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Ya ha pasado un mes desde el incendio en la pastelería y estoy tratando de arreglar todo con el dinero que me dio la empresa de energía y el dinero del seguro, un mes en el que Demian y yo nos hemos acercado mucho, un mes en el que me Di la oportunidad de aceptar el cariño de alguien, un mes entre tramites y llamadas telefónicas nocturnas, un mes en el que no había recordado ni un solo día mi pasado, hasta hoy, hoy siento que algo está por venir, algo malo.


— Papá ¿Dónde dejo esto?— pregunta Dan saliendo de donde era la cocina, con fierros en las manos.

— Deja los en la parte de atrás — respondo mientras firmo unos documentos de la remodelación con nadie más que Demian ya que puso a la orden la constructora de las que es dueño— ¿Eso sería todo señor?— le pregunto en broma.

— Si — responde con una media sonrisa— joven ¿Alguna vez le han dicho que tiene una mirada hermosa? — dice coqueto.

— Si, si me lo han dicho muy a menudo estos días -digo caminando a la cocina, mientras el gira a hablar con sus empleados.

Estoy amontonando las cosa que se pudieron salvar, recojo del suelo una de las espátulas que me regalo mi tía antes de morir, no sé si podrán restaurarla, no quisiera tirarla, estoy por tomar uno de mis moldes cuando escucho una voz desconocida pero algo familiar, no sé por qué pero todo mi cuerpo se estremeció.

— Hasta que te encuentro — dice la misma voz— estuve esperándote en tu oficina por horas, hasta que la obstinada de tu secretaria me dijo dónde estabas — dice con arrogancia.

— ¿Qué haces tú aquí?— la voz de Demian se escucha forzada y nada contenta, salgo de la cocina a ver qué sucede y me encuentro con el motivo de su molestia.

Un hombre de cabello negro peinado de manera desordenada, ojos verdes como el pasto recién cortado, con una mirada algo maliciosa , cuerpo imponente y musculoso, alto, vestido de pantalón de mezclilla, camiseta básica blanca y una chaqueta de cuero negra, quien me miraba con intriga.

— Papá m...— no dejo que Dan termine de hablar.

— Daniel vuelve a dentro— digo y el obedece de inmediato.

— Ale....— dice Demian pero niego, él no tiene nada que explicarme, él no trajo a este tipo aquí.

— No hace falta — digo mirándolo— pensaba que el horno quedaría mucho mejor a la izquierda — le digo apuntando el lugar.

— Sal de aquí — dice Demian a su hermano.

— ¿Por qué ?— pregunta con chulería.

— Podría por favor salir de mi propiedad, es por seguridad — pido lo más amable que puedo, a Demian parece que le dará un ataque al corazón en cualquier momento.

— A ver ternura, yo puedo soportar mucho más que tú — dice, siento todo mi cuerpo caliente al escuchar salir de su boca la palabra ternura.

— No me llames ternura — digo con los dientes apretados por la ira.

— ¡Eres tú!— exclama, yo lo miro como si nada.

— Deberías dejar de consumir drogas, te están afectando el cerebro más de lo normal — sigo molesto pero muy calmado.

— Pero que grosero te has vuelto— dice sonriendo con coquetería, da un paso hacia a mí pero me mantengo firme — debo decirlo, los años te sentaron muy bien — dice mordiéndose el labio inferior.

PARA VOLVER A AMAR.  SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora