Capítulo 4

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  —¡Shawn dijo que era un buen chico! —vociferó Johnson en cuanto vio a John encima de mí. Pero lo que él no notó, es que me estaba haciendo cosquillas—. ¡Y esto parece inapropiado!

  —Cálmate ya —dije—. Creo que te estás tomando el papel de niñera muy en serio —bromeé dándole un codazo en el estómago a John para que se levantará dejando libre la opción de hacerlo yo también—. Pero ya tranquilizate, sólo me estaba haciendo cosquillas.

  —No parecía eso —replicó apretando los dientes. Cruzado de brazos, se adentró más a mi habitación.

  —¡Iugh! —exclamé y oí al chico junto a mí hacerlo también—. ¿Qué crees que soy? John es sólo mi mejor amigo, idiota

  Johnson respingó arrugando el entrecejo.

  —Él se tiene que ir —espetó tranquilamente.

  —No pienso dejar que eso pase, menos si hace tal frío fuera.

  —¿Piensas que dejaremos que duerma aquí? —carcajeo—. Ni lo sueñes.

  —Mi madre deja que él se quede aquí a dormir todo el tiempo —dije cruzándome de brazos, pensando que ya había ganado esta batalla, pero no.

  —¿Está tu madre aquí? —descrucé los brazos y sacudí la cabeza—. Exacto, y en ausencia de ella, tú haces lo que nosotros digamos.

  Pasé mi mirada por John, que miraba sus pies, mientras que, con uno de ellos pateaba el suelo en silencio. Miré el techo y después dirigí mis ojos directamente a los de Johnson.

  —Se debe marchar —se giró para salir de la habitación y caminó fuera—. ¡Ahora mismo! —gritó desde el pasillo. Su voz se hacía cada vez más lejana—. ¡Y si no, llamaré a la policía!

  —¡No serías capaz! —gruñí, colocándome en el umbral de la puerto para que él oyese mejor.

  —No me subestimes —respondió, con calma desde la planta baja.

  —Mierda —solté, chasqueando la lengua.

  Cerré la puerta azotándola en el acto y me giré rápidamente hacia John para dirigirme a él.

  —Será mejor que me vaya —murmuró John colocándose los zapatos al verme de pie frente a él.

  —No, tú no te vas.

  —Sí, Anahí. Me iré y por cuatro razones: uno, no quiero que ellos coloquen sus pies en mi trasero; dos, sus miradas parecían amenazantes, y no quiero que lleguen más lejos que sólo patadas; tres, no quiero que llamen a la policía y; cuatro, no quiero perder la posibilidad de seguir viéndote, eres mi mejor amiga.

  Se encogió de hombros y me miró bajando la barbilla. Me dio la espalda y dirigiéndose a la puerta, tomó el picaporte.

  —John —dije y se volteó—. Iré contigo.

  Se limitó a asentir y bajó las escaleras conmigo. Observé por el rabillo del ojo cómo tres de los chicos estaban en el salón, ignorándome y a John también. No había ningún rastro de los demás, pero no me importó.

  —Fue una visita... agradable —él sonrió y eso me hizo sonreír.

  —Muy agradable —dijo alguien tras mí mientras abría la puerta y empujaba a John fuera—. Adiós, estúpido —se despidió Gilinsky, cerrándole la puerta en la cara.

  —¡Adiós! —John alzó la voz al otro lado de la puerta y, con rapidez, le respondí.

  Jack, con la mano aun posada en la puerta, me miró con una sonrisa y le devolví una mirada enfadada. Él me miró con temor fingido, pero su rostro volvió a una expresión neutra cuando entramos al salón. Mágicamente, se encontraban todos los chicos allí. Sacudí la cabeza lado a lado, agotada. No quería hablarles, estaba enfadada porque obligaron a John a irse. Me giré sobre mis talones, dispuesta a salir de ahí, pero no logré mi cometido ya que la voz de Taylor alzándose ante de las demás me habló.

Baby Sitting {old magcon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora