Y ahí estaba él, Alfred Katzenbach, mi compañero para el proyecto final de psicología humana. Un hombre de 22 años que pasaba fácilmente desapercibido por los demás, de pocas palabras, reservado, un hombre aplicado en los estudios. Alfred no era una persona que destacara en lo atractivo, caía en la categoría de lo regular, más aun si siempre vestía con esas ropas holgadas que dejaban mucho que desear.
Siempre que lo veía en los tiempos libres estaba sumido en su portátil, tecleando. A veces se detenía para ver lo que sea que estuviese haciendo y luego seguía tecleando. Admito que a veces lo observaba más de la cuenta. Sólo había cruzado palabras con él pocas veces.
Me llamo Paula Ramírez, estoy próxima a cumplir 23 años. Soy una mujer alegre, que le gusta divertirse, me gusta leer de vez en cuando y soy mala para las matemáticas. Puedo perder la concentración con mucha facilidad.
Estoy en el último año de Psicología, no soy la mejor de las estudiantes, pero me he sabido arreglar para no tardar más de lo debido. Trabajar y estudiar al mismo tiempo no es fácil porque a veces te limita y no avanzas con normalidad.
-El comportamiento humano puede ser un buen proyecto. Explicar a qué se debe los cambios de actitud frente a personas determinadas -sus palabras me sacaron de mis pensamientos. Miré a mi alrededor, estábamos casi solos en la biblioteca, sentados cerca de la entrada.
-Bien. Tenemos dos semanas para terminar un proyecto decente -respondí, fijándome en como sus manos tecleaban con velocidad. Mentiría si dijese que no sentía curiosidad, saber que tanto tecleaba. Debía ser importante, de lo contrario no estuviera tan concentrado.
-Buscaré algunos libros para empezar -se levantó de la mesa, cerró la portátil y se alejó.Me mordí los labios y esperé a que se adentrara por uno de los pasillos llenos de estantes y libros. Solo esperaba que tardara lo suficiente para que no descubriera lo que estaba a punto de hacer.
Abrí el portátil y suspiré de alivio al ver que no estaba bloqueada. Lo primero que vi fue su Facebook abierto, un rápido vistazo para no encontrar nada fuera de lo normal.
«Ningún chat abierto recientemente, ¿Cómo es posible que escriba tanto en esta cosa?»
En otra pestaña había una canción de música instrumental en YouTube lista para reproducir. El tiempo pasaba y aun no averiguaba qué era lo que lo mantenía tan entretenido.
Minimicé el navegador y abrí el archivo Word que tenía minimizado, encontrando un gran número de palabras, pero lo que más me llamó la atención fue que algunas estaban organizadas en diálogos. Demasiado llamativo. Empecé a leer sin perder más tiempo."Sus cuerpos estaban tan cerca que podían sentir el calor del otro, como sus alientos se entremezclaban. Él terminó de acortar la distancia halándola por el cuello con una gentileza que la derritió.
Sus labios se movían sobre los suyos con destreza hasta que tuvo lugar una danza con sus lenguas, calentando sus cuerpos más de lo que ya estaban. No importaba que se encontraran en plena pista de baile, solo importaban ellos y el momento, todos esos sentimientos reprimidos por tanto tiempo liberados en aquel, ahora acalorado, beso.
Sus manos viajaron lentamente por el costado del cuerpo femenino hasta ese firme trasero. Sonrió cuando ella gimió en el beso. Se separaron por unos segundos para recargar sus pulmones de oxigeno antes de volver a fundirse en otro apasionado beso.
Ella no podía creer que aquel hombre tan discreto ocultara tanto, que la hiciera sentir de una manera diferente, especial y deseada. Se sentía sexy junto a él, quien le había expandido su mente como nunca creyó posible. Sus ideas eran únicas y excitantes.
Podía sentir como su miembro se presionaba contra ella y se sorprendió por su dureza y su tamaño..."
Estaba impactada. Lamentablemente ahí terminaban las palabras, dejándome con ganas de más. Jamás creí que Alfred escribiera, y vaya manera de escribir, sus palabras me hacían sentir dentro de aquel relato. Ahora sabía el porqué él se la pasaba tanto tiempo en su ordenador.
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Relatos eróticos
Historia CortaCúmulo de relatos cortos eróticos, pensados en momentos de ocio de este humilde escritor