CAPÍTULO 8: En el hospital
Abro lentamente los ojos. Poco a poco me incorporo para observar que me encuentro en una habitación de paredes blancas con un gran ventanal a la derecha. Por única decoración, dos sofás azul marino que hacen las veces de cama. Giro mi cabeza a la izquierda para encontrarme con una bolsita de suero colgada de una percha metálica, de ella sale un fino tubo que termina en...¿¡mi brazo!?
El pánico me invade junto con unas ganas tremendas de salir corriendo. Es entonces, en medio de mi crisis nerviosa, cuando reparo en el bulto recostado sobre uno de los sofás. Agudizo un poco mi vista y lo veo.
¿Qué hace Teddy aqui? Y lo más importante, ¿qué hago yo aqui?
—Teddy. —lo llamo bajito, pero él me escucha a la perfección y al instante lo tengo sentado al borde de mi cama— ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué tengo un tubo metido en mi brazo? ¿Qué ha...?
—Emma, Emma, Emma. Para. —interrumpe el río de preguntas que mana de mi garganta.
—Pero...—replico, a lo que él me calla nuevamente.
—Lo importante ahora es que estás bien. —dice, a la vez que toma mi mano derecha y traza círculos imaginarios sobre el interior de esta— Me asustaste. Mucho. —esto último lo dice en un susurro apenas audible.
Nos quedamos en un cómodo silencio unos minutos hasta que la puerta de la habitación se abre dejando ver a un señor con bata blanca, pelo canoso y sonrisa amigable. El médico, supongo.
—Señorita Winters, veo que ha despertado. —comenta sonriendo.
Mi cara se tuerce en una mueca ante lo que me está contando, por lo que él se apresura a aclarar -Lleva dormida tres días.
Abro los ojos como platos y paso mi mirada del médico a Teddy, quien simplemente asiente ante las palabras del anterior.
Wow, esto sí que no me lo esperaba.
—Pero, ¿qué me ha pasado? —pregunto con un hilo de voz. Temiendo la respuesta.
—Al principio fue un simple desmayo, pero al ver que no despertaba comenzamos a hacerle pruebas y... —abre la carpeta que lleva en la mano y comienza a pasar hojas hasta que encuentra la adecuada— Hemos descubierto que tiene una grave carencia de vitaminas A, B y C. Eso sin contar con el calcio, que lo tiene por los suelos.
Un simple “oh” es lo único que logro articular. ¿Qué iba a decir? Esto es... malo, muy malo. No tenía ni idea de todos estos problemas. De repente, las ganas de llorar me invaden, pero no pienso mostrarme débil, yo no soy débil.
—¿Acaso come bien señorita Winters? ¿O come, siquiera? —la mirada amigable del doctor se transforma rápidamente en una inquisidora.
—Sí como. Poco, pero como. —termino diciendo en un leve susurro. Entrelazo mis dedos bajo las sábanas y comienzo a retorcerlos, gesto que siempre hago cuando me encuentro nerviosa o incómoda. En este caso, ambas.
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Untameable ©
Teen Fiction“ Pondré este internado patas arribas ” Con esa promesa y todas las intenciones de cumplirla, Emma Winters es obligada a cambiar la cosmopólita ciudad de Nueva York por un estricto internado en Ascott, una región perdida en el norte de Ingl...