De golpes bajos cuando menos lo esperas

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El cumpleaños número dieciocho de Viktor Nikiforov fue memorable por la tristeza del susodicho.

Si bien, al inicio de esa temporada hizo finalmente su debut como sénior, no logró calificar a la final del Grand Prix, ni si quiera estuvo cerca y de nuevo se le fue la oportunidad de encontrase con el amor de su vida. Nuevamente se limitó a verlo ganar a través de la pantalla y a fruncir los labios al ver la competencia femenina, dónde la roba novios de Yuuko Nishigori se colgó la plata –para desgracia del ruso era buena, muy buena en lo que hacía–, venciendo a Anya, la actual novia de Georgie...

Un par de años atrás intentó salir con la patinadora rusa en un estúpido intento de olvidar su enamoramiento no correspondido, pero tras un mes de citas fallidas y discusiones sin sentido la chica dijo algo sobre no ser el uno para el otro y lo dejó –él ni siquiera sabía que eran novios–; unos meses después su camarada ruso llegó muy serio hasta su casa, solicitó una audiencia con él para aclarar los términos de su relación ahora que él andaba con su ex, fue una escena rara, digna de un melodrama televisivo pero a fin de cuentas sirvió para evitar futuros roces entre ambos compañeros. Mientras los tortolitos eran felices en su propio mundo Viktor se concentró en su patinaje, en mejorar por sí mismo para llegar a ser un gran atleta. Estaba decidido a superar al traicionero de su ídolo... o eso se dijo muchas veces, pero siempre terminaba suspirando por el mayor; con cada nueva rutina un trocito de su corazón dejaba de ser suyo para ser del otro.

No importaba que Yuuri Katsuki no lo conociera ni le dedicara un pensamiento, el peliplata lo seguía admirando, no sólo era su amor platónico, sino también su modelo a seguir. El japonés era un gran patinador, con su increíble técnica y su enorme sensibilidad artística se trataba del nuevo enemigo a vencer y el ojiazul soñaba con ser tan bueno para atraer la atención del azabache, tan maravilloso que éste jamás pudiera apartar la mirada de su persona, anhelaba ser valorado como deportista, pues a través del hielo demostraría que nadie en el mundo entero podía complementar la existencia del otro como él. Su nuevo ímpetu se reflejó en su desempeño, mejoró sus saltos e interpretación, dejando encantados a la audiencia y ni hablar de Yakov y Lilia, quienes finalmente lo dejaron cambiar de división tras conquistar el oro en su último Junior Grand Pirx Final y la plata en el Mundial Junior.

No obstante cometió el error de pensar que finalmente empezaba a encausarse por el camino correcto y olvidó que siempre puedes recibir golpes bajos cuando menos lo esperas.

Ese año, casi al final de la temporada pasada, vio lo que esperaba ver desde hace mucho: Yuuri ganó el oro en los Juegos Olímpicos y estableció un nuevo record mundial en ambos programas, así mismo, dominó el Grand Prix, el Cuatro Continentes y el Campeonato Mundial, y de haber podido, hubiera arrasado con el Campeonato Europeo. El joven estaba en la cima como un astro brillante y todos esperaban impacientes su nueva actuación, incluido su fan número uno, la joven promesa rusa que tal vez recuperaría el trono que sus compatriotas perdieron –tras el retiro de Yagudín y Plushenko Rusia aún no reclamaba de nuevo el podio, todo gracias al nuevo sistema de puntuación–: Viktor Nikiforov.

El adolescente estaba dispuesto a hacer notar su valía, pero sus nervios le ganaron. Quedo quinto en el Skate Canadá y noveno en la Rostelecom Cup, una vergüenza completa después de toda la propaganda que su país le hizo, pero a pesar de todo no se deprimió, su mismo entrenador le hizo notar que aún tenía oportunidades de ganar, de ser el héroe de Rusia. Si bien, al inicio se sintió decepcionado de no poder conocer a Yuuri personalmente, pues obviamente él sí clasificó, se prometió encontrarlo en el Mundial... Sueño inútil, desmadejado desde la raíz de la forma más cruel que al destino se le ocurrió.

El actual campeón fue el primero en calificar tras obtener el primer lugar en el Skate América y en el NHK Trophy, pero justo durante el programa corto, mientras intentaba realizar un quad Axel, perdió el balance, no tuvo la suficiente potencia y tan sólo había dado dos giros y medio en el aire cuando cayó al suelo de forma horrible debido a la altura y velocidad, su pierna izquierda tocó el hielo antes que el resto de su cuerpo, doblándose en un ángulo imposible; sus manos derraparon, su frente golpeó y rebotó en la dura superficie, cortando el alarido de dolor. El silencio tras el evento fue cortado por el gritó de la audiencia, la música se interrumpió y los paramédicos entraron a la pista.

Todo era caos y Viktor desde su casa estaba asustado, temió lo peor, sobretodo al ver el cuerpo de su amor ser sacado en una camilla. El acercamiento de la cámara le permitió notar que éste tenía los ojos cerrados y sangraba de la frente. Pero aunque el favorito sufrió semejante accidente y el show continuó, el chico de ojos mar no pudo seguir viendo. Lleno de angustia buscó, a través del recién inventado Face Book, información sobre el estado del japonés, pero no encontró gran cosa. Dos días después el entrenador italiano anunció que su pupilo entró en coma y que su estado era delicado, así que no participaría en el resto de la temporada y, probablemente, en las dos siguientes.

El mundo del patinaje quedó devastado, pero para sorpresa del adolescente enamorado, el suyo propio recibió dos golpes más.

El segundo ya lo veía venir desde hace años, así que no le sorprendió. Sus padres, después de una insana relación de apariencias que duró veinte años, se divorciaron y con ello empezó una batalla legal por quién se quedaba qué, se pelearon los cuadros, las joyas, la casa y los autos, pero ninguno se acordó de su único hijo, al parecer no era tan importante como todos los objetos de la casa. Fue un duro golpe del que se hubiera repuesto rápidamente con el cariño de su amada nana. Esa amable viejecita que cerró los ojos y entregó su alma el veinticuatro de diciembre, un día antes de su cumpleaños.

Viktor la halló muerta en su cama a las dos de la tarde, cuando llegó a casa para comer antes de ir a la pista. La buena mujer le pidió volver temprano para pasar tiempo juntos y él como buen chico la obedeció. Al no encontrarla en la cocina fue a su habitación y se llevó un sorpresa muy triste. Helenka parecía dormida, se veía pacífica, pero el frío en su arrugado cuerpo desmentía cualquier tipo de ilusión.

Se había ido para siempre y lo dejó solo.

Living Legend (AU reverse)Where stories live. Discover now