El tren

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Y me subí al tren,
¿me empujó ella
o fue sin querer?
La verdad no lo sé.
Solo sé que me subí
y ya no podía volver.
Ella me miraba,
con tristeza en sus ojos,
no quería que me fuera,
pero no pudo con mis demonios.
Quería bajarme,
suplicaba por quedarme,
pero la gente del tren,
no dejaba de sujetarme.
El tren se ponía en marcha,
yo gritaba para que se parara,
el maquinista no escuchaba
y ella con el nudo en la garganta.
Pataleaba, me movía,
forcejeaba, mordía,
con tal de bajarme
de ese tren sin venida.
Ella me miraba,
agachando la cabeza,
se había rendido,
sin darme cuenta.
Perplejo de a su reacción,
dejé de resistirme
ya no tenía motivación.
Con el motor roto,
las bujias quemadas,
las válvulas agrietadas,
se había acabado todo.
Resignado y abatido,
me senté solo y deprimido.
Mire por la ventanilla,
mientras una lágrima caía.
Lloré, como nunca lo hice...
mis llantos fueron ahogados
por los ruidos del tren.
Tras el paso del tiempo,
me quedé dormido,
para que el recuerdo,
caiga en el olvido.
Miré por la ventana,
viendo el horizonte,
con la mirada perdida,
buscando el norte.
No sabía donde el tren me llevaba,
ni si quiera conocía mi parada,
solo sé que éste continuaba,
dejando atrás, un pedacito de mi alma.

Noches De Verano. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora