Capítulo 3

2.8K 222 1
                                    

(Lorena)


Me salte el resto de las clases, quedándome encerrada en un baño. No quería volver a enfrentarme a una clase que me mirara con asco.

No sabía que haría ahora ¿Volvería el acoso? No me veía capaz de volver a pasar por lo mismo otra vez.

Mire el reloj, ya todo el mundo se habría ido del instituto así que salí del baño. Todos los pasillos estaban vacíos, se escuchaba caminar pero era a lo lejos y seguramente son los profesores, fui hacia mi clase para recoger la mochila que había dejado ahí.

Entré en clase y estaba vacía. No sabía si mañana vendría, lo más seguro sea que me haga la enferma y pase de venir. Qué pena...

Me puse a recoger mis cosas. Que ilusa, pensé que por una vez podía ser diferente, pensé negando con la cabeza.

-¿Dónde has estado? –preguntaron a mi espalda.

Me gire y ahí estaba Sebastián en el umbral de la puerta con su mochila colgando de un hombro. No esperaba que aun estuviera por aquí.

-¿No habíais quedado hoy para ir por ahí después de clase?

-Sí, igual que tú. Ahora contéstame ¿Dónde has estado?

-No quería ver la cara de asco de toda la clase –dije dándole la espalda para acabar de recoger.

-¿Asco de qué?

-Por mis marcas ¿Vas a negar que no lo sabe todo el mundo?

-Si se han esterado por mi boca no ha sido.

-¿Qué estas insinuando? –me gire para mirarle.

-Que no he contado nada.

-¿Por qué? –pregunte confundida.

Normalmente cuando alguien veía mis marcas, el resto de la clase no tardaba más de dos minutos en saberlo. No podía creer lo que estaba diciendo Sebastián.

-Porque sé que es un tema delicado para ti y no soy yo quien tenga que ir hablando de otra gente.

Le mire fijamente intentando adivinar si decía o no la verdad. Sus ojos estaban serios, no admitían duda de que lo que decía era verdad. Pero ¿cuantas veces me había equivocado? Ya no lo recordaba.

-¿Qué pensabas hacer? ¿No volver a clase nunca más?

-No es asunto tuyo lo que haga y deje de hacer.

-Tienes razón en eso. Pero se cuando una persona está huyendo de los problemas.

-A veces es la única salida.

-Siempre puedes pedir ayuda.

-No es tan fácil –me acerque a él, con la mochila en la espalda- pero gracias por no decir nada.

-Puedes confiar en mí.

-Ya... Bueno me voy.

-¿A dónde vas ahora?

-A mi casa.

-Vamos nos están esperando los demás –dijo cogiendo mi mano y guiándome hacia la salida- te llevo.

Nos montamos en su coche y fuimos todo el viaje hablando sobre cosas sin importancia, ya que yo no quería hablar de mi accidente y Sebastián parecía respetarlo.

En cuanto nos reunimos con los demás pude notar que era cierto que no había dicho nada a los demás. Por el momento parecía que de verdad podía confiar en Sebastián.

Estuvimos vimos tomado un poquito pero sin pasarse, riendo. Divirtiéndonos todos juntos en definitiva. Notaba la mirada de Sebastián sobre mí pero la ignore la mayor parte posible. Por otro lado los demás no dejaron de hacer bromas sobre el golpe que recibió Sebastián y sobre mi desaparición durante las últimas clases.

Como ayer cada uno se fue por su cuenta. Yo decidí ir andando aunque sabía que no era lo más recomendado dado que había sufrido un desmayo por culpa del cansancio.

Además quería retrasar mi llegada a casa todo lo posible porque en cuanto supieran que me desmayado vendrían los cuidados y preocupaciones y era lo último que necesitaba en estos momentos.

Camine lentamente tomando el camino largo del parque. Era un camino muy bonito cuando era de noche porque las farolas le daban ese toque magia.

De repente una sombra salió de detrás de un arbusto.

-¡AAAAAAAAAAA! –gritando yendo hacia mí.

Grite yo también por el miedo. Me caí de culo al suelo.

-¡Ouch! –me queje.

-Perdona.

Al levantar la vista me encontré con un niño arrodillado frente a mí. Estaba llorando, con la cara roja y los ojos hinchados.

-No pasa nada, solo me he asustado –me levante me dolía el cuerpo- ¿estás bien?

-Me he perdido.

-Vaya... ¿Ibas con tus papas? ¿Con quién ibas?

-Solo.

-No puedes ir solo tan tarde, es peligroso. ¿Sabes el número de casa o de alguien?

-No.

-Bueno, pues vamos a darnos un paseo para ver si encontramos tu casa ¿Vale? –Dije cogiéndole a caballito- desde ahí arriba seguro que veras mejor.

-Gracias –dijo cogiéndome fuerte.

-Tranquilo que la encontraremos.

Me estaba pasando factura tanto esfuerzo en un día. Pero no iba a dejar a un niño pequeño a su suerte.

-¿Cómo te llamas? –pregunte para distraerlo.

-Ray ¿y tú?

-Lorena. ¿Por qué has salido solo de casa?

-Porque los papas se han puesto a discutir y he ido a buscar a mi hermano.

-Tú tranquilo, que seguro que te estarán buscando y seguro que nos los encontramos en poco.

-Vale...

Seguí caminando, no le di más conversación que si reconocía alguna calle pero siempre me decía no o puede que por aquí. Pero cada vez me costaba más aguantar.

-¿Te importa parar un momento? Estoy cansada.

-Si.

Nos sentamos en el banco y me puse a Ray en las piernas y tire mi cabeza para atrás, necesitaba cerrar los ojos dos segundos, solo dos. Note como Ray se removía en mis brazos pero solo para colocarse mejor.

-¡RAY! –escuche gritar a lo lejos.

-¡TETE! –escuche gritar a Ray- Lorena, mi tete ha venido.

-Que bien, corre ves con él –dije dejándole ir.

No me moví de ahí, no podía, necesitaba un respiro, demasiado por hoy. Me tocara llamar a mis padres para que me vengan a buscar. Me iba a castigar sin salidas nocturnas y me llevaran y recogerán del instituto, seguro. Uff...

-Ella, ella me ha ayudado. Se llama Lorena –escuche decir a Ray- pero está cansada.

-Hey Lorena ¿estás bien? –note como me daban palmaditas en las mejillas.

-Sí, tranquilo. Ray está bien, es un buen niño –empecé a decir frases intentando que tuvieran sentido.

-Sera mejor que te ayude –note como me cogía en brazos.

-Estoy bien, solo necesito un segundo.

Marcas imborrablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora