Capítulo 6

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Se incorporó con rapidez tratando de quitar las mantas que le cubrían, las cuales parecían arder y adherirse a su cuerpo asfixiándole, su cuerpo sudaba a mares y temblaba suavemente, se levantó rápidamente tratando de calmarse, sentía que el mundo daba vueltas, retazos de la pesadilla que acababa de tener fatigaron su cansado cuerpo.

Pero sabía que aquello no había sido una pesadilla, nunca lo era. La realidad es la única capaz de meterse tanto en su piel como para ser capaz de hacerle sentir de aquella manera, peor que en las pesadillas.

Cogió sus zapatos casi con desesperación y se los puso sin reparar en que seguía con su fino pijama, bajó las escaleras de la mansión de los Black sin importarle que podía despertar a alguien. Después de una semana cuidando de sus amigos fueron capaces de regresar a la guarida de la orden, al llegar los llenaron de preguntas, Hermione dijo que solo recordaba las torturas ya que todo había sucedido mientras se encontraba inconsciente, Ron por su parte dijo que el azabache consiguió distraer a los mortifagos y así lograron escapar, por suerte no menciono nada de lo sucedido realmente, aquello le alivió mucho y se lo agradeció al pelirrojo con la mirada.

Con la escoba en mano salió de la casa, debía darse prisa o llegaría tarde, sabía que cuando regresará iba a tener problemas pero en aquel momento no le importaba nada.

Iba a matar a los desgraciados.

Sobrevoló una antigua casa que tenía el techo derrumbado en la cual se encontraba lo que buscaba, a tres metros saltó de la escoba con furia y rápidamente comenzó a lanzar hechizos, tanto defensivos como ofensivos siempre eligiendo los que mayor daño causaban, no les proporcionó ni un segundo para respirar ya que enseguida comenzó a torturarlos con maldiciones.

En algún momento de la batalla se había perdido a si mismo en medio de toda la ira que bullía en sus entrañas, se había entregado a ese pecado y ahora no podía pensar en nada más que no fuera hacer pagar a aquellos dos hombres.

Parpadeo con suavidad y respiro profundamente tratando de calmarse, los había matado y ya no había nada que hacer allí.

Un quejido de miedo llamó su atención y pronto sus manos comenzaron a temblar con ansia, iba a matar al dueño de aquel sonido, iba a torturarle, iba a ...

-Mierda - con los ojos brillando de furia se acercó al malherido cuerpo del niño - dímelo, ¿Cómo me has llamado ? ¿Cómo? Respóndeme maldita sea - rugió.

-Por favor, por favor no me haga daño - gimió con dolor y miedo el niño.

-¡Respondeme estúpido crío ! ¡Respondeme !

- No lo sé - sollozo - no lo sé, lo siento, yo no quería, lo siento, tenía miedo y te vi por eso te pedí ayuda, lo siento.

Loa angustiados llantos del niño le revolvieron el estomago y le produjeron dolor de cabeza.

-Cállate, deja de llorar joder - hechizo al niño y se subió a su escoba - no soporto a los críos, pero sé de unas personas que sí, solo espero que no me causes problemas y ni se te ocurra hablar de lo que ha sucedido aquí o lo que les he hecho a ellos podría compararse al cielo.

El niño se estremeció, quizás no había hecho bien en pedir ayuda al translúcido chico que había aparecido en mitad de su tortura aunque ahora el chico ya no parecía tan efímero ni tan espectral como antes, su piel canela era una clara demostración de su existencia y la cálida sensación que le proporcionaba al estar tan pegado a él solo le confirmo que realmente existía, aunque la teoría de que fuera un ente no se despegó de sus pensamientos, la luna hacía brillar su oscuro pelo que parecía mimetizarse con el negro cielo de la noche formado una tierna aureola alrededor, su piel cuidada y bronceada solo le daba un aspecto más salvaje y hermoso, además de que el fino pijama que vestía dejaba que los músculos de sus brazos se marcaran.

Le recordaba a uno de los antiguos dioses egipcios que con forma humana había decidido visitar el mundo humano, su piel canela, sus fuertes músculos y su oscuro cabello, le recordaba al dios de los muertos Anubis, quien poseía un pelaje tan oscuro como el cabello de aquel muchacho, unos portentosos músculos hechos para hacer retroceder incluso a los muertos y su aura que auguraba una muerte segura.

Por primera vez en su joven vida el niño estuvo seguro de algo, aquel muchacho era el dios de la muerte y estaba dispuesto a sembrar sus dominios y expedir su ejército de muertos.

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772 palabras

Cruel [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora