Capítulo 9

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(Sebastián)


Me desperté gracias a los gritos de Paula que venían del pasillo. Me puse el pantalón bañador y una camiseta antes de salir de la habitación.

-¿Qué pasa? Que ruidosa estas desde tan temprano, ni siquiera ha salido el sol por completo –pregunte rascándome la nuca y luego bostezando.

-Es que me estoy meando y no se quien está dentro que no sale –se quejó.

-Déjame a mí, pero cállate –dije apartándola. Pique a la puerta- ¿Quién hay dentro?

No hubo respuesta.

-Quizás este atascada la puerta –dije forcejeando con el picaporte pero nada.

-Voy al baño de abajo –dijo antes de salir corriendo.

Me reí mientras la veía correr. Me acerque a la habitación de Lorena y abrí poco a poco. Me asome pero ahí no había nadie. Quizás este abajo comiendo algo, espero que le guste la sopa de arroz. Sonreí negando la cabeza, me estaba ablandando con ella.

Entonces algo en el suelo llamo mi atención, la recogí, era una pastilla. No entendía que hacia esto aquí.

Baje rápidamente buscando a Lorena pero no la encontré. Me puse a buscarla por todos lados pero nada. Me choque con Sara sin querer.

-Perdona –me disculpe- ¿Has visto a Lorena?

-¿Por qué me preguntas por ella?

-Porque la estoy buscando y no la encuentro ¿sabes algo?

-Puede que se haya ido por su cuenta –dice riendo.

-¿Qué? ¿Por qué haría eso? –pregunte confundido.

-¿Quién sabe? –dice riéndose.

Sabía que esa risa significaba problemas. Había escuchado esa risa en más de una ocasión, más de las que me gustaba contar y siempre acaba sacando a Sara de algún problema que ella misma había creado.

Rápidamente ate cabos y salí corriendo hacia el baño de arriba. Aporre la puerta mientras gritaba a Lorena que abriese la perta causando que todos acabaran preguntando que rayos hacia solo logre decir que Lorena estaba encerrada y no contestaba.

Al final metí una patada al picaporte, reventándolo. No me iba a preocupar de no romper la puerta, ya me ocuparía de eso más tarde. La puerta se abrió y entre tan rápido como pude.

Lorena se encontraba convulsionando tumbada en el suelo que estaba lleno de pastillas esparcidas. En su boca también había.

Me agache frente a ella y levante su cabeza ignorando todos los chillidos de los demás y le metí los dedos en la boca para que vomitara todas las pastillas. La hice vomitar todo lo que pudo.

-Nooo –empezó a gritar entre lloros Lorena mientras intentaba salir de mis brazos, obviamente no la deje- Quiero morir.

-Llamar al hospital, vamos a llevarla –les grite.

Shaun fue el primero en reaccionar corriendo a por su teléfono.

-Tranquila, tranquila –le decía al borde de las lágrimas yo también mientras le acariciaba el cabello.

-Quiero morir –seguía gritando ella.

Los demás estaban tan impactados que solamente miraban la escena en estado de shock. Hasta Sara nos miraba llorando.

No sabía que era lo que le había echo a Lorena pero esta vez no le iba a ayudar a salir del problema, no iba a perdonarla por lo que ha hecho. Estaba furioso con ella, si no tuviera a Lorena en mis brazos estaría estrangulando a Sara con mis manos.

Cogí a Lorena en brazos y la saqué del baño.

-Raúl ¿puedes coger los botes de las pastillas esas, el bolso de Lorena y tus llaves del coche? Espero abajo.

-Voy. ¿Os encargáis vosotras de limpiar? Luego vendré a recogeros.

Yo fui directamente afuera a esperar Shaun se reunió conmigo y al poco apareció Raúl con las cosas. Subimos a la furgoneta, ellos delante y nosotros detrás. Iba consolando a Lorena que aun seguía llorando.

-¿No tendríamos que llamar a sus pared? –pregunto Shaun.

-Tienes razón.

Busque en el bolso de Lorena hasta que encontré su móvil. Al encenderlo me di cuenta que tenia de fondo de pantalla una foto nuestra, salía durmiendo en su hombro con los bigotes de gato. No me entretuve más en marcar el número que ponía "Mama".

-Cariño ¿Qué tal el viaje? –respondió una voz alegre.

-No soy Lorena, soy un amigo que ha ido con ella al viaje...

-¿Ha pasado algo? –pregunto antes de dejarme acabar la frase.

-Bueno vera...

Le explique lo mejor que pude lo que había ocurrido. Ella se alteró mucho, y no es para menos. Le dije la dirección del hospital al que estábamos yendo antes de despedirme y colgar.

-¿Te acuerdas que te dije que no podías morir en mi casa? Pues eso incluye mi coche ¿entendido? –dijo Raúl intentando relajar el ambiente.

Yo estaba llorando en silencio viendo como Lorena lloraba y lloraba.

En cuanto llegamos Shaun y yo, con Lorena en brazos, bajamos. Raúl se fue a recoger a las chicas.

Nada más llegar a la puerta me encontré con unos médicos que me llevaron hasta una camilla y me hicieron tumbarla e así lo hice.

Mientras corría tras la camilla les iba contando que la había encontrado con pastillas en la boca. Pero llego un punto donde a mí no me dejaron pasar pero una enfermera se quedó preguntándome toda la información.

Saque del bolso de Lorena los botes de pastillas e intente explicar sobre la condición de Lorena. La enfermera anoto todo lo que le contaba de manera rápida antes de pasar las puertas que me eran prohibidas de pasar.

-Ahora toca esperar –dijo Shaun frotando mi espalda, era su forma de tranquilizarme.

-Lo sé, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea ir a ahí dentro y obligarla a ponerse bien.

-Eso ha sonado a novio posesivo.

-Aun no soy su novio.

-¿Aun? ¿Eso quiere decir que lo vas a ser?

-Solo si ella quiere cuando salga de aquí.

-¡UoU! Nuestro Sebastián enamorado ¿Quién lo diría?

Eso me hizo sonreír y darle un codazo.

A los pocos minutos aparecieron los padres de Lorena a quienes me presente y les conté todo otra ve y les dije dónde estaba Lorena. Ellos al ser familia si les dejaron pasar pero yo no me iría hasta no poderla ver.

Marcas imborrablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora