Yakov Felstman estaba rojo de tanto regañarlo. Viktor temió que la vena en su cuello fuera a reventarse e hiciera un reguero de sangre en la bonita habitación dónde se refugió toda la mañana tras huir de la pista de entrenamiento. Gracias a Mila, una patinadora junior que los acompañó al Éric Bompard Trophy, logró esconderse de su entrenador durante el día, pero al final éste lo encontró y riñó por perderse la última práctica.
A decir verdad debió arribar a Francia antes, pero su situación familiar lo retuvo en Rusia, dónde sus padres seguían tratando de divorciarse sin conseguir un acuerdo, por eso en vez de llegar con una semana de anticipación como era su costumbre, piso suelo francés únicamente con setenta y dos horas de anticipación -demás está decir que todo el equipo se atrasó por su culpa-, afectado por el jetlag durmió profundamente y despertó al segundo día, en el cual se fugó para hacer turismo con Mila, Vladimir y Evgenia, pues oyeron rumores de que Yakov, triste como estaba por su separación de Lilia, no los dejaría ir a recorrer los alrededores, especialmente porque hace años su luna de miel fue ahí. No ir a una práctica no afectaba mucho, o eso creyó el joven, quien tenía planeado aprovechar al máximo el tiempo restante... En sus planes no estaba salir huyendo del patinador número uno.
-¿Estás consciente de...?
-Sí, entrenador. Estoy en la cuerda floja, si pierdo, la Federación Rusa de Patinaje no me apoyará más... me lo han repetido todos.
El peliplata sabía que su independencia se definiría en esa temporada, podía seguir compitiendo y obtener un espacio en el mundo, o retirarse siendo tan joven y resignarse a una insulsa vida donde nadie se acordaría de él, perdiendo toda oportunidad de hablar con su amor platónico. Ése era el problema. No se sentía capaz de mirar al otro hombre a la cara, ni siquiera de estar cerca de él. Era muy pronto, demasiado, pero no podía hablar de sus dudas con su entrenador, no entendería. Se limitaría a mirarlo fijamente antes de darle el clásico discurso de "un hombre debe estar con una mujer", bla, bla, bla. De niño se lo dijeron tantas veces que podía repetirlo dormido; sin embargo, eso no ayudaba nada, sólo le provocaba ansiedad. ¿Estaba mal amar a un hombre? ¿Por qué? Y a todo eso, ¿qué era el amor?, ¿el hormigueo en sus tripas era la señal de que experimentaba ese misterio del que todo el mundo hablaba? Años atrás habría jurado estar total e incondicionalmente enamorado del japonés, pero ahora no podía afirmarlo. Antes algo cálido se extendía por su cuerpo cuando veía cualquier cosa respecto al mayor, sonreía bobamente al pensar en su vida juntos, se sonrojaba al imaginar su primer encuentro, estaba seguro que al cruzar miradas Yuuri lo reconocería como su alma gemela, su mitad faltante y la magia del amor ocurriría... Ahora no sentía nada de eso, sólo miedo, temía no ser suficiente para él como no lo fue para sus padres, le aterraba no ser correspondido. ¿Acaso el prodigio se daría la oportunidad de salir con un hombre? ¿Qué tanto le importaba el "qué dirán"? ¿Encontraría rara su figura casi femenina?* ¿Y si prefería hombres que sí pudieran ser llamados hombres? ¿Y si al final la mentira que llevaba diciendo por años era cierta y únicamente quería derrotarlo en el hielo? ¿Qué pasaba si lograban tener una relación y ya casados una mujer se le cruzaba en el camino y descubría que realmente nunca le atrajeron los hombres? Jamás podría hacerle algo así al nipón, nunca. Sabía perfectamente que un matrimonio infeliz le hacía cosas raras a las personas.
Mientras su entrenador seguía amonestándolo su cabeza se llenó de escenarios horribles que estrujaron su corazón y supo que debía salir, aunque no tenía idea de a dónde. La solución vino como por arte de magia y terminó por sugerir una pista local para entrenar un poco antes de la hora de la cena, esa idea entusiasmo a su coach. Así terminó en deslizándose sobre hielo ajeno al ritmo de su programa corto, una música lenta y profunda que no alcanzaba a representar bien con sus movimientos. Según Madame Lilia, era una coreografía que le haría sacar su potencial artístico así como toda la belleza y sutileza que poseía, se trataba de un regalo muy especial, la última rutina creada por ella como parte del equipo ruso, sólo para él, su torpe alumno que aún no se atrevía a dejar de ser un patito feo y volverse el magnífico cisne que estaba destinado ser. Como si necesitara más presión sobre sus hombros. No necesitaba voltear a ver los ojos del señor Felstman para saber que la estaba arruinando, sentía a la perfección la rigidez de sus brazos y piernas durante las piruetas, el tambaleo en el quad flip, la poca expresividad de su rostro. No quería admitirlo pero tal vez debía colgar los patines y aceptar el vacío frente a él.
-¡Vittya! ¡Ven aquí! -gritó el hombre mayor desde su sitio. Su pupilo hizo caso renuentemente, seguro le daría otra regañina inútil. No fue así. Éste se encontraba hablando animadamente con un sujeto calvo de lentes, tenía la sensación de haberlo visto, pero no recordaba dónde-. Te presento a Josef Karpisek**, un viejo colega que andaba de paso por aquí...
-Dirás rival. ¡Que días aquellos! Hola Viktor, un placer conocerte -el tal Josef lo examinó de arriba a bajo con ojo crítico-. Aún le falta trabajo, ¿cómo es que todavía no pules esta joya? No me irás a decir que ya estás viejo...
La seca carcajada del coach del ojiazul fue tan falsamente alegre que éste sintió un escalofrío. Con un gesto de la cabeza recibió la orden de regresar a lo suyo, estaba por empezar de nuevo cuando alguien pellizcó su nalga derecha, sorprendido y un poco indignado giró sobre sí mismo dispuesto a clavar el filo de su patín en la persona, quien quiera que fuera. Se llevó una gran sorpresa al ver a un joven de cabellos rubios y ojos verdes que lo miraban con picardía.
-¿Quién eres? -fue lo primero que salió de su boca, no entendía cómo ese sujeto tan sexy se atrevió a manosearlo. A juzgar por la cara desconcertada del otro debería haberlo reconocido.
-Viktor, soy Chris Giacometti, el que te salvó de morir ahogado en la piscina hace tres años, ¿no lo recuerdas?
Distraídamente el peliplata llevó el dedo índice a su boca, pensando en los eventos de esa época. La silueta de Yuuri era todo en su cabeza.
-Quizá te confundiste de persona, con algún otro parecido a mí. Nunca he estado a punto de morir en el agua, ¡soy un gran nadador! -exclamó alegremente, pero el golpe en la cabeza que se dio el chico frente a él con su propia palma le hizo saber que dijo algo estúpido.
-Realmente eres tan olvidadizo como dijiste -se quejó-. Nos conocimos durante la recepción del Campeonato Europeo, nos sentamos juntos -al ver la clara expresión confundida de su interlocutor terminó por decir-: soy patinador, represento a Suiza.
Algo hizo clic en las memorias del ruso, por fin recordó quedar en séptimo durante esa competencia y lo triste que se sintió al saber que Yuuri ganó el Cuatro Continentes, también le contaron que se emborrachó en la piscina con alguien cuyo rostro olvidó. Al parecer fue el tal Chris. De nuevo algo en su expresión lo delató y el otro joven pudo ver la poca importancia de ese evento en su vida, así que se limitó a suspirar dramáticamente.
-En fin, no tiene importancia. Este año también me tocó participar en esta competencia para clasificar al Grand Prix. Escuché que regresaste al patinaje y creí que podríamos pasearnos por ahí...
-¡Me encantaría hacer turismo! Pero ayer escapé de Yakov y ahora no me quita el ojo de encima... Necesito trabajar en mis programas -admitió con un puchero.
-¿Eso es lo que hacías? -la sorpresa ajena fue indignante-. Pues te deseo suerte. Te daré un consejo que no quieres: piensa solamente en aquello que quieres, dónde vas a estar mañana y cómo llegarás ahí: serás un ave herida o un hermoso cisne.
-¿Cómo supiste qué significa la coreografía? -preguntó Viktor con genuina sorpresa.
-Por los movimientos obviamente, además parecías un pajarillo herido mientras movías los brazos. Eres bueno, lo harás bien, aunque no podrás vencerme. Nos vemos -se despidió con un guiño y se deslizó rápidamente hacia su entrenador, quien lo llamaba para irse. Otro engrane funcionó y por fin ubicó al suizo. Era Christophe Giacometti, el actual campeón mundial, subcampeón en el Campeonato Europeo y medallista de bronce en los últimos dos Grand Prix Final. El patinador suizo más sobresaliente tras el retiro de Stéphane Lambiel.
Y también, el enemigo declarado de Yuuri Katsuki.
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*Aquí Vittya tiene diecinueve años, pero sigue llevando el cabello largo. Tiene talento como patinador, lo suficiente para ser de los mejores de su generación, pero aún no explota su potencial completamente; además entre tanto conflicto con su familia su entrenamiento no ha sido tan constante como debería y por lo mismo no ha desarrollado toda su musculatura, aún está en transición.
**Según la página de Wikia se llama así el entrenador de Chris. No estoy segura, si me equivoco, por favor díganme.
*** Disculpen los errores, los corregiré cuando termine el ficc y empiece la edición. Debo preguntarles, ¿qué rutinas se imaginan patinará Yuuri para reclamar su trono?
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Living Legend (AU reverse)
FanficViktor Nikiforov conoció al amor de su vida a la tierna edad de nueve años. Sucedió de la forma más simple en que pudo ocurrir: por un programa de televisión.