el orden natural
de las cosascierro el puño
y golpeosabiendo que éste
se asemeja a la estructura
de mi cansado corazón
y con más razón
sigo golpeando una pared
de impotencia de años,
golpeo, golpeo y golpeo
hasta que veo el hueso,
hasta que la sangre corre
por mis nudillos
y por mis frágiles dedos,
hasta que no sienta
más mi mano
y una vez más me odie
por haberme hecho dañoapreto la mandíbula
se me requebrajan los dientes
pero aún así
gritode maneras escandalosas
propias de un desquiciado
desde lo más profundo
de mi cuerpo, de mis órganos,
desde algún lugar grisáceo,
viscoso y podrido,
grito hasta que se me quiebre
mi voz, grito hasta que
sientan que me escuchen
contar sus pecados dañinos,
hasta dejarlos sordos
y hacerles sangrar los oídoscierro los ojos
y de todos modos
llorocomo todas las noches,
con toda la fuerza que
los músculos faciales
me permitan;
pataleo, maldigo,
me culpo, los culpo,
n o s o d i o
y lloro aún más
deseando ponerle fin
a esta existencia tan triste
sabiendo que soy la más
cobarde y empática de todasgolpeo, grito, lloro,
Golpeo,
Grito,
Lloro,GOLPEO GRITO LLORO
GOLPEOGRITOLLORO
GOLPEOGRITOLLOROB A S T A.
BASTA.
basta.
ya.
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Relámpagos
No FicciónRelámpagos de una masa grisácea, tormento de una mente catastrófica.