CAPÍTULO 4: Venganza
—La muy... —le da un puñetazo a la mesa, frustrada, provocando que esta se tambalee un poco— le dijo a Pete que yo había besado a Jake, uno de sus mejores amigos, y eso es mentira. Es una total, completa y absoluta ¡mentira! —le paso otro kleenex, que ella acepta agradecida.
Se suena sonoramente y después me mira, sus ojos verdes vuelven a estar empañados por las lágrimas.
—¿Sabes cuál es la parte interesante de este tipo de problemas? —pregunto, mientras una sonrisa malévola se abre paso en mis labios.
Dove me mira confundida, para finalmente negar silenciosamente con la cabeza. Por favor... esta chica es demasiado buena ¿cómo es que Pete cree a Julie antes que a ella? No lo comprendo, simplemente no lo comprendo.
—La venganza. —mi sonrisa se ensancha cada vez más al ver cómo Dove se plantea mi propuesta. Seguramente ahora mismo parezco el gato Cheshire.
—Hagámoslo. —susurra entonces, maliciosa. No se por qué, me da que Dove está a punto de sacar el lado oscuro que tanto tiempo llevaba escondido en su interior— Hundamos a Julie Slater.
(...)
Quedo con Dove para vernos a la hora del almuerzo. Aún me queda una tediosa clase de Química por delante antes de eso.
Mi único consuelo es pensar que pasada esta hora, Dove y yo planearemos el hundimiento de Julie. Y eso es justo lo que necesito para cumplir la promesa que me hice antes de venir aqui. Nada mejor que destronar a la abeja reina para poner el internado patas arriba ¿no creéis?
Por el momento, me pongo a garabatear en mi agenda, es lo único que me mantiene despierta en esta clase; en al cual, solo hay un punto a favor con respecto a literatura. La profesora no tiene un exmarido llamado Frank al cual todavía no ha superado.
—Señorita Winters. —me llama la profesora, haciendo que levante la cabeza del dibujo que estaba haciendo para fijar mi mirada azul en sus ojillos de rata, que me miran con atención.
Lo más probable es que se haya dado cuenta de mi indiferencia hacia la materia que está explicando, y quiera llamarme la atención.
—¿Sí, profesora? —respondo, con toda la amabilidad y educación que soy capaz de reunir. No quiero que me tenga manía el primer día de clase, prefiero esperar a que corrija mis exámenes para ello.
—¿Podría decirme los principios del Modelo Atómico de Rutherford? —pregunta, a sabiendas de que no le voy a poder responder por mi falta de atención en clase.
Sus pequeños ojillos de rata me miran, retándome a que le conteste. Yo clavo mi mirada en la pizarra, tratando de descifrar los jeroglíficos que allí había escritos. Pero es en vano.
—Esto... —justo cuando iba a responder la primera cosa que me viniese a la cabeza, suena el timbre.
Ese sonido infernal es música para mis oídos. Me ha salvado de una, y de una muy buena...
Salgo de clase lo más deprisa que puedo, tomando mis libros en la mano, sin molestarme siquiera por guardarlos en el bolso. Antes de salir del aula, le dirijo una mirada de superioridad a la profesora, ella se limita a observarme con odio y rencor. Sé perfectamente que acabo de ganarme el puesto número uno en su lista negra, pero me da exactamente igual.
(...)
—¡Emma! —Dove hace señas para que me acerque a ella.
Está sentada en una mesa al fondo de la cafetería, donde podemos hablar con mayor privacidad.
Frente a ella se encuentra un suculento plato de macarrones con queso, pero sólo de pensar en comer eso se me revuelven las tripas.
Es entonces cuando lo recuerdo, he olvidado mis vitaminas en la habitación. Las necesito urgentemente, desde que trabajo para Victoria’s Secret, tengo que omitir una de mis tres comidas diarias. A cambio, he de tomar unas vitaminas camufladas en deliciosas gominolas y batidos proteínicos. De todos modos, aunque no trabaje para ellos durante este año, me he acostumbrado a suprimir el almuerzo de mi dieta. Así que necesito ir a por esas vitaminas ya mismo.
—Si me disculpas un momentito... he olvidado una cosa en mi cuarto, ahora vuelvo. —dejo el bolso, los libros y la americana del uniforme sobre la mesa para salir corriendo de la cafetería.
Salgo del edificio en dirección a la residencia de chicas y subo por la escaleras hasta la tercera planta, donde se encuentra mi habitación.
Pero antes de llegar, paro en seco y me escondo tras una columna por segunda vez en el día. Frente a la puerta hay dos personas hablando, y siento como estoy teniendo un déjà vu por primera vez en mi vida. Mi mente se traslada a la cafetería, un par de horas atrás, cuando Pete y Dove discutían acaloradamente mientras yo permanecía oculta tras la puerta.
La situación se repite, sólo cambian el lugar y las personas. Me asomo un poco tras la columna, intentando averiguar quiénes son los participantes de esa misteriosa conversación.
Distingo claramente al primero, esa larga melena zanahoria sólo puede pertenecer a una persona: Julie. Al otro sin embargo, no alcanzo a reconocerlo. Sólo se que se trata de un chico alto, de tez bronceada, cabello oscuro y ojos cafés. Pero, espera un momento... ese chico, ese chico estaba el día que llegué aquí... estaba con Teddy y Pete el día que nos conocimos. Ese chico... ¡es Jake!
Intento prestar atención a lo que están diciendo, pero me cuesta un poco. Esto parece una de esas películas de espías que dirige mi padre.
—Toma, aqui tienes tus 100 libras. Pero recuerda, cuando Pete te pregunte, tienes que afirmar que te besaste con Dove. Esa pequeña perra va a caer... —Julie se frota las manos de pura felicidad y saca del bolsillo trasero de su mochila un pequeño sobre, que seguro, contendrá el dinero. Será maldita...— Puedes contarlo si quieres, pero está todo. —afirma Julie, muy convencida.
—Sólo recuérdame por qué hacemos esto Juls. —dice el castaño, un rastro de culpabilidad cruza sus ojos café.
Julie resopla, exasperada— Yo me libro de Dove para tener vía libre con su ahora exnovio y tu... te convertirás en el nuevo mejor amigo de Teddy cuando yo lo cambie por Pete. Recuerda: colegas antes que nenas. Es una frase clave para Teddy, así que cuando yo corte con él para salir con Pete... voilá.
—Está bien, lo haré.
Maldita avariciosa... tengo que contarle esto a Dove, porque se me acaba de ocurrir la manera perfecta para vengarme de Julie.
La venganza es un plato que se sirve frío. Y tú, Julie Slater... vas a comprobarlo.
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Untameable ©
Teen Fiction“ Pondré este internado patas arribas ” Con esa promesa y todas las intenciones de cumplirla, Emma Winters es obligada a cambiar la cosmopólita ciudad de Nueva York por un estricto internado en Ascott, una región perdida en el norte de Ingl...