Un día como hoy.

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Aún es 31 de Octubre, son las 11:55 de la noche.
La traje a mi departamento. El día ha sido tan maravilloso, como antes, como si nada entre nosotros hubiera pasado, como si todo fuese perfecto de nuevo.
Estoy tan feliz, como no había estado feliz en tanto tiempo. La mayor parte del día estuvimos abrazados, dejando pequeños besos en nuestros rostros, haciendo que los cosquilleos de cada uno de ellos valgan la pena. Estábamos sonríendo. De vez en cuando recordaba la cara de Marlene, su beso, su mirada dura y siendo sincero siento que podía arreglarlo todo.
Porque ese es el efecto Stephanie. Me hace sentir invencible, que puedo con todo.
Miro sus ojos con ternura, llevo mi mano a su mejilla y la acaricio lentamente.

—Te quiero Diego. —Susurra y sus ojos se inundan poco a poco—. Te quiero demasiado, como no tienes idea. Por eso me alejé. No soy buena para ti, sabías como era mi vida, un desastre y sinceramente temía a que me dejarás por ello.

—¿y por eso decidiste abandonarme tú? —murmuro quitando mi mano de su mejilla. La ira e impotencia se estaban apoderando de mi. ¿tanto tiempo sufrí sólo por su egoísmo? Aquella escena me hubiera divertido en otro momento, sin embargo me doy la vuelta dándole la espalda en gesto dramático pero sin juegos. El recordar cada palabra que me dijo la última vez me hiere demasiado.

—Sí. —se escucha su suspiro—. Por cobardía, porque yo no sabía si podría soportarlo. Mira, sé que no me entiendes, pero lo que sentía era tan real, tan vivo que temía a que sobrepasara los límites y yo te amara como nunca nadie ha amado en la tierra, entonces el día que tú me dejaras sería sumamente difícil. Y no quería pasar por eso.

—Pero no pensaste en mí. —mis palabras suenan duras, tanto que al girarme de nuevo hacia veo que tiene sus ojos cerrados.

—No sabía que...

—Te lo dije, te lo dije tantas veces. Te dije cuanto te amaba, ¿no me creías?

—No, no creía que podrías amarme tal y como era. —Sus ojos están rojos, lágrimas caen a lo largo de su rostro— Nuestra relación era difícil por el tiempo que nos dedicábamos así que no creí que lo que tú sintieras fuera más fuerte de lo que yo siento. Sé que debí hablarlo, platicarlo contigo pero para cuando me di cuenta de lo que tenía que hacer ya era tarde muy tarde, lo siento ¿Si? Te amé cada segundo que no estuviste conmigo, sí lo hice. Y allá tú si no crees aquello, yo te aseguro que te lloré. En todo este tiempo que me alejé intenté estar con alguien más, nada funcionaba nada era lo mismo, nada es igual sin ti. Siento que no encontraré a alguien ¿Sabes? Y eso es eternamente horrible. ¿Qué tu felicidad dependa de alguien? Yo no quería eso pero llegaste tú siendo tan perfecto ante mis ojos. —las lágrimas que sus ojos soltaban eran fluidas, una tras otra y mi corazón golpeaba mi pecho fuerte muy fuerte por verla de esa manera. Mi intención no era esa, sé que quería una explicación pero mi intención no era verla así. Suelto un suspiro y la abrazó contra mi pecho. No importa que mi camisa se moje con sus saladas lágrimas, no importa que mi camisa se llene de mocos por su llanto. Sólo quiero que pare porque sino yo también lloraré y no quiero llorar. Quiero mostrarme fuerte y que puedo con todo.— En serio siento no haberte dicho nada, sólo... Quería que fueras feliz sin la dependencia de alguien contigo.

—Tú eres mi felicidad ¿Cómo sería más feliz si ya te tenía a ti conmigo?

PRIMERO DE NOVIEMBRE 2:55 AM.

¿Qué si es duro?
Por supuesto que lo es. Hoy es el día.
Un día como hoy, lluvioso, primero de noviembre hace algunos años. En esta fecha le pedí que fuera mi chica. No de una manera cursi y tampoco seca, simplemente fue la manera perfecta para ambos, me gustaba tanto la sencillez con la que podrías sorprenderla porque así era ella.
No nos conocíamos tanto, lo sabía, fue algo apresurado, también lo sabía pero debía hacerlo, debía intentarlo y cuando aceptó no supe cómo reaccionar, no sabía que ella tenía la misma idea que yo.
Ahí me di cuenta de que las personas no necesitan tener los mismos gustos para poder ser compatibles, que no necesariamente debes estar con tu alma gemela o qué tu alma gemela deba ser tu pareja, muchas veces confundimos aquello, yo lo hacía. Al mirarla veía tantas cosas que yo no tenía y me encantaba que ella fuera mi balance. También me di cuenta de algo en lo que siempre los hombres cometemos errores y aquello es "Impresionar" No, si será algo bien, duradero y bonito no es necesario tratar de impresionar ¿cómo darte cuenta que alguien es el indicado? Pues se tu mismo porque si te quiere como naturalmente eres te querrá así siempre.
Tantas cosas como aquellas aprendí en unos pocos meses a su lado, así también ella aprendía de mi. Invertíamos papeles, me sentía afortunado por conocer a alguien con quien pudiera hacer todo tipo de cosas.

—No me veas de esa manera. —Murmura— siento que sólo vez mis errores y que te arrepientes de todo.

—Todo lo contrario, recordaba lo dichoso que soy. —Sonrío y ella hace lo mismo. Me acerco lentamente a ella y mientras lo hago mi pulso se acelera, miro sus ojos detenidamente. Sus pupilas se dilatan y yo me derrito por dentro. Justo cuando quedan milímetros para que nuestros labios se unan ella gira su cabeza y yo me quedo atónito.

—Diego... —suspira y traga saliva— lo siento es que... N-no creo que debamos de nuevo.

—Vaya... Yo... ¿Tu no quieres? —Paso mi mano sobre mi cabello y luego por mi cara, el pecho me duele por su reacción y sus palabras. Estoy desesperado, noto que ella me mira y tiene lágrimas en los bordes de los ojos. Ahora yo estoy llorando—. ¿De verdad no quieres? —Susurro.

—Estaremos mal de nuevo. —solloza— y..  y yo no quiero verte mal por mi culpa, no de nuevo. —toma mi rostro con sus manos, las lágrimas corren por sus mejillas, sus ojos son rojos. El cabello alborotado hace que se vea hermosa, siempre la he extrañado y nunca podré luchar contra eso ¿cierto? Nunca podré olvidarla por completo, nunca podré avanzar sin ella ¿Verdad?
Y así, en un lapso corto de tiempo estamos abrazados. Sus cálidos labios están fundidos con los míos haciendo que cada parte de mi piel se erize, sus lágrimas y las mías se funden al momento de la cercanía de nuestros rostros y me siento vivo.
Los hermosos recuerdos regresan a mi mente, aquellas ocaciones llegan como flashes de cámaras en mi mente haciendo que yo sonría y profundice el beso.
Segundos o minutos después ella se separa y me abraza y es así como nos quedamos en medio de la cama a mitad de la madrugada.

Olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora