Fin.

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5 años después.

—¡Han Sido nueve hermosos bebés! —Grito de alegría. La señora Tomson y su esposo están llorando de felicidad.— Muchísimas felicidades, no hubo ninguna complicación en su parto y son padres de cinco hermosas niñas y cuatro fuertes niños.
Salgo del quirófano con una gran sonrisa en mi rostro. Al ver ahí a aquellos padres se me salieron unas cuantas lágrimas. Amo mi trabajo.

Un recuerdo pasa por mi mente.
El día en que tuve que luchar por mi vida y dejar atrás todo aquello que me hacía caer, la razón por la que había enterrado aquél cuchillo en mi cuerpo.
Niego rápidamente, dejando atrás aquél recuerdo tormentoso y decido sonreír más.
Ahora incluso se me hace gracioso, arriesgar mi vida por alguien a quien creí el amor de mi vida.
Estuve llegando a terapias; que siendo sincero me ayudaron a seguir con mi vida.
Lo más bonito de todo eso es que voy de voluntario por las noches, mientras ayudo a otras personas que pasan por cosas similares a estas.
Poder tener la facilidad de entender a personas que se sienten vacías, como yo solía sentirme, es grato sentirse de ayuda, ahora puedo pararme en medio de todos y gritar que soy feliz, que no se necesita de alguna compañía para ser alguien verdaderamente feliz.

Después de todo el papeleo y saber que los bebés están en perfecto estado puedo salir a comer más tranquilo. La tranquilidad de mayo se me hace algo sofocante y hermoso a la vez; el aire golpea mi cara con suavidad, haciendo que yo cierre mis ojos. Al salir del hospital respiro aquél aire de ciudad, el ruido a mi alrededor me envuelve y sólo sonrío por la vida que tengo.
Saco mi móvil y envío un rápido mensaje de texto mientras me dirijo al restaurante de costumbre.

De camino ahí me hundo en mis pensamientos ¿Cómo sería mi vida si no hubiese pasado por todo aquello?
Es hora de borrar por completo todo ello. Estoy decidido. Recuerdo sentir que ya lo superé y que puedo permitir recordar todo aquello pero ahora, justo ahora siento que es un gran desperdicio pensar en el pasado, aquél que me costó mucho tiempo.
Son las 5:45 pm. Frente al local hay un gran parque, de esos que me gustan, con muchos árboles al rededor dejando algunos espacios libre para juegos.
Justo aquí hay una banca así que decido sentarme mientras suelto un largo suspiro. Hundido en mis pensamientos, llegan palabras, escenas de historias que pueden ocurrir en ese lugar tan sencillo. Una propuesta de matrimonio, un primer beso, una velada, dos ancianos en esta misma banca, recordando lo mucho que se han amado hasta estos largos años. ¿Cuántas personas felices en un lugar tan común?
Sonrío, porque es bonito pensar que tengo la oportunidad de pasar por todo eso y que puedo recordar todo lo feliz que algún día seré. Ahora cierro los ojos y respiro hondo por la gran tranquilidad que hay aquí, por la gran tranquilidad que cinco años atrás no veía llegar.

—Hola. —Me paralizo. —Diego... Soy... Yo. —cerca, muy cerca de escucha un suspiro y sin embargo no me puedo mover.
No sé cuánto tiempo permanezco así, con los ojos cerrados, respirando con algo de dificultad. ¿Por qué mi mente me juega esto justo ahora? Ahora que siento que por fin puedo seguir sin llorar por contar lo que hice por amar a una persona.
No sé cuántos pensamientos más como éste se pasan por mi mente.
Ni siquiera sé si ya anocheció.
Lo único que quisiera que pasara es que al abrir los ojos me acabe de despertar.
Pero no, no todo en la vida puede ser como tú quieres. Tal vez por tu mente pasa que tú diriges tu vida, pero en realidad la vida te dirige a ti.
Aquí una muestra de ello, la vida a veces te quiere ver sufrir como a mí ahora.

Por fin abro los ojos.
«igual de alguna manera ninguno de los dos olvidará esto. Sé que compartimos muchas cosas y qué tal vez aún quede una pequeña conexión entre nosotros.»
Aquellas palabras escritas vuelven a mi mente, tal vez sí hubiera tenido razón y deba lidiar siempre con eso.
Una pequeña mano toca la mía y me saca rápidamente de mis pensamientos, aquella mano es suave, juega con mis dedos y siento que mis ojos se inundan de lágrimas mientras miro aquella pequeña y delicada mano sostener uno de mis dedos y una lágrima cae por mi mejilla y me limpio rápidamente.

