentimiento que te mantiene erguida ante la maldad ajena, que reza por vos devotamente cada noche para que no te encorves a llorar al borde de tu cama en la oscuridad del conticinio que te envuelve de forma siniestra, casi enfermiza. de todas formas, no te asustes, tan solo en la oscuridad de la noche se despierta y ronda desde tu encéfalo hasta tu estómago, vigila que todo esté en el mismo hilo de tranquilidad, y si es que algo está fuera de lo normal, dejáselo a él, que por la mañana te vas a levantar y vas a descubrir tu almohada seca, las sábanas sin enredar, el calor corporal corriendo por tus venas que por las noches creés perder por el frío que te envuelve (y no hace frío en tu habitación).
así que mantené la cabeza en alto, mi dulce niña de piel de pera -hacelo por vos, o por ese sentimiento-, que así podrás ver el celeste del cielo limpio como tu corazón, o el brillo de astros que giran a tu alrededor; y que lo que te rodee en tierra solo te haga bajar la vista si solo se trata de hacerte sonreír, o mejor todavía, de hacerte sonrojar, porque un girasol tan lindo como vos merece los mejores rayos, y en este invierno te juro que soy capaz de llevarte al otro lado del mundo si te molesta una simple brisa gélida o una helada que te queme alguno de tus pétalos...
