Anabeth
Estoy cansada, siempre es lo mismo: tú no cambias y yo ya no sé qué cambiar para que las cosas resultaran ser de otro modo. Perdí la cuenta de todas las veces que he dicho esta misma frase ya, pero definitivamente han sido más de las que imaginé que alguna vez diría.
A mis 25 años siento lo que es en definitiva la completa soledad. Vivo encerrada entre estas cuatro paredes, las cuales creo que en cualquier momento caerán sobre mí y asfixiarán aún más, paso todos los días reteniendo un sueño que fracasó, insistiendo en crear la burbuja que día a día se revienta en el momento que siento como una gélida mirada me vuelve a observar.
"Estoy cansado"; "Mañana si saldremos, pero ahora déjame dormir"; "¿No ves que sigo ocupado?"; "No tengo ánimos para tener sexo, entiéndelo, apenas llegué a casa"; "Si hubiera sabido que estabas con ese humor, hubiera tomado otro proyecto para así trabajar en él" "Búscate un pasatiempo ¿quieres? el ocio te tiene así"; "Este es el mundo real, Anabeth, sabías que no iba a cambiar por ti, ni por nadie"
Hermosas frases célebres que me ha dado el hombre con quien me casaré en solo dos semanas más. He querido creer que la seguidilla de comentarios como estos se deben al nerviosismo que él pueda sentir y que si en algo debo ser objetiva, es que se entrega por completo a su profesión y si, lo conocí así, no tengo por qué quejarme ahora, pero creí que dentro de tanta frialdad habría una tregua, así como en nuestros mejores años.
Víctor Rodríguez, mi pelinegro favorito de preparatoria y ahora prometido, el cual ganó la exclusiva de mis inocentes días del ayer, siendo directa, ya había tenido experiencias íntimas de algún tipo pero no como la que tuve con él, es decir, perdí mi virginidad con Víctor y no me arrepiento… en ese entonces él era fuego, pasión sin limitante alguno, era sencillamente la mejor pieza masculina hecha por Dios, con aquel cuerpazo que aniquilaba –y aniquila aún a cualquier fémina a su paso, sumando a este plus sus ojos color ónix, misteriosos y profundos como sus pensamientos e ideas–, las que en ese entonces me mantenían absorta en su mundo, haciéndome sentir "la elegida" con tan solo poder conocerlo.
Por aquellos años, específicamente hace ocho atrás, Víctor y yo éramos la referencia de perfección como pareja. Todos querían escuchar nuestros "tips" para así aspirar tener algo parecido a lo de nosotros. Bueno, eso entre las cosas buenas, ya que el veneno destilaba cercano a ambos y más de lo que creíamos, eso fue nuestra culpa por haber roto tantos corazones en el camino y obviamente el "dúo egocéntrico" sería el receptor de aquel odio que enajenó a más personas de las que puedo contar con mis manos.
De verdad si fuimos bastante coquetos y no rechazábamos el amor de nadie, como no pusimos mayor resistencia a que alguien fuera bendecido por tan solo poder pasear a nuestro lado, par de bobos, ahora pagamos las consecuencias.
El éxito que cada uno tenía en su estilo fue algo que caló fuertemente en la generación 2011 de la escuela que compartíamos, la mejor de la ciudad por cierto, algo que nuestras realidades económicas hicieron posibles gracias a nuestras familias, las que comparten amistad, valga dar ese dato, ya que muchas veces los padres de Víctor y los míos compartían tardes de golf o jugando "canasta" en el club de campo más famoso de éste lugar.
Debe ser por este mismo hecho que nuestro noviazgo fue tan bien aceptado, claro "el dinero quedaría donde mismo" y como se supone que tenemos sangre azul, ninguno cometería el error de meterse con algún andrajoso ser humano indigno de nosotros. Pero si hay algo que entiendo ahora es que el dinero no compra todo lo que creemos que deseamos; yo busco mantener "la llama viva", pero ningún sexshop y su arsenal de juguetes han podido ayudarme, ¿será que debo comprar gasolina, echársela a Víctor de pies a cabeza para después lanzarle un fósforo y así verlo arder? Creo que esa sería la única idea realista de "fuego" entre nosotros.
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Relatos eróticos
Kısa HikayeCúmulo de relatos cortos eróticos, pensados en momentos de ocio de este humilde escritor