—Se llama Diego. —Susurra mientras el pequeño a mi lado sonríe mostrando su linda dentadura, sus ojos son color miel, un tono más claro que los de ella. Su camisa blanca hace que aquellos ojos risueños resalten y otra lágrima cae por mi mejilla y esta vez ella la limpia.

—¿Diego? —murmuro tratando de contener las lágrimas que quieren salir con sollozos. El pequeño abre sus manos hacia mí y lo pongo en una de mis piernas. Mientras el niño juega con mi corbata me tomo un respiro y la miro a ella.

—No debes llorar, esto te pasará algún día. —sonríe y limpia una de sus lágrimas.

—¿Por qué mi nombre? —miro al niño estando un poco más calmado.— Habiendo tantos nombre en el mundo ¿Por qué el mío?

—No lo sé. —Ríe un poco haciendo que su risa me contagie.— Mira, yo no espero que tú le pongas mi nombre a tu hija, obviamente. Es sólo que fuiste y eres una persona que me hace cambiar. De las más importantes en mi vida. No sé lo que significa tu nombre pero para mí, significa sinceridad, bondad, amor. Y todo eso quiero que lo tenga mi hijo. —Inhala profundamente y mira a su hijo mientras sigue hablando— Tengo un magnífico esposo y con él, un magnífico hijo. No puedo pedir más, estoy muy feliz con todo lo que tengo. Pero esta felicidad también la tendrás tú. Porque si los dos pasamos por todo lo que pasamos y uno ya es feliz nada impide que el otro también lo sea.

—¿Tu Esposo sabe de dónde viene el nombre? —me burlo. ¿Cómo reaccionaría si supiera que viene de unos de sus ex?

—Claro que lo sabe. —acaricia el cabello de Diego.— Al principio no creía que iba en serio con el nombre pero poco a poco lo fue aceptando. Él sabe cómo me cambiaste y no para mal. —me regala una sonrisa.— Te vi aquí sentado, tan ido que pensé en saludarte. Así que por eso me acerqué.

—Es un gran placer conocerlo. —murmuro mientras acaricio la mejilla del niño.

—Espero que no sea la última vez que lo veas. —sonríe hacia Diego. Un claxon suena y los tres giramos nuestra mirada hacia esa dirección.— Es para mí. —sonríe y toma a Diego.— No dejes de buscar la felicidad ¿Está bien? —Besa mi mejilla y pone una de sus manos en mi hombro.— Vive Diego, y no es necesario olvidar todo lo que pasó, a veces eso ayuda a entender el porqué es lo que tenemos o el porqué de lo que estamos pasando. Recuerda lo más bonito de nosotros pero que sólo quede así, como un bello recuerdo ¿Esta bien? —el claxon vuelve a sonar. Me guiña un ojo, toma su bolso y se la da vuelta para dirigirse hacia el auto.
Una vez que ella está cerca, un hombre baja del vehículo y la abraza, besa rápidamente sus labios y después toma a Diego en brazos.
Aquella sola imagen me basta para sonreír, soy feliz, y también soy feliz porque ella es feliz. No lo digo porque la ame sino que es un cariño que jamás cambiará. Muchas primeras veces que nunca olvidaré pero que no me aferrare a ello.

Segundos después me cubren los ojos.
—Hola. —Su voz chillona, a la que me he acostumbrado en los últimos dos años, suena cerca de mi oreja. Deja un beso en mi mejilla y se para frente a mi al mismo tiempo en que descubre mis ojos. Una vez que mi vista se acostumbra la miro fijamente.

—Alice. —Sonrío y sin pensarlo más tiempo la tomo de las mejillas y la beso suavemente. —Te quiero y quiero que te cases conmigo, y no sólo eso, quiero tener hijos, dos hijos, que serán hermosos obviamente, como tú. Y si es niña le pondremos Alice pero si es niño tú eliges el nombre. Además de eso, prometo que tú cocinarás siempre, a menos que quieras comer cosas quemadas. —suelto una pequeña risita sin mirar sus ojos.— Y cuando no quieras cocinar pediremos lo que quieras. Prometo hacerte cosquillas cuando vea en ti algún gesto de tristeza, y te amaré, cada día, como lo hago ahora. —miro sus ojos que están como los míos, con lágrimas a borde listas para ser derramadas.— Quiero ser feliz cada día, a tu lado, porque contigo me siento en casa y nunca me quiero alejar. ¿Aceptas?

—Acepto. —Sonríe y se limpia las lágrimas para luego besarme de nuevo.

Olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora