-Isis, despierta, Isis.-Escucho una voz a lo lejos.
-¿Se está despertando?-Otra voz, pero de hombre.
Hago un sonido con la boca.
-Se está despertando.-Afirma la otra voz.
Poco a poco voy llegando a la normalidad hasta que escucho bien claro. Abro los ojos y en frente tengo a lo que supongo que es una enfermera o doctora, Alicia y a Fede. Es hermoso que la persona que te gusta esté contigo.
-¿Mamá?
-Isis, no hables. Te va a hacer mal.-Interrumpe la enfermera.
-Yo estoy bien. Ahora quiero ver a mi mamá.
-Ella está descansando también. Ahora quédate ahí y no te muevas.
-¡Sólo me desmayé! No es como que me hubieran tirado 5 balazos en la cabeza. ¡Sáquenme de acá!-Ya sé que parezco una niña caprichosa haciendo esto, pero odio los hospitales.
-¡Isis! ¡Compórtate!-Habla Alicia.
Entonces es cuando veo que tengo una aguja que deja suero en mi brazo derecho y me la saco.
-!¿Qué mierdas haces?! ¿Podés dejar de portarte como una nena?-Me dice un tanto fastidiado Federico.
La enfermera me vuelve a poner el suero y esta vez sin reprochar la dejo que haga su trabajo.
-¿Me pueden dejar sola?
-Isis, yo...-Dice Fede, pero lo interrumpo.
-¿Me pueden dejar sola?
-No hagas tonterías.-Dice Alicia. Y atrás de él sale Fede y la Enfermera.
Agarro una almohada y me la estampo en la cara.
-¡Los odio!-Grito contra ella.
Conozco demasiado bien mi cuerpo como para saber qué no necesito el suero, solo fue un desmayo por la noticia.
Decido pararme y me saco la jeringa del brazo, agarro la bolsita de suero que cuelga a un lado de la cama y voy hasta el baño, vacío la bolsita de suero en el inodoro y vuelvo a la cama, pongo la bolsita en su lugar, me inyecto la aguja por tercera vez y cuando escucho que la puerta se abre me hago la dormida.-Uh, veo que ya se acabó el suero.
-¿Ya la podemos llevar?
-Sí, pero tiene que tomar mucha agua.
Festejo por mis adentros.
*****
-¿Dónde está mamá?
-Sigue en su habitación, está muy débil.
-Necesito verla.
Alicia sin decir nada me acompaña.
Al entrar vemos a nuestra mamá acostada, nunca en mi vida la había visto tan mal. Tiene ojeras negras al rededor de sus ojos, su piel está muy pálida y su boca blanca y seca.-Mamá.-Susurro y agarro su mano.
-Isis.-Dice ella en un tono más suave que el mío.
Mis lágrimas se deslizan desde mis ojos hasta el piso. No puedo evitarlo.
-No vale la Pena llorar. Sabes que voy a estar en un lugar mejor, donde no voy a sufrir. No quiero que llores, quiero que estés feliz.
-No, mamá. No me pidas eso, no voy a lograrlo.
-Isis, te amo.
-Yo más.
Sé que este es el momento de despedirme, y no va a ser un "Nos vemos", va a ser un "Adiós". No quiero soltar su mano. No puedo.
-Isis, ¿me dejas un rato con ella?
-Si.
Con todas mis fuerzas suelto su mano y le doy un beso en la frente.
No estoy preparada para ver lo que va a pasar, así que salgo y dejo a Alicia con ella.