Viaje de Cazeria

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SI CREIAN QUE SERIA ROCMA AUN LES FALTA KVROS(? okya

Sin revisar, disfruten

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 Si bien para varios, incluyendo a Yukisada, era sorpresa el botín que Shirogane había pescado, nadie rechistó, mas bien, ni comentarios podían hacer. Los alagos eran casi inexistentes si se trataba del cobarde, aunque el doctor a veces lograba felicitarlo a medias bien seguía incompleto esa alabanza amistosa. Ese era el ambiente de la casa de Rocma, donde estaría de cena la pesca mas grande que habría visto cualquiera venir de Shirogane. Rocma aun con un desprecio por la pelea que tuvo con el ave medico se dedicaba completamente a separar las escamas de los peces con sus garras, mientras su mirada asesina se centraba en los escamosos pedazos de carne para no alterar al objetivo de esta rabia, el pescador. Yukisada seguia en su lugar, junto a Shiro, preguntando sobre como hizo para tener tanta suerte en su "oficio" por no decir pasatiempo de lo cual no recibía respuesta satisfactoria mas alla de un "Fue un golpe de suerte", literal. Mafuyu solo esperaba impaciente como fiel can frente a la puerta para que la arribaran Peraco y sus hermanos, sus compañeros de juegos y desventuras infantiles. 

 Pasando con la pingüino que se movía algo nerviosa hacia la casa de Rocma, avanzando como fila india con sus hermanos en medio de una tormenta nocturna pues el invierno se acercaba y las noches se presentaban cada vez mas temprano, durando mas aun. 

- ¿Cuando llegaremos? - Pregunta el primero, pues Peraco va al frente y no es capaz de ver mas alla del abrigo oscuro de su hermana mayor. - 

- Mitad de camino. - Responde esta, sus ojos entrecerrados y el resguardo extra de su gorra con frente largo. 

- Es cierto. - Comenta el del medio, mirando a sus lados. - Esas casas estan amitad de camino de la casa de Mafuyu. - 

- Uyyyy, te gusta Mafuyu~ - Canturreó el mayor de los 3 acompañado por el mas pequeño en la burla. - 

- ¡No es cierto! - Respondióe este por lo alto con obvia vergüenza. Peraco rió por lo bajo al recordarle esa poca aunque no muy lejana de su vida, se sentía nostálgica. 

 Al tocar la puerta fue para sorpresa de la pingüino que el canino abriera, invitándola pasar sin mucho esfuerzo. ¿Que había sido eso? ¿Un destello de luz que la había dejado ciega momentáneamente? Tal vez, porque cuando vio a Shirogane juraría haberle sentido otra persona, una persona... guapa. Sus hermanos que querían mover la montaña maciza que ahora era una ruborizada azabache pasaron de largo cuando esta reaccionó, llevando a los 4 al suelo de cara. 

- Auch. - Sollozó por lo bajo para no sonar debil, su ala fue tomada por el mismo que abrió la puerta, que a fuerzas la levantó mientras Mafuyu y Yukisada ayudaban a los demás. -

- ¿Estas bien? - Obviamente no estaba en buena condiion fisica el lobo, por lo cual hablaba un tanto agitado por el hacer fuerza de la nada. - 

- S-Si. -Una vergüenza casi anormal ella experimentaba, mas el resto lo interpretó como algo normal cuando la orgullosa Peraco desvió la mirada, sentía sus mejillas arder por un sin fin de emociones que se agolpaban en su cabeza, cosa que por el simple hecho de existir ya le hacían molestarse. -

- Hola Peraco. - Saludó Rocma desde la cocina, intentando sonar neutral a pesar de su enfado. La nombrada pasó de saludar a todos por mención a ir directo con Rocma. Ambos hombres se encogieron de hombros para ir de nuevo al sofa y tomar de las tazas de te caliente que anteriormente Yukisada habia hecho antes de que su compañera ave viniera. Mientras tanto los niños se dedicaron a jugar como el grupo que eran. - 

 El resto de la noche marchó con calma, aunque el silencio entre todos era siempre cortado por la recién llegada, se sentía extraño, como si eso faltara, esa dinámica característica de sus reuniones. La charla entre las únicas "mujeres" por no decir mujer y media se había tornado en dudas de la joven ave emperador, de como se sucedieron los hechos que Shirogane había atravesado para tener tanto pez en el saco, por una curiosidad innata quizás; cosa que empezaba a desesperar a Rocma que en algún momento empaló al pobre animal muerto en sus garras cosa que Peraco soltó tras un silencio un simple "Si querías brochetas no tenias que agujerear la madera también". Rocma rió levemente y su acompañante rió segundos luego, la tensión que ambas llevaban encima se había disipado aunque sea momentáneamente.

Es MI lobo cobardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora