1. A esto lo llamo yo empezar con buen pie

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CAPÍTULO 1: A esto lo llamo yo empezar con buen pie

Camino por los laberínticos pasillos del internado Ascott hasta encontrar mi habitación.

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Aquí es. Abro la puerta y entro, dejando todas mis cosas a un lado. Me tomo unos segundos para analizar detalladamente la que será mi habitación los próximos nueve meses. Se trata de una estancia amplia y luminosa, dividida en dos partes. La de la derecha, tiene una cama con la colcha rosada, un escritorio de caoba, un armario a juego, una pequeña estantería y un ventanal; la de la izquierda es idéntica, sólo que se encuentra decorada con pósters y fotografías. En el centro, otra puerta. El baño supongo.

Camino hacia la parte derecha y me dejo caer sobre la cama, el viaje desde Beverly Hills me ha dejado exhausta y lo que menos me apetece hacer, es ordenar mis cosas o siquiera socializar. Además, todavía sigo enfadada por el hecho de haber sido enviada a este maldito internado... en ¡Inglaterra! ¿Acaso sabéis lo que eso significa? Adiós pelo suave y sedoso, hola pelo esponjoso; adiós bronceado natural, hola bronceado artificial; adiós playa, hola... nada. ¡Es h-o-r-r-i-b-l-e!

—Ehh, ¿tú eres la nueva no? —pregunta una voz desde el otro lado de la habitación, tan metida en mis pensamientos estaba que ni siquiera me había dado cuenta que había alguien más.

—Sí. —respondo, levantándome de la cama.

Frente a mí se encuentra una chica de baja estatura con la piel demasiado pálida y el pelo demasiado zanahoria. Bajo un largo flequillo se entrevén un par de ojos avellana, que no me miran con simpatía, precisamente.

Genial, si es que lo único que me faltaba para rematar la faena, era llevarme mal con mi compañera de habitación.

—Julie Slater. —se presenta, mascando su chicle de una forma innecesariamente exagerada.

—Emma Winters. —le tiendo la mano. Ella la estrecha con un leve, casi imperceptible, apretón.

—Bueno, si esto es todo... —comenta Julie, mirando hacia los lados— adiós. —da una sonora palmada y acto seguido, sale de la habitación; haciendo volar su larga cabellera.

A esto lo llamo yo empezar con buen pie.

(...)

Me paso la hora siguiente mirando el techo, mi móvil no ha parado de sonar pero sinceramente, me da igual. No estoy de humor para contestar.

Giro una vez más sobre mi cama y contemplo el paisaje a través de la ventana, afuera todo el mundo parece divertirse. Con los típicos reencuentros post veraniegos, los típicos abrazos, los típicos comentarios de “que morena estás”, “como te favorece ese peinado”. Todo tan... idílico, que me da asco.

Rodando los ojos, me doy la vuelta y miro esta vez hacia el armario. Bonitas vistas (nótese el sarcasmo). Paso un par de minutos así hasta que lo admito: estoy aburrida, tremendamente aburrida. Y lo odio.

Untameable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora