Capítulo 16

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—Barry, no te muevas o te haré más daño del que te curaré. —Pide la Doctora, pasándole un algodón por la herida de su mejilla.
La chica se gira cuando ha terminado y el velocista se pone una camiseta de Star Labs.
—¿Hola? —Una voz desconocida irrumpe en los oídos del ojiverde y le obliga a salir.
—Si, ¿En que puedo ayudarte? —Barry se encuentra de frente con un chico rubio oscuro, tiene ojos color avellana y su rostro le suena familiar.

—Busco a Caitlin, Caitlin Snow. —Específica él. Da un paso más y queda justo frente al Velocista. Es unos centímetros más bajo que él y tiene compostura atlética.
—¿Cait? Claro, si. Ella está...- Se gira para llamarla pero ella ya ha ingrrado en la sala.
—Charlie. —Susurra, su boca se abre con incredulidad y su ceño se frunce de forma involuntaria.
Y entonces, Barry comprende porqué ese chico le resulta familiar.

Está frente al mismísimo Charlie Snow.

El joven corre hacia su hermana y la abraza. Pero ella no corresponde, sólo busca con sus ojos un poco de apoyo en su novio.
Cuando el rubio nota que no está siendo correspondido, se separa de ella y susurra un "Caitlin..." ella carraspea.
—Me gustaría hab-
—No tenemos nada de que hablar. La salida está por ahí. —Fría, como Killer Frost, lo interrumpe y le señala la salida.
Sin mediar ninguna otra palabra, el chico abandona la sala y ella se da la vuelta.

El velocista traga saliva. Una brecha se abre y Cisco aparece por ella.
—¿Por qué el ambiente está tan cargado? —Pregunta, despojándose de sus gafas y mirando a su amigo.
—En dos palabras; Hermano. Perdido. —El latino alza una ceja y se pone una mano en la barbilla, pensativo.

Barry sabe que la historia oficial es que Charlie se fué de casa cuando su padre murió y dejó a Caitlin sola con su madre. No han vuelto a verse desde entonces. Por lo tanto, el héroe entiende el enfado de su novia pero al mismo tiempo, no quiere quedarse de brazos cruzados.

—Necesito un favor. —Susurra a su mejor amigo, pasando por su lado y saliendo por la puerta.
Barry encuentra al hermano de su novia en un bar, sentado en la barra mientras remueve una cucharilla en un café.
—Hola. —Pronuncia el castaño. Y recibe la respuesta de una mirada confusa.
—Me llamo Barry y soy...
—...El compañero de trabajo de Caitlin, lo sé. —Le acorta aunque sin querer sonar brusco. Sonríe.

—En realidad... —El ojiverde se rasca la nuca, tratando de continuar. —Soy su novio. —Confiesa. El rubio alza ambas cejas y sonríe después.
—Y Flash. —El castaño casi se atraganta con su propia saliva.
—Cuando mi hermana acudió a nuestra madre, me pidió ayuda. Había ido a buscarla un mes antes, sabía que a pesar de su carácter, sería más fácil hablar con ella que con Caitlin.
Mi especialidad es la misma que la de mi madre. Y coincidimos en nuestra opinión.

«Hace un año, me mudé aquí. En mi primer día en la Ciudad, entré en un banco y unos atracadores nos retuvieron. Entonces, ella llegó casi de la nada y entró como un huracán.
Y tú estabas a su lado, como siempre.
Sabía que había algo entre vosotros dos, la complicidad y vuestra forma de miraros... Era muy obvia. —Sonríe de forma pícara.

El velocista se muerde el labio y sonríe.
—En realidad... Empezamos a salir hace varios meses. —El chico frunce el ceño, confundido. —Es una larga historia.
El silencio se impone por instantes.
—Si llevas tanto tiempo aquí, ¿Por qué no has contactado con ella antes? —El rubio suspira y niega mientras va agachando la cabeza.
—Tenía miedo, Barry. Todavía lo tengo. Cuando mi padre murió, mi casa se convirtió en un infierno. Y cometí un error, me marché de casa sin pensar en mi hermana.

«Pero estoy aquí por algo, he ido a verla por algo. Quiero enmendar mis errores, volver a tener una hermana. —El castaño no puede evitar sentir algo de lástima por el joven. Y su instinto le dice que está siendo verdaderamente honesto.

Barry se quita la camiseta y se pone de rodillas en la cama, Caitlin también está en ropa interior y está crujiendo su cuello.
El joven pone ambas manos sobre los hombros de su novia y los masajea suavemente.
—Sueltalo, Allen. Te conozco. —Él deja escapar una risa.
—Deberías darle una segunda oportunidad. —Deja escapar. Ella suspira.
—Me dejó sola en ese infierno, Barry. —Le recuerda.
—Lo sé pero cometió un error. Todos cometemos errores, Cait. —Le recuerda.

Ella chasquea la lengua.
—Estoy enfadada con él. Sigo enfadada con él. —El ojiverde respira hondo.
—Al menos todavía tienes una familia con la que enfadarte. —Y así lo deja deslizarse por sus labios.
Ella se tumba y le mira.
—Barry... —Susurra. Vuelve a incorporarse y ahueca ambas manos en la cara del chico.
—Tengo a Joe, lo sé. Y a Cecile, a Cisco, a ti. Pero perdí a mis padres, cariño.
Y no hay día que pase en el que no desee poder pelear con ellos de nuevo, poder enfadarme con ellos aunque sea una sola vez más.

«Sé que estás enfadada pero si no le perdonas, si nunca le perdonas, el día en que se marché vas a arrepentirte. Y seguirás enfadada toda tu vida, sólo que contigo misma.
Sólo una oportunidad, Cait. Por favor. —Ella parece pensarlo, muerde su labio y asiente despacio.
—...Y si vuelve a fastidiarla, le llevaré a toda a velocidad hasta el Sol, a que se queme vivo. —La castaña deja escapar una risa y le da un casto beso.

—Me haces mejor persona, Barry. Y esa es mi parte favorita de ti. —Él no puede evitar alzar las comisuras de sus labios en una enorme sonrisa.
Atrapa sus labios entre los de ella y pone ambas manos en su cintura.
La Doctora se deja caer hacia atrás y él se posiciona encima de ella.

Al día siguiente por la tarde, el timbre suena y la Doctora se alisa el abrigo antes de abrir la puerta.
Una sonrisa y un pelo rubio, asoman.
—¿Nos vamos? —Ella asiente.
Se gira y va hacia su chico, le envuelve en un cálido abrazo y cierra los ojos en su espalda.
Cuando se separa, le sonríe y le da un pequeño beso, lento y lleno de amor.
—Te veo luego. 

Right In Front Of You. Snowbarry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora