Piel curtida

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Intentemos mejorar un poco.... creo  

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 Eres débil Si no logras sobrevivir a este mundo sola, no puedes vivir como mi...

   ¡Débil!

   ¡Eres inútil! ¡Vete de aquí! 

Despierta agitada, temblando. Rocma mira toda su habitación a oscuras, donde solo la mirada blanquecina de la luna puede llegar. Ella pone su zarpa en su pecho, siente que se le sale el corazón, ubicada en una cama individual allí estaba Mafuyu quien dormía inmutable ante la pesadilla de, con los pelos por todos lados, una escena que tranquiliza a la osa polar. Suspira levantándose, un vaso de agua tibia le calmaría ese tormento.

 Despertaría así agitada Rocma, con su respiración marcada en un ritmo anormalmente rápido. En medio de su cuarto iluminado solo por la luna de la tundra, la osa desliza su temblorosa mano en su pecho el cual era golpeado internamente por el corazón. Golpes que resonaban en su cabeza junto con el propio sonido de su garganta al sonar por las erráticas bocanadas de aire que a fuerzas debían ser apaciguadas. Es con esto que una vez sus ojos de negra esclerótica recorren el cuarto para darse cuenta de que su pesadilla había acabado, la visión de Rocma se centra en su hija adoptiva, Mafuyu, la cual no se inmutó y mantenía una expresión apacible mientras dormía. La pulcra vista calma el corazón tormentoso de la osa madre, la cual tras inhalar hondo y soltar un merecido suspiro se levanta  aun tensa por la experiencia.

- Un vaso de agua... - Pensó que podría calmar su mente, a la vez que su cuerpo cual tiburón reclamaba moverse, en dirección a la cocina.

 Finalmente la albina va donde los vasos, notando sus garras extendidas antes de abrir la puerta de madera. Un gruñido emite por molestia, teniendo que rasgar la tabla predilecta en la pared hasta que las mismas desaparecieran en sus dedos. Mentalmente no era su mejor momento, su cuerpo no quería responder por una mezcla de fatiga y sueño, pero forzándose avanza hasta tener el vaso en mano. Una vez lleno parecería que la osa había estado en el peor de los calores de la velocidad que tragó el agua. Aún si estaba fria, ella no tomó importancia, pasando a servirse otra vez del grifo y vaciar en segundos el recipiente, finalizando el momento en un alarido aliviado.

- ¿Mami? - La somnolienta Mafuyu se asoma, sus ojos están entrecerrados al pelear por abrirse, y es con esto que Rocma vuelve en si al menos en su papel de madre osa. 

- Estoy bien cariño... vamos a dormir... - Hablaba en tono terso, bajo para no despertar mas a la juguetona foca que Mafuyu llevaba dentro. Al volver al cuarto, la foca instintivamente va donde su cama, pequeña y perfecta para su edad, mas se desnaturaliza esta costumbre cuando la madre la jala en su camino a su propia cama. Es así que para la sorpresa de una somnolienta niña, Rocma quiere dormir abrazándola, cosa que la hija no reniega y al contrario se interna el calor de su figura materna. La escena termina con ambas, madre e hija durmiendo, aquí sobra decir que Rocma temiendo otra pesadilla cambió la costumbre de su hija para tener una compañía en su lento camino de nuevo al sueño.

...

...

 Una vez el sol se asoma, el movimiento en la isla inicia. El poblado rebosa con poco movimiento entre los que buscarían desayuno y los que irían a su jornada. La osa es del primer tipo, tomando pescados para su hija en el desayuno de la tienda local, mas algo hace que su nariz se arrugue, un olor a cobarde. Y es que efectivamente esos peces que sujetaba venían de la mano de Shirogane, últimamente ese canino estaba dando vueltas mas seguido, sin razón aparente. ¡Esa excusa de gran lobo de la tundra! ¡Se atrevía a mostrar su débil e inútil rostro fuera de su cueva! Claro que esto solo pasaba en la mente de Rocma, difícil de descifrar por la eterna cara de póker que tenia, pero si algo no mentía eran sus garras.

- Señorita Rocma ¿Va a pagar ese pez? - El encargado del puesto pregunta inseguro, pues la osa sin darse cuenta había mutilado el cadaver de animal con sus garras, extendidas y clavadas en la carne blanca, obviamente arruinándola. La vergüenza se acumula, impidiendo a Rocma responder con su mirada clavada en el pobre comerciante que cae en cuenta de la incomoda atmosfera que se formó al sacar de su trance a la madre ursina. 

Es MI lobo cobardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora